Grandes escritores hispanoamericanos: Miguel Ángel Asturias (Guatemala)

Se le describió como uno de los grandes narradores del siglo XX, quien mejor supo proyectar el espíritu guatemalteco en la cultura universal.

14 DE DICIEMBRE DE 2023 · 18:30

Miguel Ángel Asturias./ Wikipedia,
Miguel Ángel Asturias./ Wikipedia

Grandes escritores hispanoamericanos (2)

Miguel Ángel Asturias nació en Ciudad de Guatemala en 1889 y desnació en Madrid en 1974.

En la capital guatemalteca realizó los estudios primarios y secundarios e inició la carrera de Medicina, que nunca llegó a terminar. En la Universidad la Sorbona, de París, se matriculó en Derecho, culminando los estudios con una tesis titulada El problema social del indio, publicada en 1923. Durante años vive en Inglaterra y más tarde en París, donde establece relaciones con escritores europeos de vanguardia. En 1930 lo encontramos en Madrid; aquí se publica su primer libro de creación: Leyendas de Guatemala. En su calidad de diplomático es delegado cultural en México y Argentina y embajador en San Salvador. Tras la muerte del presidente Arbenz inicia un exilio que le lleva a Argentina hasta 1962 y luego a Francia.

En 1966 le fue concedido el Premio Lenin y al año siguiente el Premio Nobel de Literatura. Según Lorenz, “los últimos años de Miguel Ángel Asturias fueron de constante actividad, a la vez que avanzaba la enfermedad que en 1974 acabó con su vida en Madrid”.

Cultivó la novela, el ensayo, el teatro, la poesía y el periodismo. Juan Ignacio Alonso Campos, en el primer tomo de Personajes de la Historia Universal, enumera hasta 15 obras escritas por el Premio Nobel. Otros autores, como Bellini en el libro La narrativa de Miguel Ángel Asturias, eleva el número a más de 20. La que más fama le dio y la más leída es sin dudas El señor presidente, de 1946, sobre la tiranía del dictador guatemalteco Manuel Estrada Cabrera.

Vargas Llosa afirma que la novela nació de un cuento, Los mendigos políticos. Añade que Miguel Ángel Asturias “trabajó en este libro más que en ningún otro de los que escribió, aunque con largos intervalos en que no tocó el manuscrito. En la novela figuran las fechas París, noviembre de 1923, 8 de diciembre de 1932”.

El señor presidente incide en el hecho muy concreto de la realidad histórica y social hispanoamericana: Los estragos que causan las dictaduras, las tragedias humanas, las catástrofes económicas y las corrupciones que significan para los países.

En su libro Proceso y contenido de la novela hispanoamericana, Luis Alberto Sánchez califica El señor presidente “como una de las más ásperas, gráficas y bellas novelas políticas del idioma”, y denuncia, junto a Seymour Menton, la función de la religión en la sociedad guatemalteca.

De la religiosidad de Miguel Ángel Asturias se conoce muy poco. Se ha desarrollado siempre en un ámbito recatado. Según sus biógrafos más imparciales, la figura de Cristo le obsesionó siempre, diría, por su naturaleza divina y humana. Sin embargo, nunca llegó a olvidar los atropellos contra los indígenas cometidos por la Iglesia católica durante la conquista. Con todo, en el libro El árbol parece rescatar la cruz como símbolo de salvación, porque de su propia salvación se trataba.

La escritora uruguaya Silva Vila dice en el libro Los Rebeldes: “El cincuenta por ciento de El señor presidente hace referencia al tema religioso”. Y añade: “Al leer la novela, encontramos gran abundancia de alusiones religiosas de todo tipo. Un estudio cuidadoso de las mismas demuestra la constante asociación del tema religioso al tema político, y revela además la importancia del primero como complemento del segundo … Esta dualidad temática, que por razones de conveniencia expresiva llamaremos paralelo político–religioso, no sólo sirve de vehículo a la denuncia que presenta el autor, sino que cumple además una función formal definida”.

Así, cuando el autor de El señor presidente escribe sobre la gran catedral, el edificio que representa lo espiritual, lo define como “sombra helada”, todo lo contrario a lo que debería ser. El sonido de las campanas, en lugar de rumor placentero, es percibido como “un zumbido”.

Más adelante el narrador describe las habitaciones de doña Chón, en donde abundan imágenes de santos y otros objetos religiosos.

Cara de Ángel dice a la matrona:

  • ¡Vive usted muy bien, doña Chón!
  • ¡Procuro no pasar trabajos!
  • ¡Como en una Iglesia!

Se establece así términos paralelos entre iglesia y holgazanería.

De El señor presidente dijo la chilena Gabriela Mistral: “Yo no sé de dónde sale esta novela única, escrita con la facilidad del aliento y del andar de la sangre por el cuerpo”.

Añade el escritor argentino Luis Aranguiz-Kahn, después de la muerte del guatemalteco: “Desapareció con Miguel Ángel Asturias una gran persona, humanamente hablando, y uno de los más grandes narradores del siglo XX, gran innovador y forjador del idioma castellano como ya lo fue Quevedo, el guatemalteco que había sabido proyectar el espíritu de su país en el ámbito de la cultura universal, reivindicando la grandeza de su pasado y denunciando los graves problemas presentes de la condición humana”.

 

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Artículos anteriores de esta serie sobre "Grandes escritores hispanoamericanos".

1.- El ‘boom’ literario hispanoamericano

2.- Miguel Ángel Asturias, el gran escritor de Guatemala

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Enfoque - Grandes escritores hispanoamericanos: Miguel Ángel Asturias (Guatemala)