El copero y el panadero

Dentro de nosotros hay dos oficios fundamentales en interacción: un copero y un panadero.

05 DE FEBRERO DE 2023 · 08:00

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Esta semana os traigo una meditación que versa sobre dos oficios que nuestro Rey nos ha asignado: el oficio de copero y el oficio de panadero.

Mi artículo está basado en la historia de José, especialmente en el tiempo de la cárcel.

Génesis 40:1-4 Después de estas cosas, sucedió que el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor, el rey de Egipto.  Y Faraón se enojó contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos. Y los puso bajo custodia en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel, en el mismo lugar donde José estaba preso. El capitán de la guardia se los asignó a José, y él les servía; y estuvieron bajo custodia por algún tiempo.

Dentro de nosotros hay dos oficios fundamentales en interacción: un copero y un panadero. Estos dos roles o profesiones nos han sido encomendadas y están bajo nuestra responsabilidad, como lo estaban el copero y el panadero bajo la custodia de José y éste les servía.

Curiosamente, fue el paso previo para llegar a la meta del propósito de Dios en la vida de José. Es decir, lo que separaba a José de su destino era servir bien al copero y al panadero. De la misma manera, lo que nos abre las puertas del llamamiento y determina lo efectivos que somos será cuán sabia y diligentemente atendamos al copero y al panadero que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado.

 

Dentro de nosotros hay un panadero

Todos, de una forma u otra, tenemos un servicio, un trabajo, un cúmulo de responsabilidades, o un grupo de personas que nos han sido confiadas para que las cuidemos; una posición de liderazgo que demanda, si no todo, mucho.

Yo soy panadero. Doy de comer a mucha gente. Con mis mensajes, con mi pastoreo, con mi trabajo en radio y televisión, con estos soliloquios, con mi servicio en general. He de cumplir las palabras de Jesús a sus discípulos: "¿Quién es, pues, el mayordomo fiel y prudente a quien su señor pondrá sobre sus siervos para que a su tiempo les dé sus raciones?" (Lucas 12:42). Es decir, tenemos que alimentar a la multitud, servirles, hacer de cocineros y camareros a la vez... El Maestro sigue diciendo "dadles vosotros de comer".

 

Llamados como coperos a servir a nuestro Rey

Debemos levantarnos por la mañana y prepararle una habitación donde Él se sienta confortable, y un trono limpio y listo donde se siente a reinar. Debemos crecer en nuestra amistad e intimidad con Él, hasta que sepamos lo que le agrada y lo que no, hasta que entendamos cómo se siente y lo que hay en su corazón, que con una sola mirada o suspiro que emita podamos reaccionar y hacer justo lo que Él está deseando. Él ser coperos tiene que ver con nuestra intimidad y amistad con Jesús.

Tengamos en cuenta que el copero era el hombre de suma confianza para el rey, quien prevenía un envenenamiento intencional o una bebida y comida en mal estado. Se convertía, con el paso de los años en un confidente.

 

Coperos, los representantes con mayor responsabilidad

En Isaías capítulo 36 y 37 aparece la figura del Rey (en este caso, un enemigo de Israel) Senaquerib y su Rabsacés (o copero mayor). Es, lógicamente, un ejemplo nefasto de hombres altivos que se rebelaron contra el Señor y fueron castigados. Sin embargo, si leéis esta historia, podéis notar que Senaquerib estaba tomando otras ciudades y quien viene contra Jerusalén es el Rabsacés. En aquel tiempo arcaico las comunicaciones eran muy complicadas. Imagino que el Rabsacés no estaba mandando a un mensajero para consultar a Senaquerib en cada decisión. Por lo tanto, tenía confianza y libertad para representar a su Rey, porque era su hombre de mayor confianza. El copero mayor conocía perfectamente a su Rey, sabía cuál era su voluntad y sin duda tenía un carácter y un sentir similar al de Senaquerib. Por eso sus palabras equivalían a las del rey, y Dios juzgó al rey asirio por lo que dijo e hizo su Rabsacés. Esto sí que es de mucha enseñanza.

Nosotros debemos llegar a ese grado de relación con el Rey en el que adquiramos su carácter y sentir, conozcamos su voluntad y podamos representarle con la misma fidelidad que lo hizo el copero mayor en esta historia, o mejor dicho, como lo hizo Jesús al venir a la Tierra a representar a su Padre.

