Leopoldo Lugones, enemigo de Dios

Buscó la verdad en el espiritismo, la masonería, coqueteó con ciencias ocultas, practicó la teosofía y un anarquismo anticlerical.

Protestante Digital · 10 DE ABRIL DE 2024 · 08:00

Leopoldo Lugones / Ministerio de Cultura de la Nación, Wikimedia Commons.,Leopoldo Lugones
Leopoldo Lugones / Ministerio de Cultura de la Nación, Wikimedia Commons.

Grandes escritores hispanoamericanos (14)

En su obra Leopoldo Lugones de 1955, Jorge Luis Borges dice que aprecia a Lugones “como el mayor poeta argentino y el fundador de los grandes géneros breves que son el cuento de ficción científica y el cuento fantástico. Es el mayor escritor que nos queda –añade–. Señor de todas las palabras y de las pompas de las palabras”.

Leopoldo Lugones nació el 13 de junio de 1874 en la localidad Villa María del Río Seco, en el norte de la Córdoba argentina, y desnació el 18 de febrero de 1938, a los 63 años, en San Fernando, Buenos Aires. Los estudios primarios y secundarios los hace en Santiago del Estero y Ojo de Agua. Cursa el bachillerato en el Colegio Nacional de Montserrat en Córdoba, donde vivió con su abuela materna.

A los 22 años contrae matrimonio con Juana Agudelo y ese mismo año se traslada con ella a Buenos Aires. En Buenos Aires trabaja en el diario El Tiempo y funda el periódico socialista revolucionario La Montaña. Vive años turbulentos por sus ideas políticas. Pasa del socialismo al liberalismo, al conservadurismo y al fascismo. En esa época conoce a Rubén Darío, cuyo prestigio le facilita el ingreso en el importante diario La Nación.

Lugones publica su primer libro en 1897Las montañas de oro, inspirado en el simbolismo francés. Otro libro suyo que obtiene gran éxito es el ensayo El payador, de 1916, donde recoge una serie de conferencias pronunciadas tres años antes en el teatro Ondeón. En El payador Lugones exalta el poema de Martín Fierro como paradigma de nacionalidad. Viaja a Francia. Vive en París de 1911 a 1914.

En 1926 se le concede el Premio Nacional de Literatura y en 1928 preside la Sociedad Argentina de Literatura. Atraído por el problema judío Lugones escribe en 1935 el prólogo a la edición argentina del libro que califica como “la mentira más grande del mundo”Los protocolos de los sabios de Sion.

Lugones abandona la tierra por la puerta de atrás, la puerta negra. El 18 de febrero de 1938 se suicida con una mezcla de cianuro y whisky en el hotel El tropezón, de Tigre, Buenos Aires.

Radio Cultura, de Buenos Aires, transmitió una versión extraña de las causas del suicidio inmediatamente después de su muerte. Según el presentador, “Lugones estaba enamorado de una muchacha, María Alicia Domínguez, que conoció en una de sus conferencias en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, con quien había mantenido una relación sentimental y apasionada. Descubierto y presionado por su hijo, éste lo incitó a abandonarla”.

El sacerdote católico Castellani, amigo de Lugones, tiene otra versión. Dice: “Mucho se ha escrito acerca de las causas del suicidio de Leoplodo Lugones. No entramos en ello. Sin embargo me extraña que nadie haya pensado que la causa real pudiera haber sido una depresión, cuyas posibles causas terminaron por somatizarle, produciendo una real enfermedad cuya esencia es el rechazo de la vida, un rechazo que suele terminar en el suicidio como la salida más natural”.

Como ensayista e historiador de las ideas, los libros de Lugones tienen un valor indiscutible. Se le reconocen 37 libros de distintos géneros: Novela, cuentos, biografía, ensayo e historia.

 

"Enemigo personal de Dios"

En el plano religioso, fue un hombre controvertido, cambiante, poco firme en sus ideas. Villa María del Río, una de sus biógrafas, en el trabajo La inestabilidad en la vida y en la obra del modernista americano Leopoldo Lugones, afirma que pasó “de la fe cristiana infantil al ateísmo militante y a una tibia conversión al catolicismo”.

