Física cuántica y cosmovisión cristiana

Asociaciones y conciliaciones entre los descubrimientos de la física cuántica y la cosmovisión cristiana.

    13 DE AGOSTO DE 2023 · 08:00

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    La física de Dios (4)

    ¿Qué asociaciones y conciliaciones podemos hacer entre estos descubrimientos de la física cuántica y la cosmovisión cristiana relacionada al principio de nuestra serie con base en los pasajes que hemos citado del Nuevo Testamento?

    En primer lugar, la postulación especulativa pero científicamente necesaria de una realidad bidimensional mucho más vasta que sustentaría nuestro universo tridimensional puede evocar muy bien la existencia de lo que la teología llama “el cielo” o, por lo menos, de una realidad “espiritual”, independiente de este mundo material, pero más real y determinante que la realidad material de la que formamos parte y en la que nos desenvolvemos de forma cotidiana.

    Una realidad constituida por energía pura que perduraría aun cuando esta realidad derivada de ella y de carácter eminentemente material, perenne y contingente se estropee o deshaga, como sucede con nuestros cuerpos al morir, y que resulta entonces muy compatible con la afirmación bíblica en el sentido de que: “Volverá entonces el polvo a la tierra, como antes fue, y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio” (Eclesiastés 12:7).

    La prioridad que las realidades espirituales tienen, afirmadas por las religiones en general y por la Biblia en particular, y la convicción cristiana de que la conciencia humana, en la que reside fundamentalmente nuestro ser y nuestra identidad, trasciende la materia, el espacio y el tiempo tal y como los conocemos y no puede, por tanto, reducirse a ellos, está recibiendo entonces, respaldo de la ciencia.

    Al punto que, como nos lo informa Selbie: “Responder las profundas preguntas planteadas por sus descubrimientos obligó a estos científicos a considerar conceptos relativos a la conciencia, el pensamiento y la percepción: el ámbito tradicional de la filosofía y la religión. Aunque sus especulaciones se asientan en la lógica científica y pese a que llegaron a ellas de forma metódica racional y hasta matemática, los conceptos que emergen la interconexión, la conciencia, la inteligencia superior son sin duda no materiales”, llevando a estos científicos a expresarse en términos casi místicos que parecían reservados al ámbito de la religión.

    Nuestra naturaleza esencialmente espiritual también se ve confirmada por el hecho de que, en último término, nuestros cuerpos físicos visibles y palpables de carne y hueso son en un 99,99% espacio vacío y que los únicos componentes de él que parecen ser “materia” concreta, las partículas elementales que se mueven a velocidades vertiginosas en este espacio conforme a “patrones estables” son también, a la postre, energía en longitudes de onda de baja frecuencia que no son más que perturbaciones locales a esa enorme matriz bidimensional de energía vibrando a muchas más elevadas frecuencias de las que nuestro universo refleja y se pueden percibir con los recursos tecnológicos hoy disponibles, que parecieran estar llegando a sus límites de percepción experimental entre el macrocosmos de lo increíblemente grande y el microcosmos de lo increíblemente pequeño, haciendo de la fe algo necesario para poder acceder a este “reino”, sin que la ciencia pueda llegar a reemplazarla o hacerla innecesaria.

    El principio de incertidumbre de Heisenberg también puede ser una evidencia en el microcosmos cuántico de otras afirmaciones propias de la fe cristiana, que oscilan entre la determinación y la indeterminación de las cosas, o dicho de otro modo, entre la necesidad, la probabilidad y el azar. En teología, la determinación o la necesidad ha estado asociada a la soberanía de Dios por la que finalmente: “El Señor hace todo lo que quiere en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos sus abismos” (Salmo 135:6), de donde lo que Dios decreta o determina, sucede con seguridad de manera invariable, necesaria e inevitable.

    Esa misma determinación que llevó a Einstein a pronunciar su famosa frase en el sentido de que “Dios no juega a los dados” para indicar que Dios no había dejado nada del funcionamiento del universo al azar.

    Pero la indeterminación del principio de incertidumbre de Heisenberg sugiere que las determinaciones soberanamente establecidas por Dios en el funcionamiento del mundo físico y natural y de la misma historia humana, no son rígidas ni inflexibles, sino que dan un margen de maniobra suficiente a la afirmación bíblica sobre el albedrío y la consecuente responsabilidad humana, sin que estos puedan, sin embargo, malograr sus planes de manera definitiva.

    El periodista francés Guy Sorman entrevistaba en cierta oportunidad a uno de estos eminentes y más emblemáticos científicos de hoy en el sentido de si, a la luz de los descubrimientos de la física cuántica, la frase de Einstein podía seguir sosteniéndose, a lo que este científico respondió danto a entender que esta frase tendría que ser modificada más o menos de este modo: “Dios sí juega a los dados, pero los dados están cargados”, de donde las determinaciones procedentes de la soberanía divina y las contingencias procedentes del albedrío de seres humanos y ángeles pueden muy bien coexistir sin que este último deje de ser real ni eche a perder tampoco las determinaciones propias del plan de Dios para el universo, para la historia humana en general y para todos y cada uno de los creyentes en particular, por lo menos en lo que tiene que ver con su destino eterno.

    Esto es importante establecerlo, pues si bien esta serie hace uso de los descubrimientos de la física cuántica como respaldo de la cosmovisión cristiana  clásica, también hay que decir que, como nos lo informa Jeremy Royal Howard, apoyados en la indeterminación o incertidumbre que se manifiesta en las realidades cuánticas: “Estas singularidades hacen que algunos observadores concluyan que la MC [es decir, la Mecánica Cuántica] invalida la ley natural y la racionalidad, y nos deja con un universo incomprensible que no ha sido creado”. 

    Porque en el campo de la física cuántica existe también la creencia suscrita por algunos científicos minoritarios que afirman que las partículas cuánticas se originan y dejan de existir de manera natural y, como continúa informándonos el microbiólogo y apologista Jeremy Royal Howard a quien seguiremos citando hasta nueva orden: “algunos ateos destacados usan esto para afirmar que todo el universo «apareció» de la noche a la mañana de forma natural. No hace falta un Creador”. De ello hablaremos la siguiente semana.

    La llamada “Teoría del Caos” también se ha querido utilizar como argumento a favor de esto último, pero como lo aclara también el autor a quien venimos citando: “Con respecto a la Teoría del Caos, el propio nombre es engañoso. En realidad, solo dice que muchos sistemas físicos deterministas son tan sensibles a las condiciones iniciales, que no podemos predecir con exactitud su conducta futura a menos que comprendamos a la perfección ‘todas’ esas condiciones. Por lo tanto, lo que genera el aparente caos en la física es nuestra ignorancia y no la creación en sí”. 

    A este debate dedicaremos el siguiente artículo de esta serie sobre “La física de Dios”.

     

    Artículos anteriores de esta serie sobre "La física de Dios":

    1.- El mundo visible, reflejo del espiritual invisible

    2.- Rarezas cuánticas y la ‘otra realidad’

    3.- No hay materia, solo energía

    4.- Física cuántica y cosmovisión cristiana

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - Física cuántica y cosmovisión cristiana

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