Nuestro Salvador fue el fiel reflejo del Padre y lo representó a la perfección. ¿Por qué? No solo porque vino de Él y porque siempre ha estado con el Padre, sino por su íntima relación con el Supremo Rey, así conoció al Padre en sus días como hombre a la perfección y recibió instrucción de todo lo que debía hacer. Esta es la voluntad de Dios para nosotros. No podemos representar a Dios con otro espíritu, dejándole en mal lugar o haciendo lo que no está en su voluntad. La responsabilidad es demasiado grande y por eso se requieren coperos que vivan en todo el significado de dicho oficio.

 

El Copero y Panadero ejemplar

¿Quién si no Jesucristo mismo es nuestro panadero ejemplar? Es de mucho valor para mí verle, especialmente en el último año de ministerio y en los días de más persecución, apartándose para estar con el Padre, en su oficio de copero. Y temprano en la mañana se reunía con los discípulos o iba donde estaba la multitud para alimentarles con su amor, su poder y verdad, siendo así el Gran Panadero.

Pero tomaba tiempos de soledad, renovándose, escuchando al Padre, poniéndose en sintonía con el Espíritu, para después ser el mejor panadero: el que da un pan de vida eterna. “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35 ).

 

Me debo a ambos oficios

Debo ser leal como panadero. Esto requiere una dedicación. No podemos servir de cualquier forma, debemos prepararnos, estudiar la Palabra, llenarnos del Espíritu, dedicarle tiempo a nuestro trabajo y responsabilidad para desempeñarlo con excelencia. Y no sólo me refiero a la predicación o ministerio de enseñanza... ¿Qué diremos de la alabanza? ¿Y del pastoreo? ¿O lo diaconal: lo técnico y logístico? ¿O ministrar a nuestra propia familia? ¿Ser maestro, juez, policía? Etcétera.

Y debo ser leal como copero. Me debo también a esa labor diaria de atender a mi Señor y estar junto a Él. Es una dedicación altísima, la que se requiere para llegar a ser un buen copero. Pensemos en todo lo que era y hacía el copero y nos veremos allí reflejados.

 

¿Dos oficios en competencia o en colaboración?

¿Cómo ser panadero sin descuidar al copero? Y viceversa: ¿Cómo ser copero sin descuidar al panadero? Son dos lealtades que se pueden ver en competencia... Aunque lo cierto es que no deben estar enfrentados, sino todo lo contrario, en complemento, en colaboración, coordinados. Y ahí está el asunto: mantener el equilibrio. Por una parte, cuido mi relación y servicio personal al Rey; por la otra doy la comida 'a tiempo' para todos los que dependen de mí en cuanto a alimentarse.

Ambos oficios, llevados en equilibrio y orden, van a ser un complemento extraordinario... Cuando tomo tiempo como copero recibo la materia prima y la unción para preparar una comida que pueda alimentar espiritualmente a otros. De la misma manera el panadero equipa y fortalece al copero, porque la palabra o el servicio en ese rol público a los primeros que fortalece y equipa es a nosotros para ser mejores en el ministerio secreto de coperos.

Estos dos oficios son tan importantes que, bien atendidos, serán los que nos abran la puerta del destino que Dios tiene para nosotros. Si no los cuidamos debidamente no podremos llegar al lugar del propósito del Rey con cada uno, al igual que para José supuso el paso previo antes de ver sus sueños materializados.

 

Funcionamiento del oficio de copero y panadero

Para terminar con esta importante enseñanza quiero meditar con vosotros en la dinámica del funcionamiento en este doble oficio de coperos y panaderos:

  • El día a día del copero y el panadero

Hay que darle a cada área de nuestro doble oficio su tiempo específico y su espacio adecuado.

Dentro de cada jornada, busquemos satisfacer los requerimientos del copero y del panadero. Tomemos nuestro lugar ante el Rey como coperos y démosle la máxima dedicación: espíritu, alma y cuerpo. Y vivamos con presteza y valor las horas del día que representan nuestro rol de panaderos. Ambas cosas son buenas, son para el Señor, son adoración… ¡Pero qué problema tan grande se puede formar si perdemos el balance!

  • El privilegio de cenar con Jesús cada día

Lo interesante es descubrir que cuando nosotros hemos puesto nuestro empeño en ser buenos panaderos y coperos, el Señor nos recompensa con creces: ¡Se ciñe para servirnos Él a nosotros! Nos ministra y nos da de cenar: Lucas 12:36-38.

36 y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. 37 bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. 38 y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. 