Pedro Luis Barcia, en el trabajo De la masonería al cristianismo, recuerda que Lugones “fue un hombre con un espíritu religioso muy sostenido. Nunca fue un ateo. Durante toda su vida Lugones condenó el catolicismo porque era un dogma de obediencia”. Anarquista y anticlerical desde la adolescencia daba la espaldas a Dios, del que se proclamaba “enemigo personal”.

En el poema ¿Por qué, Señor? Lugones inquiere a Dios por no haber salvado a una mujer amante: “Señor, si llenas cada hora de fresca vida renovada; si vistes de rosa la aurora y de púrpura la granada; ¿Por qué la divina escultura tan presto se rompe, Señor? ¿Era ella menos tu criatura que la más diminuta flor?”

En otro de sus poemas, Muerte al mito, su rebeldía contra Dios es total:

He aquí el nuevo dogma, Dios, 

lacerante yugo.

Es el primer tirano,

el primer verdugo.

La libertad le niega, 

la ciencia le suprime;

la libertad que alumbra,

la ciencia que redime,

a destronarle, picas.

¡Guerra a Dios. Muerte al mito!

Sus ideas religiosas dan otro cambio cuando en 1898 se adhiere a la Sociedad Teosófica en la llamada Rama Luz, sección de la que dos años después fue elegido secretario general y al año siguiente, 1889, ingresa en la masonería.

La teosofía, en su definición más breve, está considerada como una doctrina que tiene por objeto el conocimiento de Dios revelado por la naturaleza y la elevación del espíritu hasta la unión con la Divinidad.

Los biógrafos de Lugones, entre ellos Aníbal Zalazar Anglada en Modernismo y Teosofía, la visión poética de Lugones, coinciden en que el poeta entregó gran parte de su vida a la Teosofía, de la que escribió varios libros y numerosos artículos en las revistas Philadelphia y Sophia sobre el arte y la ciencia de la misma.

Pedro Luis Barcia, biógrafo de Lugones, ya citado en estas letras, escribe sobre la evolución ideológica y religiosa de Lugones. Buscó la verdad en el espiritismo, se metió en la masonería, coqueteó con las ciencias ocultas, fue dirigente de la teosofía, practicó un anarquismo anticlerical, entronizó a la diosa razón y, en sus últimos años, se acercó al cristianismo. El sacerdote Castellani, amigo del poeta, ya citado en estas letras, dice que Lugones dio “el último salto al cristianismo y lo hizo culturalmente. Empieza a convertirse por lo cultural. No llego a decir que fue una conversión religiosa, porque no podemos decirlo. Pero si cultural”.

El repetidamente citado Pedro Luis Barcia explica el sentido de la conversión a la que se refiere el sacerdote Castellani: “En un momento de sensibilidad del converso, que cuando entrando en una nueva modalidad está en el aire, porque todavía no sentó los pies en la siguiente, su espíritu frágil acepta cualquier alteración”.

No creo que Leopoldo Lugones llegara a experimentar una conversión a la manera del Nuevo Testamento, rendido a la obra salvadora de Cristo. Sí creo que cumplió un papel esencial como maestro del modernismo y que sus libros son una máxima aventura del idioma castellano.

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Artículos anteriores de esta serie sobre "Grandes escritores hispanoamericanos".

1.- El ‘boom’ literario hispanoamericano

2.- Miguel Ángel Asturias, el gran escritor de Guatemala

3.- La obsesión religiosa de Jorge Luis Borges

4.- ¿Creía en Dios Rubén Darío?

5.- Carlos Fuentes y el Dios de Nietzsche

6.- Dios existe en el Macondo de García Márquez

7.- José Martí, defensor de la Biblia

8.- Gabriela Mistral, poeta de Dios y de la tierra

9.- La sed espiritual de Pablo Neruda

10.- Jesús, el buen samaritano de Amado Nervo

11.- La Biblia en la poesía de Enriqueta Ochoa

12.- Octavio Paz, buscador del Eterno

13.- El Dios de Juan de Dios Peza

14.- Leopoldo Lugones, enemigo de Dios

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