La gran ramera y la ‘viga en el ojo’
En el campo evangélico se infiltran todo tipo de doctrinas heréticas que desdibujan y distorsionan el puro mensaje del Evangelio.
23 DE FEBRERO DE 2025 · 08:00
Roma y la gran prostituta (3)
Hemos visto que no es descabellada ni gratuita la identificación de la Roma papal con la “gran prostituta” tal y como ésta es descrita en el Apocalipsis. Una perspectiva que se ve reforzada por el hecho de que, una organización mundial de las características que tiene el Vaticano y la Roma papal es un codiciado y estratégico botín para cualquier gobernante que pretenda extender su dominio a todo el mundo, como sucederá con el anticristo.
Sin embargo, cuando los evangélicos nos inquietamos y hasta nos rasgamos las vestiduras con estas noticias que apuntan a reforzar y confirmar el panorama que venimos considerando, llevándonos a la tentación de levantarnos a condenar a Roma de manera estridente y con aires de superioridad, no podemos olvidar que la “gran prostituta”, como organización doctrinalmente sincrética que es, convocará a su alrededor a miembros de todas las religiones existentes, incluyendo al protestantismo evangélico, por lo que las pretensiones de cualquier iniciativa ecuménica con carácter institucional promovida por la Roma papal deben ser vigiladas para que nosotros mismos no lleguemos a ser partícipes de aquello que denunciamos.
Sobre todo debido a que las cuestionables mezclas doctrinales no son exclusivas de las doctrinas oficiales del catolicismo romano, sino que en el campo evangélico protestante las infiltraciones de todo tipo de doctrinas heréticas que desdibujan y distorsionan el puro mensaje del evangelio están a la orden del día.
Destacan entre ellas las que corren por cuenta de la teología académica liberal que pretende, por ejemplo, justificar desde la Biblia la conducta homosexual; hasta las mucho más populares e igualmente nefastas incluidas dentro del ya designado “movimiento de la fe” y su habitual acompañante, la “teología de la prosperidad”, divulgados ambos por “famosos”, adinerados y faranduleros televangelistas, dueños de poderosas cadenas televisivas de difusión presuntamente “cristianas”.
Sin mencionar los perfiles preocupantemente supersticiosos que han adquirido las otrora saludables iglesias pentecostales que trajeron un fresco aire de avivamiento a las denominaciones protestantes en general e incluso al catolicismo con el movimiento carismático de los años 60 del siglo pasado, que han llevado a que la sociología de la religión ya no las catalogue como ramas surgidas del protestantismo histórico con su lema de “sola fe, sola gracia, sola escritura y sola gloria de Dios”, sino como una nueva rama cristiana popular independiente del protestantismo que se caracteriza, más que por su serio compromiso con las Escrituras, por la centralidad obsesiva e irracional que en ella ocupan actividades como el exorcismo (liberaciones), y la taumaturgia (facultad para hacer milagros).
Así, pues, antes de levantarnos indignados a condenar al catolicismo por estos pasos en una dirección que refuerza nuestras sospechas, debemos mirar la viga en nuestro propio ojo al respecto y no considerarnos de manera altiva por encima del bien y del mal en este sentido, recordando al mismo tiempo que las doctrinas de las religiones del lejano oriente también parecen tener parte en los adulterios de la “gran prostituta” por medio del sutilmente omnipresente movimiento de la Nueva Era, de gran acogida entre los gobernantes y los altos círculos de gobierno del mundo, que ha popularizado estas doctrinas en el occidente cristiano y que, teniendo perfiles doctrinales muy indefinidos y flexibles dado su carácter ecléctico e igualmente sincretista, puede también admitir en su seno a seguidores de todas las religiones sin obligarlos a renunciar necesariamente a ellas, sino modificándolas gradualmente para ajustarlas y hacerlas compatibles con su panteísmo característico de la “conciencia universal”.
Por último, en la diatriba evangélica contra la Roma papal alimentada por estas noticias, los evangélicos debemos recordar que una cosa es denunciar a la institución como tal con el papa a la cabeza, y otra muy distinta condenar a todos sus miembros y seguidores a ultranza, pues no puede negarse que en el catolicismo existe un tal vez minoritario, aunque siempre significativo número de creyentes que, a pesar de los errores de su organización, tienen una relación viva y real con Jesucristo alrededor de la cual han estructurados sus vidas, sus anhelos, sus devociones y su moralidad.
No de otro modo se explica que en el Apocalipsis el Señor se dirija a quienes militan en este sistema espiritual sincretista simbolizado por las ciudades de Roma o Babilonia y les diga: “… Salgan de ella, pueblo mío, para que no sean cómplices de sus pecados, ni los alcance ninguna de sus plagas” (Apocalipsis 18:4), lo cual indica que Dios tiene pueblo suyo dentro de este sistema del cual los exhorta a salir cuanto antes para buscar la pureza del evangelio original, exhortación que debe ser también tenida en cuenta por los evangélicos en relación con todas las infiltraciones doctrinales ajenas al cristianismo que también han hecho presa de nosotros.
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Serie sobre "Roma y la gran prostituta"
1.- Roma, la gran ramera de Apocalipsis
2.- El adulterio espiritual de la Gran Ramera
3.- La gran ramera y la ‘viga en el ojo’
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - La gran ramera y la ‘viga en el ojo’