¡Qué honra! ¡Qué privilegio! Que el Rey baje de su trono y nos siente a la mesa para servirnos, a modo de camarero. Dejando a un lado la faceta escatológica de estas palabras de Jesús, podemos aplicarlas a nivel personal y cotidiano. Entiendo sencillamente que, para un siervo fiel y comprometido en trabajar para Jesús como panadero y copero, va a desatarse un nivel de relación y de confianza tan grande que el Señor va a querer ministrarnos personalmente, y a la vez interactuar con nosotros como auténticos amigos.

 

La restauración viene a través del copero

No estamos exentos, ninguno de nosotros, de poder caer en una crisis espiritual, personal, familiar o de cualquier otra índole. Sin entrar en lo que haya provocado ese bache emocional o esa debilidad puntual, ni en la duración que dicha prueba pueda tener, lo que sí podemos asegurar es que el oficio de panadero jamás te saca del atolladero, ¡es el copero!

Cuando Faraón se enfada con ambos servidores restauró al copero, pero ejecutó al panadero. Si pasamos por un tiempo de tribulación, de bajón o flaqueza, que no se nos ocurra remontar el vuelo y restaurar nuestro bienestar a través del quehacer y ajetreo del panadero. ¡Jamás! Eso es un engaño religioso; un parcheo... Después de un tiempo la problemática volverá a aparecer... y peor aún.

Aprendamos de la Palabra: Faraón restauró al copero y el copero sacó a José de la cárcel. Ese es el camino.

Dios nos llama siempre a retornar a su Presencia como coperos, es decir, como sus amigos íntimos, sus confidentes y servidores del secreto. Desde allí (desde esa posición de coperos) resurgirá también un nuevo tiempo y nivel como panaderos: con una dimensión superior de servicio al Rey; con más amor, dependencia de la gracia divina, pasión y sabiduría.

 

Siempre queda el copero

Lucas 10:42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

La parte que queda y que no nos será quitada es la de coperos. Por la eternidad le vamos a ministrar como real sacerdocio. Nuestra relación con el Cordero y la adoración que vamos a dispensarle serán por la eternidad. Dice también en Apocalipsis que le vamos a servir, pero ¿en qué? ¿cómo? ¿Cuál será nuestra labor como panaderos? No lo sabemos. Lo que sí sabemos con toda seguridad es que quedará el copero.

Por eso, nunca debemos forjar nuestra identidad en lo que hacemos como panaderos, sino en nuestro lugar y papel como coperos, porque eso siempre va a quedar (no nos será quitado). Hoy puedo estar siendo usado por el Señor en una determinada tarea, y mañana en otra, pero mi llamado a servirle como copero siempre me acompañará.

Si entendemos esto nunca vamos a estar ociosos o frustrados en la casa de Dios ¡Ya tenemos la mejor parte! ¡No hay nada más sublime que podamos hacer en la vida que ser sus coperos! Lo demás es por añadidura.

 

¡El copero tenía la respuesta! 

Cuando el Faraón estaba desesperado y nadie le podía ayudar ¿Quién tenía la respuesta? La tenía el copero. Él había conocido al hombre de Dios que traería salida a la situación que se iba a desencadenar en Egipto y en todo el mundo. Lo que el copero conoció en la oscuridad de la cárcel (recluido y con una experiencia dramática) sería hecho público en el instante preciso y para regocijo de todos.

Si somos hombres y mujeres de la Presencia de Dios vamos a tener respuestas para los hombres y para este mundo en crisis. Nuestro contacto con Dios, nuestras experiencias junto al Salvador van a ser la palabra de sabiduría, la luz y la medicina que están buscando muchos hombres, y la sociedad en general. Pero no es lo mismo hablar de lo que vivimos con Jesús, cerca de Él como coperos, que un cristianismo nominal, sin poder y sin frescura. Esto no será respuesta para nadie, ni siquiera para nosotros mismos.

 

Conclusión

Quiera Dios que las claves y exhortaciones que el Señor nos ha dejado en estas líneas no se nos olviden, sino que queden grabadas para siempre en nuestro corazón. Sobre todo, repito esta sentencia tan tipológica y llena de ánimo: lo que nos va a abrir las puertas del llamamiento y determinará la calidad de nuestro servicio va a ser cuán sabia y diligentemente atendamos al copero y al panadero que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado. 

Estos dos oficios son tan importantes que, bien atendidos, serán los que nos abran la puerta del destino que Dios tiene para nosotros.

De la cárcel José pasó al palacio, pero entre medias aparecieron un panadero y, sobre todo, un copero.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Soliloquios - El copero y el panadero