¡Vuelve a ser como niño!
Yo prefiero vivir cada día como si fuera el primer día de mi vida. ¿Has visto a los bebés? Cada día para ellos es intenso, intrigante, emocionante, divertido.
23 DE MAYO DE 2024 · 08:00

Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mat. 18:2-3).
He escuchado la frase: vivir cada día como si fuera el último y me resisto a hacer tal cosa. He visto demasiadas personas en sus últimos días como para saber que no es una buena idea vivir con una sentencia de muerte sobre la cabeza. Yo prefiero vivir cada día como si fuera el primer día de mi vida. ¿Has visto a los bebés? Cada día para ellos es intenso, intrigante, emocionante, divertido. Viven para descubrir la emoción en todas las cosas. Son sencillamente felices: pueden jugar indefinidamente a “¿dónde está el bebé?” una y otra vez. Y cada ocasión es tan divertido y emocionante como la anterior. Carcajadas coronan cada momento.
Jesús no dijo: ”si no os hacéis como viejos no podréis entrar en el reino de Dios”. No, su mensaje fue: “si no os hacéis y os volvéis como niños no entraréis en el reino de los cielos”.
Y es que el viejo a veces quiere morir, mientras que el niño desea vivir. El viejo vive en el pasado y llama a lo que fue los buenos tiempos; mientras que el niño vive hacia el futuro y cada instante es los buenos tiempos.
No es común hallar viejos con buen humor, frecuentemente las cicatrices del alma les amargan un tanto el corazón y los achaques propios de la vejez les hacen moverse entre lamentos. No digo esto menospreciando a los ancianos, todo lo contrario, procuro decirlo a manera de espejo para mirar la posibilidad de volver a ser como niños.
El niño está dispuesto a convertir una caja de cartón en un nuevo universo y no se perderá ninguna oportunidad de disfrutar un nuevo sabor, aunque esto signifique que en su inocencia sea capaz de llevarse un insecto a la boca.
El niño está lleno de vida y todo huele mejor, sabe mejor, se ve mejor para él. No tiene preocupaciones, bastan los brazos de mamá para olvidarse de todo y caer rendido en el más profundo de los sueños, ¡y vaya que soñará!
No se angustiará ni pasará las noches pensando en los afanes; el dormirá. Su sentido de la moda puede ser una cobija cualquiera y su capacidad de imaginar es casi ilimitada, basta una toalla para convertirse en súper héroe y volar.
Vuelve a ser como niño y jamás te aburrirás. Podrás ver la misma caricatura y volver a sentir vibrar el corazón mientras repites los diálogos de los protagonistas. Te dormirás con una canción de cuna y cada vez que escuches música abrirás los ojos como si el cielo estuviera lleno de fuegos artificiales. Todo será tan bueno que lo querrás nuevamente. Bailarás aunque no tengas ritmo y harás de todos los días una celebración, una aventura y un cielo. Tendrás amigos imaginarios o quién sabe, capaz y veas ángeles.
Por eso debemos ser como niños, sin distingo de color podemos ser amigos de todos; y si fuese lastimado por alguno, basta una sonrisa para olvidar la ofensa, sin rencores puede volver a la amistad. Ama hasta cuando es maltratado y tiene la capacidad de jugar en medio de una guerra. Aún en el hambre es capaz de alegrarse, de amar y de jugar. Es el rey de su castillo, se sabe bueno, se siente feliz y está lleno de amor.
Debemos ser como niños y vivir cada día como si fuera el primero de nuestra existencia. ¿Has visto una sala de hospital con niños con cáncer? Te sorprendería cuán diferente es de la sala de los adultos. A pesar de la quimioterapia, del dolor, de las cabezas rapadas y los ojos hundidos, se ríen y juegan. Con un globo harán una fiesta.
Pero no sucede así en la sala de los adultos, allí hay quejas y maldiciones, no digo que sean injustificadas, el dolor puede hacerte comportarte así, pero solo los niños se ríen cuando se les asoman las lágrimas.
Debemos vivir cada día como si fuera el primer día de nuestra vida. No digamos “no” a esa nueva comida, debemos atrevernos a pintar árboles color morado y el cielo anaranjado. Sin costumbres ni hábitos sagrados, irrompibles, cerrados, más allá de la Palabra escrita de Dios, la Biblia.
Seamos niños, donde todo es posible y donde estás dispuesto a cosas nuevas. ¿Qué sentido tendría que Dios tenga nuevas misericordias cada mañana si tu no te atreves a probar cosas nuevas?
Seamos como niños. De niño no sabías hablar y no tuviste miedo ni vergüenza para aprender. Dijiste las palabras y monosílabos más ridículos y muchos se rieron escuchando tus intentos de palabras, pero no te detuviste y aprendiste a hablar elaboradamente.
Tampoco te estancaste ante el barandal de la cuna y temerariamente pasaste una pierna por encima, luego la otra, hasta que finalmente rodaste para caer al suelo. Lloraste y no faltó quien después de consolarte volvió a colocarte en la cuna. ¿Qué hiciste entonces? Lo volviste a intentar. Una y otra vez. No importaban los golpes, te sentías imparable y venciste la baranda.
También aprendiste a caminar, entre tumbos y caídas venciste. ¿En qué momento te persuadiste de que habías llegado a tu límite? ¿Quién te convenció de temer?
Eres el vencedor de una maratón de más de doscientos millones de posibilidades en la carrera de la concepción. Naciste tú. ¿por qué dejaste de sentirte invencible? Optaste por la vergüenza y el miedo, por la inseguridad, la queja y la preocupación, preferiste el afán y sentir como la vida se te escapaba sintiéndote cada año más viejo…
Vuelve a ser como niño y podrás experimentar el reino de los cielos. Es el reino de lo invencible, lo inmortal, lo posible. Vuelve a ser como niño y vive intensamente. Sí, te equivocarás y volverás a tropezar, pero en lugar de condenarte, te comerás el mundo a pedazos, te levantarás y lo volverás a intentar.
El lodo no puede detenerte, eres un niño. La lluvia no puede frenarte, eres un niño.
Si te vuelves como un niño, experimentarás el reino de los cielos.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Palabra viva - ¡Vuelve a ser como niño!