¿Son distintos diezmos y primicias?

No es fácil ver la diferencia entre los diezmos y las primicias en el Antiguo Testamento, al punto de que algunos los asocian y los confunden entre sí. 

07 DE SEPTIEMBRE DE 2025 · 08:00

Gabriele Bartoletti Stella, Unsplash,bandeja frutos, frutas verduras
Gabriele Bartoletti Stella, Unsplash

Diezmos, ofrendas y primicias (2)

Las primicias, como su nombre lo indica también, hacen referencia a los primeros frutos, considerados como los mejores de la cosecha y que en la ley se estableció que pertenecían a Dios y debían ser entregados al templo. Eso cobijaba a los animales de los rebaños y no solo a los productos agrícolas de la tierra y se entregaban en especie y, en el caso de animales que quisieran ser rescatados y conservados, debía llevarse en su defecto al templo su valor en dinero de acuerdo a las estimaciones y tasaciones que la ley establecía para estos casos que, en principio, eran casos de excepción.

Para las sociedades altamente urbanizadas e industrializadas de hoy las primicias así entendidas no dejan de sonar algo extrañas, pero para los pueblos agrícolas de la antigüedad como los egipcios, los babilonios, los griegos, los judíos, etc., eran muy comunes, en medio de los ciclos de fecundidad de la naturaleza, tan preciosos para sortear la posibilidad de las temidas hambrunas.

Así, como quiera que entendieran y concibieran a Dios, en todas estas sociedades antiguas, las primicias eran un reconocimiento a Él, como sucedía en Israel, ꟷo en su defecto a los dioses de los pueblos politeístas e idólatrasꟷ, como el Dador o dadores de todo y a quienes se honraba y se les daba las gracias, entonces, por medio de la entrega de las primicias.

En este orden de ideas, no es fácil ver la diferencia entre los diezmos y las primicias en el Antiguo Testamento, al punto de que algunos los asocian y los confunden entre sí. Pero si bien están estrechamente asociados, no son lo mismo, comenzando porque el diezmo, que también se podía y se solía dar en especie, hace referencia estricta a la décima parte de los frutos de la tierra y del ganado en todo tiempo y circunstancia, mientras que las primicias correspondían a los primeros frutos de la tierra en tres oportunidades y momentos puntuales del año: la cosecha de la cebada, la cosecha del trigo y la vendimia o cosecha de la uva, que correspondían también a las tres principales fiestas de los judíos, a saber: la pascua, pentecostés y la fiesta de las cabañas.

Por eso, la asociación entre los diezmos y las primicias consiste en que, al igual que las primicias, que eran no solo las mejores cosechas, sino las primeras; los diezmos deben ser lo primero que un creyente tiene en cuenta y separa de sus ingresos para ser entregado sin dilación a la iglesia, más allá de los cálculos presupuestales y de los eventuales déficits a los que estos cálculos puedan conducir, pues el diezmo es un acto de fe y confianza en la provisión de Dios, a pesar de todo. Si no se hace de este modo, apartándolo antes de cualquier otro rubro y sin tomar en consideración cálculos presupuestales, podemos sentirnos tentados a atender primero otras responsabilidades económicas en detrimento del diezmo y a descubrir al final que, cuando queremos entregarlo de manera tardía, ya no tenemos los recursos necesarios para hacerlo con el consecuente incumplimiento de esta obligación en conciencia delante de Dios.

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Así, pues, los diezmos y las primicias pueden haber coincidido en las sociedades agrícolas antiguas, sin que esta enseñanza transmitida por las primicias en relación con la obligación del creyente de apartar el diezmo primero y antes que nada, deje de ser muy útil y pertinente para las sociedades de hoy en las que, con muy pocas excepciones lo que predomina es el ingreso en dinero y no en especie, reflejado a través de balances contables, sueldos o salarios periódicos, en especial de carácter mensual o quincenal.

Pero sin hacer de esto una prescripción legal ni mucho menos que obligue hoy en conciencia a los miembros de la iglesia que puedan ser cobijados por estas consideraciones ꟷcomo sí lo sería el diezmo propiamente dicho para todos los cristianos sin excepciónꟷ; los creyentes que se desenvuelven en contextos agrícolas o que tienen intereses e inversiones en este campo primario y ancestral de la economía que se ha tecnificado mucho, con el consecuente incremento de su productividad que da lugar a buenos excedentes, podrían tenerlo presente para transformar las rentas de la tierra de las que disfrutan de forma privilegiada, también en primicias que podrían entregar en dinero para el sostenimiento de la obra de Dios en la iglesia en los momentos puntuales de la cosecha a lo largo del año agrícola, en ejercicio de la mayor generosidad que bajo la gracia se espera del creyente: “… recordando las palabras del Señor Jesús: ‘Hay más dicha en dar que en recibir’ ” (Hechos 20:35) y el anuncio profético: “Pero el generoso concebirá acciones generosas, y por las acciones generosas permanecerá” (Isaías 32:8 RVA-2015).

Por lo demás, las primicias también son un concepto espiritual, por el cual el Nuevo Testamento presenta a Cristo: “como primicias de los que murieron” (1 Corintios 15:20), designación que implica, más allá de su sentido cronológico, que en relación con la resurrección y descontando a Cristo, aún hay un fruto que debe recogerse.

En este orden de ideas, los cristianos también tenemos las “primicias del Espíritu” (Romanos 8:23), todo lo cual indica que, además de que Cristo haya sido el primero y el principal de todos los seres humanos llamados a experimentar la resurrección en su momento, también los creyentes en la iglesia seríamos desde ahora un anticipo o los primeros frutos de la nueva creación de Dios en el Espíritu, que será consumada con Su segunda venida en gloria, sellados y apartados desde ahora para este destino glorioso por la presencia del Espíritu en cada uno de nosotros.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - ¿Son distintos diezmos y primicias?