Honduras, sólo dos estaciones

Los primeros protestantes llegaron procedentes de Honduras británica a mediados del siglo XIX.

    01 DE DICIEMBRE DE 2018 · 21:42

    Michael Vilorio / Unsplash,selva río, selva Honduras
    Michael Vilorio / Unsplash

    El Huracán Mitch -nombre de perro- aún se conoce como el fenómeno atmosférico más devastador de la Historia moderna. Inició su carrera de muerte el viernes 30 de octubre 1998. Durante ocho días cuatro países centroamericanos sufrieron sus efectos devastadores, vientos huracanados, lluvias torrenciales, lodos mortales.

    Fueron El Salvador, Nicaragua, Guatemala y Honduras. Cifras oficiales notificaron 25.000 muertos, 15.000 desaparecidos, cuatro millones de personas heridas o afectadas directamente, de las cuales la mitad de ellas perdieron completamente sus hogares, dos millones de evacuados, daños evaluados en 420.000 millones de las entonces pesetas.

    En cuanto pude fui a Centroamérica. En España reuní pesetas por un equivalente a cuarenta mil dólares. Una vez allí entregué 10.000 dólares a cada uno de los comités cristianos constituidos en los diferentes países para ayudar a los más necesitados. Una gota de agua en un océano, lo sabía. Pero gota de agua revestida de amor. Y de esfuerzo.

    En aquella ocasión permanecí una semana en Tegucigalpa. Enseñé un curso sobre liderazgo cristiano a jóvenes del Instituto Baxter y hablé por las noches en la Iglesia local. Algo parecido hice diez años antes, en noviembre de 1978. En esta ocasión los jóvenes que se graduaban ese año pidieron al director que me invitara para pronunciar el discurso de graduación. Recuerdo que entre los que recibían el diploma se encontraba una chica de tribu indígena del Perú.

    Mi última contribución al Instituto Baxter en Tegucigalpa fue en 2001, con otro curso sobre Iglesia y Movimiento de Restauración.

    La red urbana hondureña se articula alrededor de dos polos: Tegucigalpa, la capital, y San Pedro Sula, el dinámico centro regional del noroeste. Aquí viví una aventura que nunca he olvidado. Llegué a San Pedro Sula el año 1978 para una serie de conferencias que debían durar una semana. Los tres primeros días, bien. El cuarto comenzó a caer una lluvia torrencial, catarata, diluvio. Todo quedó suspendido y yo sin poder salir del hotel. No había vuelos, porque el camino de la ciudad al aeropuerto, un camino rústico, estaba anegado. Cuatro días después, amainada la lluvia y bajadas las aguas, me anunciaron que un avión de American Airlines salía hacia Miami. Llegué como pude al aeropuerto, hube de comprar un pasaje nuevo, el que yo tenía de Iberia no me lo aceptaban. Un pequeño grupo me acompañó al aeropuerto y, como imagino habría hecho Noé, dije adiós al agua.

    Algo que me sorprendió en aquel viaje tuvo que ver con el clima. El país tiene sólo dos estaciones: la seca cuando es verano y la lluviosa a la llegada del invierno. Los hondureños no conocen la primavera ni el otoño.

     

    DATOS Y CULTURA

    La República de Honduras es un estado soberano enclavado en el centro -norte de América Central. Se define como unitario e independiente. Sus fronteras lindan con Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Al norte y al este baña sus tierras el mar Caribe. Su extensión territorial alcanza los 112.492 kilómetros. La población supera los nueve millones de habitantes, datos al día de hoy.

    Contrariamente a lo ocurrido en otras zonas del continente americano, el territorio de Honduras no fue explorado en su inicio por Cristóbal Colón. Los primeros en llegar a aquellas tierras en nombre de España fueron Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís en julio de 1497. Después se inició una lucha crónica entre los distintos grupos de conquistadores, cada uno de los cuales esperaba tallarse un dominio independiente. Los historiadores afirman que fue un error histórico por parte de Pedro de Alvarado quien, con la aprobación del rey, anexó Honduras a Guatemala, trasladando la capital hondureña a Antigua, en Guatemala, en 1549.

    Hasta 1821 Honduras se mantuvo como una provincia dentro de la Capitanía General de Guatemala. En septiembre de ese mismo año se independizó totalmente de España. Entre los próceres hondureños de la independencia cabe mencionar, entre otros, a Francisco Morazán y Cecilio del Valle.

