Charlie Kirk y la persecución a los cristianos
El centro de su vida y de su mensaje era Cristo. Y días antes de su muerte lo declaró públicamente
13 DE SEPTIEMBRE DE 2025 · 14:00
La noticia ya se propagó por todo el mundo, especialmente entre los círculos conservadores y de fe: el miércoles 10 de setiembre el hermano estadounidense Charlie Kirk, cristiano y activista por los valores cristianos, acabó su carrera en esta Tierra y se fue con su Señor después de recibir una bala mortal de Tyler Robinson —un chico resentido de 22 años—, mientras proclamaba verdades trascendentes en una Universidad.
Hasta los medios ateos y de izquierda sacaron la noticia en portada enfatizando que se trataba de un “aliado del presidente Trump”, probablemente con la intensión de infundir temor entre los Republicanos o de desviar el fondo espiritual del asesinato.
Pero no se dejen engañar. El centro del mensaje de Charlie no era político, ni conservador. Lo cual no quiere decir, por supuesto, que no tuviera ideas políticas y sociales o que no las expresara en uso de la libertad de expresión que siempre defendía (aquí pueden leer algunas de sus ideas y no tienes que estar de acuerdo con todas).
Pero su vida y su familia no giraban en torno a un partido ni a un movimiento activista. Eso era lo que hacía, no lo que él era; no era la causa, sino la consecuencia. El centro de su vida y de su mensaje era Cristo. Y días antes de su muerte lo declaró públicamente: “Jesús es honestamente lo más importante […] no soy nada sin Jesús”.
Por eso mataron a Charlie, porque no soportaron oír la verdad. Su muerte es completamente repudiable y desgarradora, y ha hecho que muchos fuera de los Estados Unidos sepan hoy quién es.
El culpable debe sufrir todo el peso de la ley, aunque los cristianos están llamados a orar por él y perdonarlo de corazón. La maldad se combate con la justicia y el odio con amor.
Sin embargo, el hermano Charlie no fue el único cristiano muerto a causa del odio y la maldad de ese día. Muchos ni se enteraron de que ese mismo miércoles, en China, el pastor Zhao Huaiguo, fundador de la Iglesia Bethel en el condado de Cili, Hunan, murió a los 50 años tras soportar años de persecución y maltratos por parte del Partido Comunista. Su nombre no ha recorrido el mundo como lo ha hecho el de Charlie, pero el Señor lo conoce y para Él es igual de valioso y amado. Ambos son mártires de la fe en Cristo. De hecho, la muerte de Charlie se asocia más a la del pastor Zhao, que a la muerte de líderes políticos conservadores cuyo motor en la vida fue otro. Unos son soldados de la eternidad mientras que otros lo son sólo del tiempo actual.
Tiempos peligrosos
Sin embargo, las muertes de Charlie y el pastor Zhao apenas representan la punta del iceberg. Un día antes de estas muertes, en la República Democrática del Congo (RDC) por el centro de África, un ataque salvaje de las llamadas “Fuerzas Democráticas Aliadas” (ADF), socias del Estado Islámico, devastó a una comunidad cristiana en Ntoyo-Mangurujipa, territorio de Lubero, Kivu del Norte mientras se realizaba un velorio. Más de cien cristianos murieron y se adelantaron a Charlie y al pastor Zhao.
Y el domingo anterior, en Nigeria (país ubicado en la parte centro-occidental del África), extremistas islámicos de la etnia Fulani abrieron fuego por más de dos horas contra los cristianos de una aldea del sur de Kaduna e incendiaron sus casas.Al menos nueve cristianos resultaron muertos y otros ocho quedaron heridos. La situación para los cristianos en Nigeria es extrema: según la ONG nigeriana Intersociety en lo que va del año se cuentan más de 7 mil cristianos asesinados por Boko Haram, militantes Fulani y otros grupos afiliados al Estado Islámico en lo que ya representa un genocidio cristiano declarado.
En Asia también hay noticias de persecución. En la India se ha documentado un “aumento sin precedentes de la violencia y la discriminación contra los cristianos en 2024” con más de 840 incidentes de violencia y discriminación.
Pero no pensemos que la persecución y la muerte de cristianos solo es masiva en África, Asia o, esporádicamente, en otras partes del mundo. No. En enero de este año 2025 la ONG Puertas Abiertas reveló que más de 380 millones de cristianos sufrieron persecución en todo el mundo. Esto significa uno de cada 7 cristianos.
