Poemas para leer en tiempos de covid
He releído varios libros y algunos poemas que siempre me han impresionado y que nos replantean qué es ser cristiano en tiempos de pandemia.
31 DE MAYO DE 2021 · 17:00

Lo que uno no quería ha sucedido: con mi esposa hace cinco días que nos encontramos aislados por Covid positivo. Podemos decir como el Apóstol Pablo que igual todo nos satisface. Nada escapa a la voluntad del Señor.
Este virus también trae aparte del deterioro del cuerpo otras cosas: saber que somos muy pequeñitos, que esta vida pasa, que la verdadera vida comienza en los brazos de Jesús. Que tal vez sea necesario no pasar de nosotros esta copa.
Nos enseña a ser más contemplativos, nos da más tiempo para la lectura y la meditación, y nos muestra en cantidad de mensajes cuándo la gente, nuestros prójimos, nos quieren. Si no ha llegado nuestra hora saldremos fortalecidos y dando gracias a Dios por todo.
He releído varios libros y algunos poemas que siempre me han impresionado y que nos replantean que es ser un cristiano hoy, en tiempos de pandemia.
SER BUENO: “Si lloras con el que llora/ y penas ajenas son tus penas, / si haces sonreír el desdichado/ y buscas al amigo en la desgracia, / si renuncias a la fiesta para servir al impedido/ y dejas el espectáculo por descender al tugurio, / si derramas la alegría en tu contorno/ y añoran deseosos tu presencia, / si recibes al pecador como a una madre/ y no hay condena en tu boca ni desprecio en tu mirada, / si al malo tu virtud no echas en cara, / ni le afeas despectivo su conducta, / si excusas su pecado/ y le das el cobijo de tus brazos; / piensa que eso es ser cristiano. Sigue esa senda delante, que es senda de Dios, / síguela, que todavía… te queda por avanzar. Si eres báculo para el anciano/ y padre para el huérfano, / si eres ojos para el ciego / y pies para el impedido, / si eres rico para el pobre/ y poderoso para el desamparado, / si no apartaste el rostro del que te rogaba/ y el pobre verdadero no quedó desatendido, / si tus pies conocían el camino del suburbio/ aún mejor que el de la vía urbanizada, / si fuiste hospitalario con el forastero/ y con el pariente empobrecido, / si al que lo necesitó prestaste/ aún para perder dinero, / si gastabas horas a la cabeza del enfermo/ y al lado del afligido, / si fuiste la esperanza del que cayó en la sima/ y la confianza del oprimido; / piensa que eso es ser cristiano y haber aprendido a Cristo. / Sigue adelante esta senda, que todavía… te queda por avanzar. / Si tienes las manos abiertas/ más para dar que para recibir, / si cuando dices no, / nadie dudará que ya no puedes más, / si tu puesto no te engríe/ y eres servidor de todos, / si cargaste con sus cargas/ y cada noche tus espaldas van cansadas, / si al impertinente sufres/ y al pesado y al rastrero sobrellevas, / si olvidas los agravios, / y groserías dejas pasar inadvertidas, / si te alegras de felicidad ajena/ y haces fiesta por su dicha, / si sus éxitos aplaudes/ y le ayudas a tenerlos, / si ruegas por quién te hizo mal/ y compartes con los pobres tus riquezas, / si das tu tiempo a los demás/ y andas cansado porque en hacer bien no descansas, / si llevas la paz a los hombres/ y la dicha y la concordia son las huellas de tus pasos; / piensa que eso es ser cristiano y eso es ser bueno. / Aún te queda un poco por avanzar. / Si soportas las injurias/ y conservas la dulzura, / si eres más fuerte para hacerle el bien/ que el malo para hacerte mal, / si piensas en los otros más que en ti/ y tu vida está vuelta a los demás, / si te arriesgas por el prójimo/ y te metes en peligros, / si te empobreces por enriquecerle/ y das tu vida por la suya, / y aún tu alma por la suya, / entonces ya eres del todo cristiano, / y eso es ser bueno; / no busques más, / que ya estás en Dios”.
El segundo poema es un texto grabado en un Instituto de Readaptación de Nueva York y se llama DOLOR: “He pedido a Dios fuerza para triunfar. Me ha dado flaqueza para que aprenda a obedecer con humildad. / Había pedido salud para realizar grandes empresas. Me ha dado enfermedad para que haga cosas mejores. / Deseé la riqueza para llegar a ser dichoso. Me ha dado pobreza para que alcanzara la sabiduría. / Quise poder para ser apreciado de los hombres. Me concedió debilidad a fin de que llegara a tener deseos de Él. / Anhelaba cosas que pudieran alegrar mi vida. Me dio la vida para que pudiera gozar de todas las cosas. / No tengo nada de lo que he pedido. Pero he recibido todo lo que había esperado. / Porque sin darme cuenta, mis plegarias informuladas han sido escuchadas. / Yo soy, entre todos los hombres, el más rico”.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Desde Valcheta - Poemas para leer en tiempos de covid