Dos árboles misteriosos
El árbol de la vida, y el de la ciencia del bien y del mal.
24 DE SEPTIEMBRE DE 2019 · 16:00

La semana pasada escribí sobre los árboles en general y avancé que hoy lo haría en torno a dos árboles misteriosos que se citan en el libro del Génesis: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Del árbol de la vida sólo hay dos versículos concretos en toda la Biblia, en el Génesis, y una referencia indirecta en Proverbios.
- Génesis 2:9: “Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de la vida en medio del huerto”.
- Génesis 3:22: “Dijo Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida”.
- Proverbios 3:18: “Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano”.
Sobre estos tres y únicos breves textos se han escrito centenares de libros y miles de artículos a lo largo de los siglos.
Las investigaciones que yo he llevado a cabo concuerdan en que el árbol de la vida simboliza la voluntad de Dios, omnipotente y bueno, de poner al alcance de los seres humanos una vida feliz en la tierra y la inmortalidad en el cielo que Él habita.
La mujer y el hombre siempre han soñado con la inmortalidad.
En la literatura griega se habla de las manzanas de oro del jardín de las Hespérides que se suponía daban la vida eterna.
El escritor francés Pierre Humbert, en su libro “Estudios sobre el relato del paraíso”, dice que el árbol de la vida “es símbolo de una vida terrestre feliz. Quienes alcanzan esta vida en Cristo triunfan sobre la muerte y cuando terminen sus años en la tierra empiezan para ellos los años eternos en la patria inmortal”.
Otro árbol cargado de misterio es el llamado “árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2:9).
¿Qué es la ciencia del bien y del mal? La expresión de dos cosas opuestas, como “atar y desatar”.
El filósofo alemán Federico Nietzsche escribió en 1856 un libro titulado “Más allá del bien y el mal”, que pronto se hizo famoso. En el capítulo titulado “Del espíritu libre” Nietzsche admite que Dios pone al ser humano ante el bien y el mal y es éste quien ha de decidir hacia dónde dirigir su vida haciendo uso del libre albedrío.
La propuesta que el diablo travestido en serpiente hizo a Eva en el huerto del Edén era sumamente tentadora: “Sabe Dios que el día que comáis de él (del árbol de la ciencia del bien y del mal) serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:5).
¡Ser como Dios! ¡La gran ilusión, el gran deseo del ser humano a lo largo de la historia!.
¡Conocer los secretos del bien y del mal! ¡No hay apuesta mejor para todos los seguidores del ocultismo!
El interrogante del diablo va derecho al orgullo del ser humano. El hecho de que Dios prohibiera comer de un árbol determinado, dice Satanás, va en contra de la libertad y la dignidad de la criatura hecha a su imagen y semejanza.
El escritor español Santiago Muñoz Iglesias dice en su libro “La ciencia del bien y el mal” que el árbol del mismo nombre está puesto ahí, en las páginas del Génesis, para advertir a todos, especialmente a los cristianos amantes de la Biblia, que ante nosotros están las dos opciones: optamos por el bien y viviremos eternamente o nos decidimos por el mal y también eternamente moriremos.
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