Persecución cristiana en Norte, Centro y Sudamérica
No debe extrañar, por eso, que ya se empiece a sentir de cerca la persecución en América, entendiendo que no sólo se dirige a cristianos individuales. El informe "Hostilidad contra las iglesias" elaborado por Family Research Council (FRCJ), denunció 315 casos de vandalismo contra las iglesias cristianas de los Estados Unidos y 37 casos de otros tipos de hostilidad incluidas las amenazas de bombas, ataques con armas e incendios provocados.
Por su parte, la organización “Puertas Abiertas” señala en su informe “Lista Mundial de Persecución 2024” que en el mundo se sucedieron ese año 14.766 ataques a iglesias en los 50 países que más persiguen a los cristianos, listado que incluye a Nicaragua, Cuba, México y Colombia. En este último país se recuerda hace poco el secuestro y asesinato de 8 creyentes evangélicos a manos de los terroristas de las FARC y ante la pasividad del gobierno izquierdista de Gustavo Petro. Además, en diciembre de 2024 se recuerda la masacre de toda una familia pastoral en un restaurante de Aguachica, al noreste del país. Allí fallecieron los pastores Marlon Yamith Lora y Yurlay Rincón, y sus hijos Ángela Natalia y Santiago Lora.
¿La persecución debe sorprender a los cristianos?
Todo esto es terriblemente lamentable pero no hay nada de qué asombrarse. La persecución y la muerte no son desconocidas en el cristianismo y han estado presentes desde los mismos tiempos del señor Jesús. Él mismo afirma en Juan 15:20: "Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán". Eso fue exactamente lo que pasó durante los largos siglos en que el cristianismo se expandió por el mundo. Se sucedieron al menos ocho olas principales de persecución alentadas desde Roma. Empezando por aquella que desató el emperador romano Nerón entre 64-68 d.C., hasta la gran persecución que se produjo bajo el impulso de los emperadores Dioclesiano y Galerio entre 303-313 d.C. Miles y miles de cristianos fueron convertidos en mártires.
En este contexto, cuando el apóstol Pablo, alrededor del año 55 d.C., le escribe a la iglesia de Corinto: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17) no sólo estaba tratando de señalar una profunda verdad espiritual. También anunciaba que la vida cotidiana del nuevo creyente sería trastornada por completo, ya que creer en Cristo era equivalente a convertirse en un peligro social, ser perseguido y andar por todos lados con una sentencia de muerte sobre la cabeza.
Sin embargo, esto no era motivo de tristeza, sino de gloria. Los cristianos sabían muy bien que la muerte no era el fin, sino el comienzo de una eternidad con su amado Señor. Pablo exclama, por eso: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Cor. 15:55). Durante siglos, la muerte por martirio fue la forma común en que los cristianos partían hacia la gloria eterna y lo hacían perdonando a sus asesinos, orando y cantando alabanzas a Dios.
En el siglo II d.C. el apologista Tertuliano escribe: “Atormentad, torturad, condenad, triturad, ¡vuestra injusticia es prueba de nuestra inocencia!.. Nos hacemos más numerosos cada vez que nos cosecháis: es semilla la sangre de los cristianos”.[1]
Parece que todas estas cosas se nos han olvidado en un Occidente acostumbrado a un cristianismo fácil y cómodo, a iglesias que predican con libertad y a un pobre conocimiento de la historia. La realidad es que esos tiempos ya están pasando y que tenemos que empezar a entender que el cristianismo experimentará (si no lo está haciendo ya) una persecución aun mayor que la del comienzo. Estamos en los “tiempos difíciles” que Pablo le anunció a Timoteo (2 Tim. 3:1).
Los casos de Charlie Kirk y del pastor Zhao deben hacernos despertar del letargo porque nuestra salvación está cerca. Y, al igual que ellos, necesitamos asumir con convicción que nuestro llamado no es a perder el tiempo, sino a ser luz y sal de este mundo. Pues, "si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.“ (Ro. 14:8) Que el Señor nos encuentre con la lámpara encendida y con las manos en el arado.
[1] Tertuliano, “Apología”. 197 d.C.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Desde el Sur - Charlie Kirk y la persecución a los cristianos