El Adán histórico y el pecado original

Se habla de una investigación, no sólo teológica sino a de todas las ciencias humanas, llamada “la búsqueda del Adán histórico”.

    29 DE JUNIO DE 2025 · 08:00

    clevengrafik, Pixabay,Adán Eva
    clevengrafik, Pixabay

    En los últimos años en el ámbito teológico cristiano se debate mucho acerca de Adán (y, por asociación, también acerca de Eva), en el sentido de si son, o fueron, personajes históricos reales o meros símbolos mitológicos.

    Se habla incluso de un proyecto de investigación que involucra no sólo a la teología sino a todas las ciencias humanas afines y pertinentes a él designado como “la búsqueda del Adán histórico” para emular el proyecto emprendido por la teología liberal del siglo XIX conocido, a su vez, como la “búsqueda del Jesús histórico” que en un principio parecía socavar el retrato que los evangelios nos proveen de Cristo, pero que a la postre ha terminado confirmándolo.

    Y al igual que éste último proyecto alrededor de Cristo ya con casi dos siglos de historia, el mucho más reciente que gira alrededor de Adán parece ser hasta ahora muy confuso y divergente y estar muy lejos de llegar a conclusiones con un satisfactorio consenso.

    La ciencia de la genética poblacional, por ejemplo, ha dado lugar a expresiones como la “Eva mitocondrial” y el “Adán cromosómico” que por momentos parecen respaldar científicamente la idea de una primera pareja ꟷo por lo menos de un muy pequeño grupo humanoꟷ como el origen de toda la humanidad actual, pero que, sin embargo, están lejos de llegar a un acuerdo en cuanto a la cronología y la ubicación específica de esta primera pareja o grupo humano, más allá de indicar algún lugar de África oriental.

    Salen a circulación cada vez más libros que recogen las investigaciones al respecto y los intentos más o menos acertados por armonizarlas o señalar las concordancias que ellas tendrían con la narración bíblica que la iglesia ha interpretado siempre casi de manera unánime de un modo literal en lo que respecta a la realidad histórica de Adán y Eva. Libros que, con todo, no coinciden entre sí, como por ejemplo el de William VanDoodewaard titulado, justamente, La búsqueda del Adán histórico, el de William Lane Craig titulado El Adán histórico, a secas, el de S. Joshua Swamidass titulado El Adán y Eva genealógicos y el de Antonio Cruz, Adán y Eva frente a Darwin, entre otros.

    Dado lo relativamente incipiente, exigente, engorroso e incomprensible que puede ser para el creyente común seguir, entender y retener las argumentaciones científicas desarrolladas en estos libros y teniendo en cuenta también su elevado contenido hipotético, lo mejor es dejar en suspenso las conclusiones que desde estos frentes se aspira a establecer alrededor de la historicidad o no de Adán y Eva.

    Por eso, más que adentrarnos en los pretendidos contenidos científicos de estos libros, conviene hacer una serie de consideraciones teológicas y pragmáticas alrededor del tema que sí conciernen a la vida y la experiencia común de todos los hombres en general y de los creyentes en la iglesia con especialidad.

    Estas consideraciones tienen que ver en primer lugar con el papel y el lugar que en la Biblia desempeñan Adán y Eva con posterioridad al relato del Génesis, pues una lectura desprejuiciada de los poco más o menos 10 pasajes bíblicos en los que se menciona a Adán por nombre propio (y de manera implícita, también  a Eva), además del Génesis, nos inclina con fuerza a sostener que para los autores sagrados, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, Adán y Eva fueron personajes históricos reales, incluyendo entre ellos al propio Señor Jesucristo que lo menciona de forma tácita en Mateo 19:4-6.

    Así que esto pone a los cristianos en el dilema de a qué o a quien vamos a honrar y mantenernos fieles si es que las investigaciones se inclinan a concluir que Adán y Eva no fueron personajes reales o que, por lo menos, no fueron aquellos seres humanos de los que desciende toda la humanidad actual, pues es difícil sostener que Adán y Eva fueron meros símbolos o mitos sin desligarse de la opinión abrumadoramente mayoritaria de la iglesia al respecto a lo largo de la historia y de la interpretación a la que la lectura más natural de la Biblia nos conduce.

    En segundo lugar, la existencia histórica de Adán y Eva siempre ha sido la mejor explicación a la paradójica condición actual de la humanidad, condición universal que se extiende a todos los seres humanos a lo largo de la historia en el sentido de que en todos y cada uno de nosotros ꟷcon la honrosa excepción de Cristoꟷ cohabita lo mejor y lo peor del universo, en una mezcla indiferenciada que no nos permite sintetizar y separar en compartimientos estancos la bondad y la maldad humanas, al punto de llevar a pensadores como G. K. Chesterton a sostener que la doctrina del pecado en general y la doctrina del pecado original en particular era la doctrina más plenamente demostrada e innegable de todas las doctrinas cristianas a la luz de la experiencia humana actual y a todo lo largo de la historia.