    Los esfuerzos para catolizar a los primitivos habitantes de Honduras corrieron a cargo de los franciscanos españoles, quienes, como en los demás países de la América Hispana, impusieron a los gobernantes la religión del Vaticano. Hubo un intento de laicidad en la Constitución de 1880, pero no prosperó.

    Los primeros protestantes llegaron al país procedentes de Honduras británica a mediados del siglo XIX. Sin embargo, el trabajo sistemático lo hizo la Misión Centroamericana.

    Actualmente, de los nueve millones de hondureños cuatro y medio se declaran católicos. Los protestantes se acercan con un millón menos. El resto de la población se distribuye entre pequeños grupos de otras religiones, agnósticos e indiferentes al tema religioso.

    Los comienzos de la literatura coinciden en Honduras con el político y escritor José Cecilio del Valle, uno de los muchos criollos americanos que se alzaron contra las corrientes en Europa de la inferioridad de la tierra y de la gente de América. Sus diversos ensayos políticos, históricos y religiosos fueron recogidos en las Obras Completas publicadas entre 1929 y 1930. La literatura hondureña abunda en excelentes poetas, como Juan Ramón Molina, Alfonso Guillén Celaya, Oscar Acosta, Eduardo Bahr y otros.

    Más cerca de nuestros días, la escritora Argentina Diaz y el científico Salvador Moncada fueron nominados al Premio Nobel. España concedió a Moncada en 1990 el Premio Princesa de Asturias “por sus investigaciones Científica y Técnicas”.

     

    SITUACIÓN ACTUAL

    Uno de los problemas más graves que atraviesa hoy Honduras es el de la inseguridad. Naciones Unidas, en un informe de 2013 sobre globalización de homicidios incluía Honduras como el país más inseguro del mundo, lo que no dejó de sorprender. La Broadcasting Corporation, en noticias emitidas en abril de 2014 afirmaba que el incremento de homicidios en Honduras “ha sido exponencial en los últimos años hasta marcar el mil por ciento de aumento y situarse en más de 90 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2012”.

    La inseguridad que padece el país es, principalmente, debida a la llegada de las organizaciones Maras, grupos de criminales organizados procedentes de El Salvador. La buena noticia llega en un informe de la entidad norteamericana Insight Crime. En estadísticas de 2017 “muestra un veintiséis por ciento de reducción con relación a 2016, situando la tasa de homicidios en un esperanzador cuarenta por cada 100.000 habitantes”.

    El clima de inseguridad que vive el país afecta, cosa lógica, al turismo. En la actualidad Honduras ocupa el último lugar en ingreso de turistas a nivel centroamericano pero, curiosamente, es el cuarto en generación de divisas. Quienes llegan en plan turista proceden principalmente de países situados en el entorno centroamericano, seguidos por estadounidenses y, en menor número, de europeos.

    A pesar de todos los pesares, como dijo el chato de Jaén citado frecuentemente por mi amigo muerto José Cardona, la economía está creciendo. Honduras entró en el mercado de libre comercio con Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos. La economía hondureña ha tenido un importante crecimiento en los últimos años. A ello ha contribuido la astronómica cifra de envíos de dinero llegada al país procedente de los hondureños que viven y trabajan en el extranjero, la mayoría en Estados Unidos.

    El italiano Nicolo Maquiavelo dijo en su obra cumbre, “El Príncipe” que “una guerra es justa si es necesaria”. Cuando el historiador escocés Thomas Carlyle escribe sobre la revolución francesa corrige a Maquiavelo y afirma que “cada batalla es un malentendido”.

    Así fue la batalla que tuvo lugar entre Honduras y El Salvador del 14 al 18 de julio 1969. Fue una guerra política, por cuestiones fronterizas. El Salvador la llamó “guerra en legítima defensa”. Para Honduras fue “guerra de los 100 días”. Duró poco, pero tuvo graves consecuencias. Fueron calculados unos 4.000 muertos y 15.000 heridos.

    En la historia de ambos países se la conoce como “guerra del futbol”. Coincidió con un partido que enfrentaba a Honduras y El Salvador para el Mundial de Futbol 1970. Al parecer, los jugadores no guerrearon en el campo. Ganó Honduras por 1 a 0. En partido de vuelta el ganador fue El Salvador por 3 a 0. El desempate también lo ganó El Salvador por 3 a 2.

    Lo dijo el dramaturgo español Jacinto Benavente: “la tontería de la humanidad se renueva diariamente”.

    Como aquella tonta guerra del futbol.

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