El misterioso Melquisedec

Era rey y sacerdote; rey de paz “sin padre, ni madre, sin genealogía; que no tiene principio de días ni fin de vida”, según la epístola a los Hebreos.

06 DE MAYO DE 2021 · 08:00

William Krause, Unsplash,sillón real
William Krause, Unsplash

La figura de Melquisedec es una de las más enigmáticas y curiosas de toda la Biblia. Tenemos según los textos muy pocos datos acerca de quién era, solamente vagas alusiones a su cautivante personalidad.

Sabemos sí que su nombre significa “Rey de Justicia”, que seguramente no era judío, que era rey de Salem (o sea dela antigua ciudad de Jerusalén) y que era llamado “sacerdote del Dios Altísimo”.

Según se narra en el libro de Génesis 14-18 fue al encuentro de Abraham, victorioso de la batalla de los reyes (Kedorlaomer) que había llevado preso a Lot, le ofreció pan y vino y lo bendijo. Conforme a algunos teólogos “desde aproximadamente el 200 EC, la ofrenda de pan y vino de Melquisedec se consideró una prefiguración de la Santa Cena del Señor Jesús con sus discípulos”.

A cambio se narra que recibió de parte de Abraham el diezmo del botín capturado. Se convierte así en un modelo con gran influencia en la posterior tradición hebrea y cristiana”.

El rey David, según el Salmo 110-4 pasa a heredar la dinastía de Melquisedec pues el mismo dice: “Juró Jehová, y no se arrepentirá; tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.

Y Jesús mismo heredó su sumo sacerdocio, que es superior al levítico, según el libro de Hebreos 5-6; 6-19; 7-28.

Veamos: “Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”.

Según el apóstol Pablo en la misma epístola  escribe lo siguiente: “La cual tenemos como segura y firme ancla del alma y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.

Y en 7-28 agrega “Porque la Ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a Ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre”.

Podemos deducir que Melquisedec era rey y sacerdote, rey de paz, y sus atributos más curiosos son: “, sin padre, ni madre, sin genealogía; que no tiene principio de días ni fin de vida”, según la epístola a los Hebreos 8-3.

Al respecto sobre este texto el Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado Vila-Escuain comenta que de “Melquisedec se ignoran su principio y su fin; no figura en ninguna genealogía levítica, única reconocida; se ignora incluso quienes fueron su padre y su madre. En ello -agrega- Melquisedec es el tipo de Cristo eterno, que aparece súbitamente en medio de Israel sin descender de Aarón y sin pertenecer a la tribu sacerdotal, y que por el poder de su resurrección queda como nuestro sumo sacerdote para siempre”.

Además los comentaristas expresan que “Melquisedec recibió de Abraham (y en consecuencia de Leví que aún debía de venir de él) el diezmo de todo. Se muestra superior al patriarca, a quién dio su bendición; por ello, su sacerdocio es de un orden más elevado que el de los sacerdotes levíticos y que el de Aarón. Por ende, el sacerdocio de Cristo sobrepasa en excelencia a todos los sacerdocios judaicos y humanos”.

Tal es sí que en la carta a los Hebreos (atribuida a Pablo) Capítulo 9-9 y 10, asevera “Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro”.

De alguna forma los textos bíblicos citados prefiguran en el rey de Salem al real sacerdocio del Señor Jesús, resonando por generaciones la maravillosa frase que da testimonio de Él: “Tu eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”. 

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Desde Valcheta - El misterioso Melquisedec