Ver y vivir la gloria de Dios

Moisés pidió a Dios que le mostrara su gloria.

    07 DE FEBRERO DE 2025 · 08:00

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    Aperture Vintage, Unsplash

    ¿Qué te viene a la mente cuando escuchas la frase: la gloria de Dios? Posiblemente brillo, fulgor, luz o poder. Probablemente pienses en el cielo o en un impactante resplandor, grandeza o infinitud. Impacto sobrenatural; manifestación grandiosa. Pero te va a sorprender qué es la gloria de Dios.

    El viejo Moisés, aprovechando que la gracia le sonreía, pidió a Dios que le mostrara su gloria. Ante las obras portentosas de Dios como abrir el Mar Rojo o las plagas en Egipto, seguro esperaba algo aun más impactante. ¿Qué podía ser más espectacular que lo que había visto? ¿O es que suponía que la gloria de Dios es mucho mayor, pero totalmente diferente a lo experimentado? Desde nuestra perspectiva y a miles de años de distancia, lo vivido por Moisés desde la zarza ardiendo es la gloria de Dios, pero el legislador va por mucho más. No compra la primera oferta ni se va con un auto de medio uso. Tiene tanto tiempo conociendo a Dios como para saber que lo que hace no se compara a lo que Él es; y que por portentoso que sea su milagro, sigue siendo como nada ante su infinitud. Así que pidió ver la gloria de Dios (era muy íntimo de Dios para pedir algo así).

    ¿Y qué hizo Dios? ¿Cómo mostró su gloria?

    Podía crear un nuevo universo a la vista de Moisés y nos habría parecido una excelente respuesta; pero la Escritura dice que escondió a Moisés en la hendidura de la peña para proclamar mientras pasaba delante de él:

    Yahwéh, Yahwéh, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad… (Ex. 34:6-7; 33:18-19).

    ¡Wow! ¡La gloria de Dios está en su misericordia! Esto incluye esconderlo en la hendidura de la peña, fiel figura de Cristo como la Roca herida en la cual somos salvos y aceptos a Dios, para mostrarnos la gloria de Dios. Quien conoce la misericordia de Dios en Cristo, ha visto la gloria de Dios.

    De manera que si quieres ser glorioso no busques ser brillante, notorio o poderoso, sino misericordioso. Reconozco que hay cierta gloria en las características anteriormente citadas, pero no la gloria más alta. Vuelvo a preguntarte: ¿quieres ser glorioso? Entonces sé misericordioso.

    Dicen por ahí que no todo lo que brilla es oro, cierto. Y no todo lo que parece gloria es gloria. Pero sin duda la misericordia es gloria y por ello, trae felicidad.

    ¿En qué forma es Dios misericordioso? En que no sólo sintió compasión por el hombre, sino que se identificó con él y literalmente se puso en su lugar, se hizo hombre; pudo ver, sentir, pensar y vivir como un hombre. Incluso murió en el lugar del hombre condenado. ¡Eso es la misericordia! Glorioso no es tomar lo de otro, sino el lugar de otro.

    Así  que, por cuanto los hijos participaron de carne y de sangre, Él también participó  de lo mismo, para destruir por  medio  de  la muerte  al  que tenía el imperio de la muerte,  esto  es  al diablo… Pues en  cuanto  Él  mismo padeció  siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados (Heb. 2:14).

    El misericordioso es glorioso.

    Físicamente puedes verte glorioso al arreglarte o hermosear tu apariencia. Si compras ropa nueva y fina, un mejor corte y peinado de cabello; arreglo de dientes y cierto entrenamiento de cómo comportarte según las buenas costumbres, seguramente te verás mucho mejor, pero es sólo gloria efímera de hombres (de todos modos no la rechaces a menos de que quieras convertirte en un paria de la sociedad). Pero lo menciono como ilustración, pues así como esto te da un mejor trato por parte de los hombres, lo que te hermosea y da un mejor trato delante de Dios y su gloria es el hacer misericordia. Eso indudablemente le atrae y hace feliz.

    Como aquella ocasión en la que Dios envió al profeta Samuel a ungir al segundo rey de Israel, en sucesión de Saúl. Le mostraron los hijos de Isaí, los cuales eran altos y de una excelente apariencia física (puedes leer la historia en 1 Samuel 16), pero Dios le dijo a Samuel que no sería rey ninguno de ellos, pues Dios no miraba lo que mira el hombre, la apariencia o de acuerdo a sus ojos de carne, sino que Dios miraba el corazón; es decir, el interior. La gloria de los hombres es aparente, pero la gloria de Dios es eterna; por ello mira el corazón, la verdadera esencia de la persona.

    ¿Deberían verse mal los hijos de Isaí? Desde luego que no, pues aun eso es gloria, como los siervos de Salomón cuyas ropas los hacían ver tan bien que Salomón era tenido por glorioso (1 Reyes 10); pero existe una gloria más alta: la gloria de la misericordia.

    La gloria humana pasa; pero el amor es superior porque nunca deja de ser.

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