    No hay otro sistema de pensamiento ya sea de tipo filosófico, ideológico o religioso que explique tan bien como la doctrina cristiana del pecado original esta condición paradójica del ser humano que se hace patente más temprano que tarde en todo tiempo y en todo lugar.

    Plantear, por tanto, que Adán y Eva no fueron personajes históricos o que, siéndolo, no son, sin embargo, de quienes desciende toda la humanidad actual, nos deja sin una explicación satisfactoria para la condición caída del ser humano con la consecuente necesidad de redención y en el contexto de la iglesia termina dando pie a la ya condenada herejía de Pelagio, quien negaba el pecado original y la drástica y universal condición caída del género humano que la Biblia afirma de muchas maneras.

    Por todo lo anterior, si Adán es tan solo un símbolo de todos y cada uno de nosotros que busca ilustrar la experiencia existencial de todos los hombres “aquí” y “ahora” por la que, en último término, todos tenemos o tendríamos necesariamente que caer más temprano que tarde en el pecado en sus variadas formas; esto hace del pecado algo esencial y necesario a la condición humana que sería, entonces, trágica por su misma naturaleza, y haría improcedente que Dios nos juzgara y condenara por algo que no podemos evitar. Sin mencionar que, si el pecado es esencial a la condición humana, Cristo no habría podido, entonces, ser hombre sin pecar.

    Y por otra parte, si Adán y Eva como personajes históricos no son los progenitores de los que desciende toda la humanidad actual, sino que existían otras especies humanas anteriores a ellos (o “razas preadámicas”) y coexistentes con ellos con las que ellos se habrían mezclado luego de salir de su “burbuja” aislante en el Edén, entonces ꟷademás de no corresponder con el cuadro que el Génesis nos brinda al respectoꟷ, nos quedamos sin una explicación consistente de la condición caída de toda la humanidad actual y a lo largo de la historia y esto haría, entonces, de Adán y Eva, en el mejor de los casos, la pareja que corrompió al resto de la humanidad y la contaminó con el flagelo del pecado.

    Una visión como ésta va, además, en contravía con los paralelismos establecidos por Pablo en Romanos 5 y en 1 Corintios 15 entre el “… primer hombre, Adán…” “… el último Adán [es decir, Cristo]” (1 Corintios 15:45), que buscan explicar de manera más que satisfactoria la condición caída universal del género humano que únicamente Cristo, en virtud de su nacimiento virginal, no compartió. Porque la explicación paulina parece también requerir fuertemente y de manera necesaria la condición histórica de Adán y Eva como la primera pareja de la que desciende la humanidad actual, del mismo modo en que la condición histórica de Cristo está ya establecida con solidez al punto que nadie hoy está en condiciones de negarla seriamente.

    La doctrina del pecado original es difícil, pero no hay otra mejor y más coherente para explicar nuestra condición actual. Es difícil porque, en virtud del principio de responsabilidad individual, nos resistimos a que se nos haga responsables por algo que nuestros remotos ancestros hicieron. Y con mayor razón, nos resistimos a que desde que nacemos se nos impute presuntamente un pecado que no cometimos personalmente y del que no tenemos conciencia.

    Por eso, es conveniente tener en cuenta que cuando hablamos de “pecado original” la expresión, más que a la desobediencia específica de Adán y Eva, hace referencia a la inveterada inclinación a la desobediencia con la que todos venimos a este mundo, heredada de nuestros primeros padres, que se manifiesta en las primeras de cambio en desobediencias concretas.

    Además, por efecto de la solidaridad que compartimos en virtud de la responsabilidad colectiva y los vínculos que nos unen, Adán y Eva no pecaron a título personal solamente, sino que lo hicieron como representantes de la raza humana, pues en ellos Dios estaba poniendo a prueba a todos los hombres, lo cual significa en plata blanca, no solo que todos los seres humanos debemos sobrellevar en justicia las consecuencias de sus actos, sino que ninguno de nosotros lo hubiera hecho mejor que ellos de estar en su lugar, por lo cual es improcedente reclamar y enojarnos contra ellos. Así, pues, no nacemos o venimos a este mundo siendo personal e individualmente culpables de la desobediencia específica de Adán y Eva y en este sentido Dios sólo nos imputa los pecados que nosotros a título individual cometemos en el curso de nuestras vidas.

    Pero sí nacemos siendo corporativa y solidariamente culpables de su desobediencia, así como por la fe en Él somos solidariamente justificados por Dios en Cristo en virtud de sus méritos y su santidad de vida colocados a nuestra cuenta y en nuestro favor.

    Por todo esto es que la realidad histórica de Adán y Eva no carece de importancia teológica.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - El Adán histórico y el pecado original

    1 comentarios
    1 01/07/2025 · 20:47h
    jorge varon
    ¿La noción de "hombre" o ser humano que nos da la ciencia, coincide con la noción de "hombre" o ser humano que nos da la escritura ?