El tercer cielo y la segunda venida de Cristo

Hay un primer y segundo cielos físicos, pero la Biblia muestra que hay un tercer cielo, la morada de Dios.

05 DE FEBRERO DE 2023 · 08:00

Ben Mack, Pexels,cielo aves, tierra cielo
Ben Mack, Pexels

Hablemos del cielo (1)

Paradójicamente, al igual que el infierno aunque por causas diferentes, el cielo es también un tema que la defensa de la fe se ha visto obligado a abordar, pues es tan incomprendido por los creyentes o entendido de una forma tan superficial, infantil y pueril, que en realidad no parece atractivo para nadie, entre ellos una buena proporción de creyentes incluidos, perdiendo su potencial para estimularnos a una vida de santidad y compromiso apasionado con la causa de Dios, a la espera de poder llegar a disfrutar de él, anhelándolo y preparándonos diligente y disciplinadamente en el curso de toda nuestra vida actual para asegurarnos de pasar nuestra eternidad en él.

No me ocuparé en esta serie de artículos de las imágenes y la manera en que las demás religiones de la historia conciben el cielo, entendido como el destino eterno de los seres humanos justos, como quiera que cada una de ellas entienda esta condición de “justos”; sino que me concentraré en las imágenes populares alrededor de él asociadas al cristianismo, muchas de las cuales necesitan serias correcciones.

Lo único que diré al respecto es que todas las religiones de la historia coinciden en formular la existencia de un lugar de dicha eterna, más allá de esta vida, desde los tiempos ancestrales de la prehistoria, como consta en las pinturas rupestres de muchos pueblos primitivos, algo que no deja de ser curioso e inquietante, por decir lo menos.

Existen dos errores fundamentales de muchos creyentes al concebir el cielo que juegan en contra de hacer de él el estímulo que debería ser, para el creciente compromiso actual con una vida cristiana que agrade a Dios.

El primero es interpretarlo de la manera literal que la palabra en sí misma evoca, como un lugar en el espacio meramente, sin relación alguna con la tierra en la que nos encontramos. Por cierto, en este sentido la Biblia no habla del cielo, en singular, sino de los cielos, en plural, distinción que cobra gran importancia para comenzar a entender esta noción teológica. Así, pues, en su sentido literal la Biblia muestra, ciertamente, coincidencias significativas con lo que la ciencia entiende hoy cuando piensa en el cielo en su sentido físico o material, pero al mismo tiempo, estimula en los creyentes el examen y la comprensión ilustrada de lo que la teología cristiana designa como “cielo”, apoyada igualmente en la revelación bíblica.

En efecto, al referirse al cielo la teología distingue tres diferentes posibilidades en la Biblia, las dos primeras de ellas afines con lo que la ciencia entiende como tal: el primer cielo, que no sería más que la atmósfera terrestre con su particular y hermoso color azul, debido a la difracción que ésta lleva a cabo de la luz solar para poder iluminar de manera uniforme toda la bóveda celeste en lo que designamos como “día”, por contraste con la noche, indicando así las horas en que el sol y su luz se perciben a simple vista y de manera directa. Encontramos luego el segundo cielo, que designa los espacios siderales insondables del universo observados e investigados por astrónomos y astrofísicos desde una perspectiva científica y también por los astrólogos desde una perspectiva mágica y supersticiosa condenada en la Biblia.

Y por último tenemos el tercer cielo, que no sería otro que la morada de Dios, que no se puede ubicar geográfica o espacialmente en ningún lugar particular del universo, sino en un plano de existencia diferente y, si se quiere, paralelo al que nosotros nos encontramos y, según parece, superpuesto y en conexión con él y con el cual eventualmente, cuando Dios así lo dispone o lo permite, entraría en contacto. Valga decir que Pablo identificó este “tercer cielo” con el paraíso de Dios cuando dijo hablando, probablemente, de sí mismo en tercera persona, lo siguiente: “Me veo obligado a jactarme, aunque nada se gane con ello. Paso a referirme a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un seguidor de Cristo que hace catorce años fue llevado al tercer cielo (no sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo; Dios lo sabe). Y sé que este hombre (no sé si en el cuerpo o aparte del cuerpo; Dios lo sabe) fue llevado al paraíso y escuchó cosas indecibles que a los humanos no se nos permite expresar” (2 Corintios 12:1-4).

Si bien estos son los tres sentidos más literales a los que la Biblia recurre para definir el cielo, el que nos interesa de ellos es su tercer sentido, es decir, el tercer cielo del cual nos habló Pablo, que es el concepto que nos introduce en el cielo en su sentido estrictamente teológico, sin relación alguna con el primero y el segundo cielo físicos, a no ser más que para establecer asociaciones gráficas en nuestra mente, debido al carácter insondable que aún para la ciencia tiene el espacio sideral en lo que suele designarse como “el universo conocido”, indicando y reconociendo con ello los muchos aspectos desconocidos y misteriosos que para la ciencia tiene nuestro universo. Además, este “tercer cielo” y todo lo que está llamado a evocar en nosotros, concierne a lo que la teología entiende más exactamente como el cielo o el “estado intermedio”, también llamado el cielo presente, porque es el lugar al cual van los creyentes en la actualidad, inmediatamente después de experimentar la muerte física.

Ahora bien, este cielo o “estado intermedio” es, ciertamente, un lugar maravilloso e incomparablemente superior a los más grandes momentos de dicha que podamos experimentar en este mundo ꟷy la Biblia tiene bastantes cosas que decir de élꟷ, pero es “intermedio” porque no es el destino eterno y definitivo de los creyentes, sino que, con todo y lo maravilloso que pueda ser, tiene carácter temporal, es decir que está limitado al lapso comprendido entre la muerte del creyente y la segunda venida de Cristo, que inaugurará el cielo en su sentido eterno y definitivo.

Valga decir que cuando hablamos del infierno, también estamos hablando de un lugar temporal, pero no definitivo para los réprobos, pues el lugar definitivo para ellos es designado en el Apocalipsis como el “lago de fuego y azufre” al cual será arrojado en su momento el mismo Hades o Infierno: “la muerte y el infierno fueron arrojados al lago de fuego. Este lago de fuego es la muerte segunda” (Apocalipsis 20:14).

La semana que viene seguiremos hablando de este cielo presente o intermedio.

 

Serie "Hablemos del cielo"

1.- El tercer cielo y la segunda venida de Cristo

2.- El tercer cielo, cielo presente o estado intermedio

3.- El falso cielo de la cultura popular

4.- El reino de los cielos, el ‘shalom’ perfecto

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Creer y comprender - El tercer cielo y la segunda venida de Cristo