Rarezas cuánticas y la ‘otra realidad’
Las evidencias en descubrimientos asombrosos de las realidades cuánticas sugieren otro mundo invisible.
30 DE JULIO DE 2023 · 08:00
La física de Dios (2)
Ese mundo espiritual invisible que se encuentra tras nuestro mundo material visible que comentábamos en el artículo anterior ha sido tradicionalmente negado por la ciencia, justamente, por no tener ninguna evidencia científica de él en lo que conocemos como “naturalismo científico”.
Joseph Selbie se refiere a él más bien como “materialismo científico”, un sesgo estrecho y reduccionista de gran parte de la ciencia actual que tiende a negar dogmáticamente la existencia de todo lo que la ciencia no pueda descubrir, estudiar ni demostrar objetivamente, en lo que se designa bien como “cientifismo”, “cientificismo” o la religión de la ciencia que se arroga así la última palabra sobre todas las cosas.
Pero esta evidencia está comenzando a aparecer de la mano de los descubrimientos y comportamientos asombrosos de las realidades cuánticas. Tan asombrosos que se suelen designar como ”rarezas cuánticas”.
Para no alargar esta serie más de lo que usualmente es, no me referiré a los experimentos ni las maneras en que se han establecido científicamente los siguientes comportamientos de las realidades cuánticas que justifican llamarlos “rarezas cuánticas”.
Me limitaré a mencionar la “rareza” en cuestión y a describir sumariamente en qué consiste, dejando para el lector interesado la indagación sobre sus aspectos más detallados y complejos.
La primera de estas rarezas es la llamada “dualidad onda-partícula” que como lo indica la expresión, significa que las partículas elementales estudiadas por la física cuántica se pueden comportar indistintamente como ondas tanto como partículas, lo cual no deja de ser asombroso.
Y lo que parece determinar o condicionar que se comporten de un modo u otro es la presencia de un observador, que sería en este caso el científico de turno, como si las partículas (¿o tal vez deberíamos decir “las ondas”?) supieran que están siendo observadas y con base en esto determinaran su comportamiento medible.
La segunda rareza cuántica plenamente establecida es el llamado “principio de no localidad”, que significa que las partículas elementales increíblemente pequeñas que constituyen la materia tal y como la percibimos con nuestros sentidos en nuestra escala de tiempo y espacio, están conectadas entre sí de manera “no local”, es decir que sus conexiones y los comportamientos producto de estas conexiones no se dan en nuestro tiempo ni en nuestro espacio, que son los únicos en el que parecen darse todas las conexiones que experimentamos a diario en nuestras vidas.
Dicho de otro modo, las partículas elementales no se conectan entre sí en el “reino” material en el que nos movemos, desenvolvemos y existimos, sino que sus conexiones son inmediatas y no están condicionadas al lugar y al tiempo en que se encuentren ubicadas en el plano de nuestra existencia, sino que, por decirlo así, sus conexiones hunden sus raíces en un reino diferente que la ciencia no ha podido descubrir, sino tan sólo postular.
La tercera rareza cuántica consiste en el llamado “principio de incertidumbre de Heisenberg” que establece que, al estudiar el comportamiento de las partículas cuánticas, no se puede establecer al mismo tiempo la masa (y la velocidad) junto con su posición simultánea.
El investigador debe decidir entre una de las dos, porque no puede obtener las dos. Si se decide por uno de estos datos, puede ciertamente obtenerlo, pero sacrifica el otro dato y viceversa.
Es como si las partículas observadas sólo estuvieran dispuestas a ofrecer a su observador uno de los dos datos deseados, pero no los dos al mismo tiempo, lo cual también da a entender que la presencia de un observador modifica en algún sentido el comportamiento de las partículas elementales.
Estas y otras rarezas más complejas (y éstas ya lo son bastante), sugieren la existencia de realidades alternas íntimamente conectadas con nuestro universo que, no obstante, se encuentran más allá de él y sólo pueden predecirse mediante modelos matemáticos que harían de su existencia algo necesario, pero que esperan ser todavía descubiertas por la ciencia, si es que la ciencia puede estar en algún momento en condiciones de descubrirlas.
Artículos anteriores de esta serie sobre la física de Dios:
1.- El mundo visible, reflejo del espiritual invisible
2.- Rarezas cuánticas y la ‘otra realidad’
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - Rarezas cuánticas y la ‘otra realidad’