El pecado: solución divina y sobrenatural
El Dios justo que condena el pecado, prometió respuesta, y envió a su Cordero a morir en nuestro lugar suprimiendo toda maldición y atadura al pecado y al diablo.
29 DE SEPTIEMBRE DE 2024 · 08:00

Acerca del pecado y los pecadores (y 4)
En nuestras entregas anteriores analizamos lo relativo a la esclavitud física y espiritual que nos genera el pecado, así como la manera en que este llega a nosotros, además de la herencia de una naturaleza caída, el mundo de hoy influye mucho en exacerbar el pecado inmanente en nosotros.
La Biblia es la historia del amor de Dios, quien a pesar de que su más dilecta creación, hecha a su imagen y semejanza, se rebeló contra Él en el Edén, ahí mismo, en el Paraíso y luego de sentenciar a Eva, Adán y la serpiente; ese mismo Dios justo, pero lleno de amor, gracia y misericordia le prometió al hombre una solución al pecado cometido, justo al sentenciar la caída definitiva del diablo:
«Dios el Señor dijo entonces a la serpiente: “Por causa de lo que has hecho, ¡maldita serás entre todos los animales, tanto domésticos como salvajes! Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente [la descendencia de la mujer que es Cristo] te aplastará la cabeza, pero tú le herirás el talón» (Génesis 3:14-15).
Jesucristo como descendencia de la primera mujer que pecó, nació sobrenaturalmente de una virgen, predicó, sanó y liberó gente de la posesión demoníaca, murió aun siendo inocente en la cruz para nuestra redención (en sustitución nuestra) y resucitó al tercer día para la sentencia final de Satanás y su reino tenebroso. Así Dios cumplió su promesa profética dada en Génesis 3:15, de enviar a su Cordero a morir en nuestro lugar y suprimir toda maldición, y atadura al pecado y al diablo.
La solución definitiva al pecado
Como ya lo hemos dicho, Jesucristo es la única solución al pecado, porque ha sido el único que descendió del cielo para pagar y libertarnos del pecado, es el único perdonador y Salvador.
«Y este es el mensaje que hemos oído de parte de él y les anunciamos: Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas. Si decimos que tenemos comunión con él y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Pero si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso y su palabra no está en nosotros» (1ª Juan 1:5-10).
Además de la redención por medio de su sangre, Jesucristo nos ha dado paz con el Padre (Romanos 5):
«Porque, aun siendo nosotros débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Difícilmente muere alguno por un justo. Con todo, podría ser que alguno osara morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Luego, siendo ya justificados por su sangre, cuánto más por medio de él seremos salvos de la ira. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, cuánto más, ya reconciliados, seremos salvos por su vida...» (5:6-10).
Por causa de la desobediencia de Adán heredamos la naturaleza pecaminosa y la muerte, pero gracias a Cristo «el postrer Adán», recibimos perdón, salvación y vida eterna.
«Por esta razón, así como el pecado entró en el mundo por medio de un solo hombre, y la muerte por medio del pecado, así también la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron...
Porque si por la ofensa de uno reinó la muerte por aquel uno, cuánto más reinarán en vida los que reciben la abundancia de su gracia y la dádiva de la justicia mediante aquel uno: Jesucristo. Así que, como la ofensa de uno alcanzó a todos los hombres para la condenación, así también la justicia realizada por uno alcanzó a todos los hombres para la justificación de vida. Porque como por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también, por la obediencia de uno muchos serán constituidos justos (Romanos 5:12,17-19).
Consecuencias eternas del pecado
Como ya lo señalamos, el pecado sin la redención de Cristo no sólo mata el cuerpo, también el alma por la eternidad. El propio Jesús nos indica las consecuencias del pecado, pero a la vez nos da esperanza al mostrarnos cuán grande es el amor y la misericordia de Dios Padre.
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por él. El que cree en él no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz ha venido al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que practica lo malo aborrece la luz y no viene a la luz para que sus obras no sean censuradas. Pero el que hace la verdad viene a la luz para que sus obras sean manifiestas que son hechas en Dios...
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él» (Juan 3:16-21,36).
Finalmente
Para ser libres del yugo del pecado y salvos de la muerte eterna que el mismo le causa a todos los seres humanos, es necesario que recibamos en nuestro corazón a Cristo, arrepintiéndonos de nuestros pecados, aceptando su perdón y sacrificio en la cruz por amor a nosotros para darnos vida eterna; todo por su infinita gracia, por medio de la fe, y no es por obras como enseñan todas las religiones.
«Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes pues es don de Dios. No es por obras, para que nadie se gloríe» (Efesios 2:8-9). Por cierto, ¿ha recibido usted a Jesucristo como su único Señor y Salvador?, no olvide que «Jesús le dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”» (Juan 14:6).
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Último artículo de este serie sobre "Acerca del pecado y los pecadores"
1.- Acerca del pecado y los pecadores
2.- Pecar por naturaleza y por voluntad propia
3.- Esperanza a la esclavitud del pecado
4.- El pecado: solución divina y sobrenatural
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - El pecado: solución divina y sobrenatural