Acerca del pecado y los pecadores
El pecado no se originó en el Edén, sino en el mismo cielo.
08 DE SEPTIEMBRE DE 2024 · 08:00

Acerca del pecado y los pecadores (1)
El tema del pecado es poco tratado en las iglesias y vagamente conocido por los creyentes, pero es fundamental saber qué significa, de dónde viene, cómo se genera, qué relación guarda con la tentación, entre otros importantes asuntos.
Muchos piensan que el pecado se originó en el Edén, cuando Adán y Eva sucumbieron ante la tentación de la serpiente y comieron del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal; pero todo buen estudioso de las Sagradas Escrituras sabe muy bien que el pecado nació en el mismo tercer cielo cuando Luzbel se rebeló contra Dios y quiso robarle la gloria, siendo echado él y un número incontable de ángeles que fueron seducidos y engañados por él (Isaías 14:12-14; Ezequiel 28:13-17).
Quien un día fuera un esplendoroso querubín, terminó convirtiéndose por causa de su pecado de rebelión en el diablo o Satanás y condenado por Dios al lago de fuego eterno donde un día será echado él y los ángeles caídos cuando sea cumplido el tiempo. Es así como desciende al Edén y tienta primero a Eva y esta a Adán.
«Tomó, pues, el Señor Dios al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo guardara. Y el Señor Dios mandó al hombre diciendo: “Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás”» (Génesis 2:15-17).
Tiempo después, no sabemos a ciencia cierta cuánto, nuestros primeros padres desobedecen a Dios, comen del fruto del árbol prohibido, y así el pecado entra al mundo y trae tras él la muerte; lo demás es historia conocida: Hasta el día de hoy la humanidad está pagando las consecuencias de tan deliberado e irresponsable acto de rebelión.
Acerca del pecado
Este es un tema presente a lo largo de toda la Biblia, así como el amor redentor de Dios. El pecado es toda desobediencia a Dios, la cual atenta directamente contra Él.
Toda violación a los Mandamientos y a la Ley de Dios en general es catalogada como pecado. A partir de Adán y Eva todos somos pecadores, nadie puede tirar la primera piedra.
Así como Dios creó a los seres celestiales y les dio libertad de obedecerle o no, Él otorgó la misma libertad de decisión y actuación al hombre tras crearlo, ellos pudieron rechazar la diabólica oferta de la serpiente, pero voluntariamente aceptaron pecar.
De manera que el pecado es voluntario, es nuestro libre albedrío el que decide obedecer a Dios o rebelarse. Cuando vino la satánica oferta a Eva, en vez de rechazarla de inmediato «la mujer vio que el árbol era bueno para comer, apetecible a los ojos, y codiciable para alcanzar la sabiduría. Tomó entonces uno de sus frutos, y lo comió; y le dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió. En ese instante se les abrieron los ojos a los dos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entonces tejieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas» (Génesis 3:6-7).
Esa reacción de nuestros primeros padres se ha venido repitiendo a lo largo de los siglos hasta hoy, mañana y hasta que Dios destruya esta creación tras el reinado milenial de Cristo que está muy cerca de comenzar (Apocalipsis 20:1-10). ¡Qué tontería de los hombres el pretender pecar voluntariamente y luego querer tapar su falta con ‘hojitas de higueras’ (representadas hoy por las religiones que tratan de cubrir su desnudes moral y de salvarse de su pecado a su manera)!
Cuando Dios busca a Adán y Eva, y los ve avergonzados y cubriendo lo incubrible, «le preguntó Dios [a Adán]:
—¿Quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del que te mandé que no comieras?» (Génesis 3:11).
Luego viene la sentencia divina condenatoria individual, porque cada quien pecó por decisión propia; para la mujer, el hombre y la astuta serpiente. Por causa del pecado entra la advertida muerte física y eterna. A partir de ahí nuestra inclinación a pecar viene en nuestros propios genes y se conoce bíblicamente como «concupiscencia» o «pasiones bajas, incorrectas».
A partir de ellos el pecado viene a través de nuestra concupiscencia heredada, por causa de la desobediencia y rebelión en el principio de la creación.
«Nadie diga cuando sea tentado: “Soy tentado por Dios” porque Dios no es tentado por el mal, y él no tienta a nadie. Pero cada uno es tentado cuando es arrastrado y seducido por su propia pasión [concupiscencia]. Luego esa pasión, después de haber concebido, da a luz el pecado; y el pecado, una vez llevado a cabo, engendra la muerte» (Santiago 1:13-15).
Esto significa que:
1.- Llega la tentación a nuestro lado espiritual y moral flaco,
2.- Activa lo que le gusta a nuestra carne,
3.- La pasión concibe en nuestra mente y corazón,
4.- Nace el pecado,
5.- Cometemos o practicamos el pecado,
6.- Este genera la muerte física y eterna (de nuestra alma).
Estos son seis pasos que se pueden dar despacio o muy rápido, dependiendo de la circunstancia y la mala motivación de nuestra voluntad.
En la próxima edición seguiremos analizando el origen, significado y repercusión del pecado en nuestra vida y el mundo entero...
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Acerca del pecado y los pecadores