Bryce Echenique, el ‘santo ateo’

Este peruano, limeño, ganó numerosos premios, entre ellos el Premio Nacional de Literatura español y el Premio Planeta.

Protestante Digital · 17 DE ABRIL DE 2024 · 08:00

Alfredo Bryce Echenique en 2007. / Universidad Internacional de Andalucía, Wikimedia Commons,Alfredo Bryce Echenique
Alfredo Bryce Echenique en 2007. / Universidad Internacional de Andalucía, Wikimedia Commons

Grandes escritores hispanoamericanos (15)

Bryce Echenique, autor de novelas tan célebres como Un mundo para Julius, La vida exagerada de Martín Romana o No me esperes en abril, nació en Lima Perú, el 19 de febrero de 1939. Cuando redacto este capítulo, en septiembre de 2023, continúa vivo. Tiene 84 años.

Miembro de una familia prominente de banqueros, su tatarabuelo, José Rufino Echenique llegó a ser presidente de Perú entre 1851 y 1857.

Sus estudios primarios y secundarios los realizó en la capital del país, en un colegio marianista primero y en un internado británico después. En la Universidad San Marcos, de Lima, se graduó en Derecho y doctor en Letras. Totalmente entregado a los estudios universitarios, en la Universidad francesa La Sorbona, en París, obtuvo un diploma en literatura francesa. En centros universitarios de Italia, Grecia y Alemania prosiguió con estudios de literatura.

Echenique se dio a conocer en el mundo de las letras con el libro de cuentos titulado Huerto cerrado, inspirado en un texto bíblico de El Cantar de los Cantares: “Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía”. (Cantares 4:12). En 1970 le llegó la fama con la novela Un mundo para Julius, donde describe el ambiente de la vieja oligarquía limeña y las clases pobres.

Después de una temporada en Francia, país donde emigraron casi todos los grandes escritores hispanoamericanos que figuran en este libro, regresó a Perú en 1999. El clima político no le era favorable y en el 2002 viajó a España, instalándose en Barcelona. Regresó a Perú y en julio de 2010 presentó en el Hotel Country Club de Lima la novela Dándole pena la tristeza, basada en la vida de su abuelo, el banquero Francisco Echenique Bryce. Cuando la estaba escribiendo dijo que el título lo había tomado de Quevedo: Arrabal de senectud.

La producción literaria de Echenique se estima en doce novelas, ocho libros de cuentos, nueve libros de ensayos y seis textos biográficos.

Entre los premios que le fueron concedidos figura el Premio Casa de las Américas, Orden el Sol de Perú, rechazado al gobierno de Fujimori, Premio Grinzane Cavour en Italia, Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances. En 1998 se le coincidió en España el Premio Nacional de Literatura y en 2002 ganó el Premio Planeta en Barcelona con la novela El huerto de mi amada, título igualmente inspirado en El Cantar de los Cantares, de Salomón.

En Un mundo para Julius Echenique escribe sobre la religiosidad en el Perú que conoció. Dice: “La Iglesia es una institución que tuvo suma importancia durante el virreinato. En Lima había muchísimas iglesias y conventos en la época colonial. La vida social y espiritual estaba regulada por la Iglesia. Su influencia en la vida social perduró hasta el siglo XX. Es por ello que la ciudad y sus habitantes dependen del ritmo eclesiástico”.

En la misma novela Echenique recuerda algunos episodios de su vida durante la estancia en el colegio religioso de su infancia. Menciona largamente al padre Mitchell, estadounidense, de Texas, quien le arruinó la primera comunión. Decía de él que “estaba tan acostumbrado a los pecados de este mundo que en sus confesiones, que más parecían interrogatorios, siempre empezaba preguntando: ¿Cuántas veces?, aludiendo a las relaciones sexuales”. Este padre Mitchel contó a la madre del niño un secreto de confesión y le aconsejó que lo llevara a un psicólogo. “Todo se arregló al final –cuenta Echenique– porque el padre Mitchel era tejano y por lo tanto vulgar”.

Teresa Warner, norteamericana, de la Universidad de Temple, en Filadelfia, Estados Unidos, especializada en escritores hispanoamericanos, titula un artículo sobre Echenique El santo ateo, inspirada en el libro del poeta Tantas veces Pedro. Dice que “en Tantas veces Pedro Echenique utiliza las herramientas de la metaficción para hacer una parodia del género hagiográfico y de la Biblia, así burlándose de la religión católica. Al unir estas ideas, se puede ver cómo la obra de Echenique es una parodia humorística de la escritura religiosa, y, por tanto, una burla a la religión misma”.

Juan María Rodríguez cuenta que en un programa de televisión un asistente preguntó a Echenique por qué en una de sus novelas un personaje invocaba la presencia de Dios y automáticamente Dios se le aparecía. Esto es imposible, objetó el asistente, a quien Echenique respondió: “Mire usted, yo no sé qué ocurre en las novelas de otros, pero en las mías, si yo digo que Dios se aparece, tenga por cierto que Dios se aparece. Y tanto que se aparece, ¡como que la novela es mía!”.

¿Se aparece Dios?

Creo en un solo Dios. Palabras bellas y saludables; pero la verdadera bienaventuranza en este mundo es reconocerlo dónde y cómo se revela”. (Johann Wolfgang Goethe en Máximas y Reflexiones).

Dios es como el viento que sopla: se nota en todas partes, pero no se le ve en ninguna”. J. Normand, poeta francés, en Pensamientos de todos los colores.

 

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Artículos anteriores de esta serie sobre "Grandes escritores hispanoamericanos".

1.- El ‘boom’ literario hispanoamericano

2.- Miguel Ángel Asturias, el gran escritor de Guatemala

3.- La obsesión religiosa de Jorge Luis Borges

4.- ¿Creía en Dios Rubén Darío?

5.- Carlos Fuentes y el Dios de Nietzsche

6.- Dios existe en el Macondo de García Márquez

7.- José Martí, defensor de la Biblia

8.- Gabriela Mistral, poeta de Dios y de la tierra

9.- La sed espiritual de Pablo Neruda

10.- Jesús, el buen samaritano de Amado Nervo

11.- La Biblia en la poesía de Enriqueta Ochoa

12.- Octavio Paz, buscador del Eterno

13.- El Dios de Juan de Dios Peza

14.- Leopoldo Lugones, enemigo de Dios

15.- Bryce Echenique, el ‘santo ateo’

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Enfoque - Bryce Echenique, el ‘santo ateo’