La Biblia y los remedios

Entre muchas cosas la Biblia nos habla también sobre los remedios más comunes para aliviar enfermedades.

    12 DE ENERO DE 2025 · 08:00

    Angelo Rosa, Pixabay,hierbas, medicina natural
    Angelo Rosa, Pixabay

    La Santa Biblia es un compendio de libros cuya escritura fue inspirada por el Espíritu Santo y es un compendio de toda sabiduría.

    En ella encontramos la guía cotidiana para no extraviarnos en este camino de perfección que es el tránsito de la vida humana sobre la tierra.

    Nos aconseja, nos advierte, nos ayuda. No en vano dice uno de sus versículos: “Lámpara es a mi pies tu palabra y lumbrera en mi camino”.

    Y entre muchas cosas, aunque parezca una rareza nos habla también sobre los remedios, y no los espirituales que son los esenciales, sino también los más comunes para aliviar enfermedades.

    Por ejemplo en el libro de Génesis 30-14 y siguientes Rubén en tiempos de la siega de trigo halló mandrágoras y se las entregó a Lea, su madre. Y Raquel que era estéril se las pidió y por la gracia de Dios pudo concebir.

    En el libro del profeta Isaías 38:21-22 dice por su parte: “Y había dicho Isaías: Tomen masa de higos y pónganla en la llaga, y sanará”.

    En el libro del profeta Jeremías 51:8 se habla de un remedio muy conocido en toda la antigüedad, usado generalmente como ungüento. “En un momento cayó Babilonia, y se despedazó: gemid sobre ella; tomad bálsamo para su dolor y quizá sane”. Por supuesto que la cita está tomada en sentido metafórico.

    El vino también era conocido por sus virtudes medicinales. En libro de Proverbios 31:6 se aconseja: “Dad la bebida fuerte al desfallecido y el vino a los de ánimo amargado”. Seguramente se está refiriendo a algún tipo de depresión, siendo el caso más conocido el del rey Saúl, que solamente se calmaba cuando David tocaba el arpa.

    Sobre el vino como medicina la cita más clara está en la carta del apóstol Pablo a su discípulo Timoteo: “Ya no bebas agua, sino usa un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”.

    En la parábola del señor Jesús llamada “el buen samaritano” en el evangelio de Lucas 10:34 podemos leer lo siguiente: “Se acercó a él, le curó las heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él”.

    Otra clara cita sobre los remedios se encuentra en el libro de Apocalipsis 3:18, esta vez referida a las enfermedades de los ojos. Allí Dios dice: “Yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en el fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas”. También el colirio para los ojos era conocido desde los tiempos bíblicos.

    En libro de Isaías 1:6 podemos leer lo siguiente: “Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino heridas, y moretones y llagas recientes; no están curadas, no vendadas ni suavizadas con aceite”.

    En el libro de Ezequiel 47:12 dice: “Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina”.

    Hay muchas otras citas al respecto. Por supuesto que en toda la Media Luna Fértil se conocía con cierta certeza los beneficios de las plantas y su uso en la medicina.

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