Feminismo y rol de la mujer

El feminismo rectamente entendido debería promover, no la supresión indiferenciada de roles, sino la corrección y ajuste de los roles distorsionados históricamente por el machismo y también últimamente por la ideología de género.

14 DE AGOSTO DE 2022 · 08:00

Chevanon Photography, Pexels,mujer trabajando, mujer obrera
Chevanon Photography, Pexels

Sociedad patriarcal, machismo y feminismo (3)

Pasando ahora al rol de la mujer, en Génesis 1:18-23, la Biblia la designa como la “ayuda idónea” o “adecuada” en la relación. Y al margen de cómo entendamos esta expresión, lo cierto es que no parece haber en ella nada ofensivo o que apunte a una subordinación obligada o necesaria, sino más bien a una función que la mujer desempeña en un plano de igualdad con el varón.

Para utilizar términos de hoy que pueden servir un poco para entender su rol, la mujer es una especie de calificada “asesora” en la relación. Y hasta donde podemos ver hoy, los asesores no son necesariamente subordinados de los asesorados, sino colaboradores de ellos en un plano de igualdad y con una independencia de criterio tal que asegure su capacidad para opinar e incluso su derecho a disentir respetuosamente con el asesorado que, ya sea que tenga o no en cuenta el consejo del asesor para su propio provecho o perjuicio, debe tomar finalmente la decisión respectiva.

Así, pues, la mujer está llamada a enriquecer el cuadro con sus aportes y brindar de este modo al hombre más elementos de juicio para decidir y dirigir constructivamente a la familia.

Es de tanta importancia el papel de la mujer como ayuda idónea del varón que en el acróstico que cierra a manera de epílogo el libro de los Proverbios leemos un elogio de la mujer ejemplar que describe tal cantidad de actividades en que se desempeña con ventaja y excelencia que no puede más que suscitar admiración en todo el que lo lea.

Y valga resaltar que estas actividades no las desarrolla opacando al varón o en competencia con él, sino con su respaldo y complacencia “Su esposo confía plenamente en ella… Su esposo es respetado en la comunidad; ocupa un puesto entre las autoridades del lugar… Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba: «Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú las superas a todas»” (Proverbios 31:11, 23, 28).

De aquí también se puede afirmar su capacidad para los negocios y no sólo para las exigentes labores del hogar, puesto que: “Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias planta un viñedo… se complace en la prosperidad de sus negocios” (Proverbios 31:16, 18).

Como puede verse, el rol de la mujer como ayuda idónea del varón no es sólo un motivo de admiración hacia la mujer ejemplar, sino también un apoyo invaluable para todo varón, de dónde no se equivoca aquella frase que dice que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, que busca no ignorar ni opacar, por causa del machismo imperante, el aporte de la mujer a la sociedad.

El deficiente ejercicio por parte del varón de su rol y de su responsabilidad como cabeza que lo ha arrojado al nefasto machismo, ha dado lugar históricamente y por puro instinto de conservación a una reacción defensiva por parte de las mujeres, igualmente inconveniente que el machismo al que busca combatir.

Nos referimos al feminismo. El feminismo, si bien comprensible y sin perjuicio de las necesarias matizaciones que haremos en su momento, ha llevado sus reivindicaciones al extremo y como tal, termina convertido en una postura igualmente equivocada que el machismo.

Si el machismo sacrificaba la igualdad de valor del hombre y la mujer en aras de la presunta superioridad del rol del varón por encima del de la mujer, el feminismo extremo hace todo lo contrario. Es decir que en nombre de la igualdad de valor entre el hombre y la mujer suprime la distinción de roles entre ambos. 

Así, en el feminismo las mujeres no quieren tan sólo recuperar su dignidad humana a la par con los hombres, sino que, por decirlo de algún modo, quieren ellas mismas ser hombres al suprimir las distinciones entre los roles masculinos y femeninos. Y al borrar de manera artificial y forzada estas diferencias el panorama resultante es el que ya comenzamos a ver a nuestro alrededor con las reivindicaciones sociales alcanzadas por el feminismo y los efectos colaterales que comienza a padecer. En efecto, el feminismo ha alcanzado conquistas valiosas que el cristianismo está obligado a secundar y promover, tales como el derecho al voto y a las oportunidades laborales cada vez en plano de mayor igualdad con los hombres, entre otros logros.

Pero al amparo de estas necesarias conquistas ha terminado arrastrando sus propios lastres que, a la postre, pueden terminar borrando con el codo lo que se construyó con la mano, como está tomando ya conciencia un sector del feminismo al ver como la ideología de género desea apoyarse en estas conquistas y hacer causa común con el feminismo para obtener otras reivindicaciones que van en perjuicio de las causas feministas. 

Y es que el feminismo termina reclamando una igualdad tal entre hombre y mujer que, a su sombra, se pretende anular incluso las obvias diferencias físicas entre ambos que son, justamente, las que hacen al hombre y a la mujer indistintamente aptos para desempeñar con ventaja ciertos roles especializados en la sociedad, todos ellos igualmente importantes y necesarios en el seno de la comunidad.

Porque, así como los varones no deben utilizar la variedad de roles de manera impositiva ni para establecer jerarquías de poder que, sin ninguna base bíblica, terminen fomentando la desigualdad y dando pie a la opresión injusta de unos hacia otros, tampoco las mujeres deben esgrimir la igualdad de valor para promover una absoluta e indiferenciada identidad de roles.

El actual estado de cosas hace difícil para las feministas que buscan reivindicaciones más que justas para la mujer, ver los lastres inconvenientes que el feminismo ha ido arrastrando e incorporando gradualmente a sus causas y a su discurso al optar por la ideología de género, pues de entrada para ellas el matrimonio planteado de esta manera, con el hombre como cabeza y la mujer como ayuda idónea o adecuada ya es desigual (lo cual es cierto, pues sus roles no son exactamente los mismos), y por lo mismo injusto (lo cual es falso, pues estos roles diferenciados no son arbitrarios ni implican superioridad de uno respecto del otro), pues desigualdad no significa necesariamente injusticia. Además, estas feministas equiparan esta desigualdad a una sujeción obligada de la mujer respecto del hombre, lo cual tampoco es cierto, pues de lo que hablamos aquí no es de una sujeción impuesta para privilegiar la voluntad de uno por encima del otro, sino de una sujeción mutuamente acordada para el mejor logro de objetivos e intereses comunes.

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Índice de la serie sobre “Sociedad patriarcal, machismo y feminismo”

  1. Dios, machismo y feminismo
  2. La raíz del machismo
  3. Feminismo y rol de la mujer
  4. El equilibrio en la relación hombre-mujer
  5. Machismo, feminismo e ideología de género
  6. Pastorado de la mujer

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - Feminismo y rol de la mujer