El hombre en soledad

Nunca fue la voluntad de Dios que existiera una sola persona en soledad.

    05 DE ENERO DE 2025 · 08:00

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    Hubo un hombre que quedó en soledad cuando se escondía de Dios tras un seto. “¿Dónde estás tú, hombre?”, lo llamó su Padre y Creador. Pero el hombre se escondía porque había roto su amistad con Dios.

    Hubo un hombre que quedó en soledad cuando mató a su hermano porque se llenó de envidia contra él. Dios le tuvo que mandar alejarse de su familia y de su hogar. Acabó errando en solitario por tierras inhóspitas, lejos de Dios y de todos.

    Hubo un hombre que quedó en soledad cuando despertó de su borrachera y descubrió que bajo la manta con la que sus hijos lo habían cubierto estaba vergonzosamente desnudo. Se sintió por primera vez solo y desgraciado.

    Otro hombre quedó en soledad porque sintió miedo ante la amenaza de una bruja, quien prometió decapitarlo. Entonces, caminó por el desierto mucho tiempo, encontró un árbol, se echó bajo el enebro y deseó la muerte. Pensaba que no había en toda la tierra nadie tan solo y desdichado como él.

    Hubo un hombre que quedó en soledad cuando despilfarró todo lo que poseía en bacanales y mala vida. Entonces, completamente arruinado, descubrió que no tenía amigos verdaderos y que solo aquellos cerdos que cuidaba.

    Hubo un hombre que quedó en soledad porque lo asaltaron, le robaron todo lo que llevaba encima y lo apalearon sin piedad, hasta quedar medio muerto en un solitario camino entre Jericó y Jerusalén.

    Otro hombre quedó en soledad porque negó hasta tres veces a su Maestro; y después pensó que para él ya no había salvación. Aunque se equivocaba, la sensación de soledad que le produjo su traición fue tan desesperante que pensó en abandonar su servicio a Dios y volver a ser un simple pescador.

     

    Jesús de Nazaret murió en la cruz en la más absoluta soledad, abandonado por sus amigos, rechazado por su pueblo y desamparado por su Padre Celestial. Hizo todo esto para que la deuda del hombre fuese pagada y lograr que nadie muera en una cárcel de olvido y soledad, sintiendo desamparo y vacío.

     

    Para todos los hombres que nacen, crecen y mueren esclavos del pecado y asediados por la soledad, hay una buena noticia. Por la fe en Jesús, recuperamos la condición de hijos y, si nos arrepentimos de todo lo malo, el Padre Celestial nos recibe y nos invita a tener una relación con Él. Jesús ha vencido nuestra soledad y nos enseñó a hablar con Dios, llenos de confianza, con la seguridad de que Él nos escucha y está presente cada día a través de su Santo Espíritu. Si recuperamos la comunión con Dios, también sanaremos las relaciones con el resto de los hombres. ¡Porque nunca fue la voluntad de Dios que existiera un solo hombre en soledad!

    Aquí tienes un cortometraje que hicimos como grupo de conexión de hombres en el que ponemos en escena de forma sencilla y cariñosa esta poderosa verdad:

    Y por si te da curiosidad:

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Soliloquios - El hombre en soledad

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