Practicar y/o imponer el legalismo
La Biblia nada dice contra el que practique el legalismo por conciencia en su propia vida.
01 DE JUNIO DE 2025 · 08:00

Tradición, legalismo y libertad (3)
Estamos estudiando el legalismo, esa censurable actitud presente en la iglesia que tiende a reducir la práctica del cristianismo a una serie de normas y leyes detalladas que pueden llegar a ser cargas muy difíciles y molestas, muchas de ellas extemporáneas, cuando no sin ningún fundamento bíblico y producto de normas y tradiciones humanas.
Y expusimos que las advertencias bíblicas contra el legalismo se dan en tres frentes diferentes. Ya hemos analizado las dos primeras: la crítica del Señor Jesús contra las tradiciones rabínicas añadidas a la Ley en el Talmud judío; y que los preceptos de la ley de Dios no eran rígidos ni inflexibles.
Y por último vamos a entrar en una tercera y última.
Debemos precisar que, en realidad, la Biblia no tiene nada que decir en contra del que practique el legalismo por convicciones de conciencia en su propia vida.
Esto sucede con algunos creyentes excesivamente escrupulosos que se marginan de actividades culturales legítimas (como el baile o el consumo responsable de bebidas alcohólicas ꟷsiempre que se haga sin incurrir en ebriedad ni volverse adicto a ellasꟷ), debido a las asociaciones que para ellos puedan tener estas actividades a causa del uso y abuso que ellos hicieron de ellas en el pasado para la práctica del pecado.
En estos casos es aplicable que: “A algunos su fe les permite comer de todo, pero hay quienes son débiles en la fe y solo comen verduras. El que come de todo no debe menospreciar al que no come ciertas cosas, y el que no come de todo no debe condenar al que lo hace, pues Dios lo ha aceptado… Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero hay quien considera iguales todos los días. Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones” (Romanos 14:1-5).
Por eso, el problema con el legalista no es el legalismo que practica en su propia vida, sino su obsesión por imponérselo a los demás.
Esta actitud de imposición es la que Pablo condena diciendo:
“El problema era que algunos falsos hermanos se habían infiltrado entre nosotros para coartar la libertad que tenemos en Cristo Jesús a fin de esclavizarnos. Ni por un momento accedimos a someternos a ellos, pues queríamos que se preservara entre ustedes la integridad del evangelio” (Gálatas 2:4-5).
La denuncia final del legalismo por parte del apóstol radica, entonces, en la obsesión de los legalistas por imponer su legalismo sobre los demás.
A lo que hay que añadir el hecho de que, en realidad, el legalismo la mayoría de las veces no termina siendo más que una pose que poco o nada logra contra los apetitos de la carne, pues:
“Estos preceptos, basados en reglas y enseñanzas humanas, se refieren a cosas que van a desaparecer con el uso. Tienen sin duda apariencia de sabiduría, con su afectada piedad, falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero de nada sirven frente a los apetitos de la naturaleza pecaminosa” (Colosenses 2:22-23).
Más bien, termina siendo con frecuencia un yugo de esclavitud que estorba o impide el ejercicio responsable de nuestra libertad cristiana, pues:
“Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1)
-------------------
Serie sobre “Tradición, legalismo y libertad”
1.- ‘Por tradición anulan la palabra de Dios’
2.- ¿Una Ley de Dios rígida e inflexible?
3.- Practicar e imponer el legalismo
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - Practicar y/o imponer el legalismo