Cuando asoma el pesimismo

Es la esperanza lo que nos hace enfrentar con buen ánimo la circunstancia adversa, la noticia que no nos agrada, y la decepción que no esperábamos.

    Enfoque a la familia · 12 DE JUNIO DE 2024 · 08:00

    Andrew Le, Unsplash,mujer triste, mujer sola
    Andrew Le, Unsplash

    Lo contrario a la esperanza es el pesimismo, que produce desesperación, angustia y una sensación de incertidumbre sobre el futuro.

    Todos en muchos momentos de la vida tendremos que luchar con estos sentimientos de ansiedad y pesimismo.

    El pesimismo puede detenernos totalmente. Si no hacemos frente al pesimismo podría producir ataques de pánico y pensamientos destructivos. Otro de los efectos del pesimismo es que tendemos a tratar mal a las personas a nuestro alrededor, y a nosotros mismos.

    La falta de esperanza roba la energía, elimina la ilusión y hace lenta a las personas. Una persona sin esperanza pospone decisiones importantes y se vuelve lento en la toma de decisiones.

    Una persona sin esperanza solo hace lo que debe hacer, pero posiblemente no tenga metas a largo plazo, no tiene ilusión por la vida y su actitud probablemente sea negativa ante los demás. Le caracteriza la falta de confianza en sí mismo.

    La falta de esperanza limita a las personas porque tienen menos expectativas, y se sienten vacíos o incomprendidos.

    La mejor forma de contrarrestar el pesimismo es cambiando nuestra forma de pensar, lo cual facilita una mejor actitud frente a la vida.

    En cambio, la esperanza produce motivación y nos mueve a la acción. La esperanza produce confianza, trae una sensación de felicidad, produce que seamos más amistosos con las demás personas y más aun con los miembros de la familia.

    Las personas con esperanza tienden a ver los obstáculos como pruebas a superar y se sienten en la capacidad de superarlos. Les es más fácil trabajar con los demás y se plantean más objetivos en la vida.

    Es la esperanza lo que nos hace enfrentar con buen ánimo la circunstancia adversa, la noticia que no nos agrada, y la decepción que no esperábamos. Es la esperanza la que combate los pensamientos de descalificación que generan estas situaciones negativas, y transforman las  limitaciones circunstanciales en la confianza de que vendrán nuevos tiempos y nuevas oportunidades.

    Es la esperanza la que nos hace vivir la vida a plenitud a pesar de las circunstancias y las decepciones. La esperanza no la produce el lugar donde vivimos, las comodidades que tenemos, o el auto que lucimos, lo produce la condición del corazón, lo que genera gratitud, fe, constancia, y buen ánimo. Eso que otorga significado verdadero a la vida.

    La esperanza es lo que nos hace ver el mañana con ilusión, y nos hace comprender que vienen día mejores.

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