Revolucionando nuestro mundo

¿Cómo ser hoy una iglesia dinámica que impacta la sociedad?

13 DE MARZO DE 2019 · 14:00

Mike Kononov, Unsplash,gente edificio, edificio encendido
Mike Kononov, Unsplash

Nosotros en este tiempo debemos desarrollar una eclesiología que nos dé la posibilidad de llevar a la práctica eficientemente nuestro carácter y vocación misionera.

Sin duda el atarnos a estructuras eclesiales vetustas (la mayoría provienen del siglo XIX), pueden hacernos perder efectividad en un mundo dinámico y cambiante como el actual. Se trata de elaborar una estrategia de misión teniendo en cuenta las actuales angustias del hombre. Cierto es que las necesidades espirituales no pasan de moda; pero sí debemos replantearnos las formas de tratar las nuevas necesidades familiares, emocionales, laborales, sociales, culturales, e individuales, a fin de que nuestro mensaje pueda ser pertinente y efectivo; y fundamentalmente debemos replantear nuestra forma de comunicar el Evangelio.

Hoy, los medios no son solo una herramienta, son quizás la forma adecuada de canalizar el Mensaje a la población urbana y millennials (los menores de 35 años), las redes sociales, la web 4.0, todo es “on line, se vive “on line” y nuestras formas distan mucho de esa realidad. Pensemos por unos instantes que Facebook tiene nada más que 15 años, Twitter se creó hace 13 años y Whatssap tiene solo 7 años de vida e Instagram tiene tan solo 9 años.

Como dijimos en el anterior artículo, mayoritariamente hemos construido nuestra eclesiología en función de estructuras y cargos eclesiásticos, quizás debiéramos darle prioridad a ordenar nuestra eclesiología en función de los dones y ministerios con los que contamos entre nuestros hermanos, de manera dinámica, con distintos llamados para cubrir a la mayor cantidad de realidades posibles.

Esto no es propender a la anomía, sino a dejar que sea el Espíritu Santo quien de acuerdo con nuestras realidades vaya levantando a las personas indicadas para ministrar en medio de ellas, bajo su dirección y la de los pastores.

En algún momento debemos asumir que los pastores no somos el centro de la iglesia, que al igual que en la iglesia primitiva, todos tenemos dones y fuimos llamados a proclamar a Jesucristo donde estamos y con el lenguaje que manejamos (arquitectos, ingenieros, abogados, médicos, economistas, políticos, artistas, etc.)

Finalmente debemos considerar que los primeros discípulos atendieron lo importante sin descuidar lo urgente. Pese a lo arduo del trabajo que debieron desplegar los discípulos al comienzo de la expansión de la iglesia, eso no significó que dejaran de darle prioridad a la oración y la Palabra (a mi punto de ver las dos tareas más importantes del ministerio), señala el texto sacro:

En aquellos días, como crecía el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete hombres de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la Palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. A estos presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos. La palabra del Señor crecía y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe (Hech. 6:1-7).

Vamos por partes; sin duda los apóstoles se ocupaban de todos los asuntos de la iglesia, a tal punto esto era así, que llega el momento en que crece la iglesia por la obra del Espíritu Santo y muchos son añadidos a la comunidad de fe. Es de notar que Lucas habla de los nuevos creyentes como discípulos.

Todo crecimiento implica ajustes y muchas veces puede llegar a ser traumático; en este punto debemos recordar al menos dos cosas, la primera de ellas es que en su génesis la iglesia primitiva, en franca desobediencia al mandato del Señor, se había quedado en Jerusalén, esto con motivo de la resistencia impernte en los creyentes hebreos respecto de los gentiles y los judíos helenistas.

Lo segundo que debemos observar es que hubo murmuraciones por parte de los judíos helenistas (de habla y cultura griega) contra los de habla aramea (judaizantes), dada la desatención de estos últimos hacia los huérfanos y las viudas de los primeros. Este es el primer caso de discriminación en la iglesia primitiva y por ende conllevaba la necesidad de que los apóstoles intervinieran a fin de dar una solución a los necesitados pero al mismo tiempo evitasen fricciones o la fracción en el seno de la incipiente comunidad de fe.

Si bien es cierto que los apóstoles estaban sumamente ocupados en la planificación y desarrollo de la iglesia, y por ende no podían estar en los detalles de la provisión de las viudas, era de vital importancia que este tipo de actitudes de los judaizantes no echara raíces y las personas nombradas fuesen atendidas.

Es la única vez que Lucas se refiere al grupo de los primeros discípulos de Jesús como a los “doce” en el libro de los Hechos; esto sin duda conlleva tres observaciones: la primera es que los doce en persona se encargaron del tema dada la gravedad del mismo y a fin de evitar que este tipo de situaciones de discriminación se siguieran suscitando en la iglesia. En segundo lugar, dada su autoridad apostólica, convocan a “toda” la iglesia (comunidad de discípulos) para exponerles el problema y, manifestarles la preocupación que les tocaba de cerca. Finalmente, buscar juntos la guía del Espíritu Santo para solucionar el conflicto.

En ese escenario los doce expresan la preocupación de su corazón “no es justo que nosotros dejemos de enseñar la palabra de Dios para servir las mesas”. Pese a lo urgente del problema, lo importante para la iglesia y la expansión del Reino era que los doce se ocuparan de predicar y enseñar la Palabra.

La iglesia por consejo de los doce concluye, que es necesario buscar a un grupo de personas que sean capaces de ocuparse de las necesidades de las viudas, en ese sentido pidieron a la iglesia que buscasen a siete varones con características bien definidas: “varones de buen testimonio, llenos del Espíritu santo y de sabiduría”. Cualquiera de nosotros hubiera tenido la tentación de designar a hermanos fieles en su asistencia y de buen corazón, más allá de las características que establecieron los doce, total es “solo” para atender las mesas. Error, todo servicio para el Señor exige de cada uno de nosotros las mismas características, una vida de fidelidad y transparencia, de sumisión al Espíritu Santo y de vivencia encarnacional de la Palabra.

Por último, la iglesia primitiva llevó adelante una misión integral. El hombre es una unidad multidimensional compleja, y el Evangelio debe llegar a él como ser único en sus distintas dimensiones o esferas de acción. Reiteramos: el hombre es una compleja unidad, tiene necesidades espirituales, físicas, emocionales, intelectuales, familiares, laborales, sociales, económicas, etcétera. A cada una de estas necesidades ministró la iglesia novotestamentaria. Es imposible que la iglesia cumpla su misión a menos que la misma sea integral, esto es, atienda a las necesidades ya mencionadas, y le dé al hombre un marco de referencia sobre el cual establecer o modificar sus valores culturales o morales, esto es sin duda el Evangelio, la adopción de los valores del Reino que permiten que el cielo gobierne en la tierra.

La iglesia primitiva manejó con sus precarios recursos el arma más poderosa de todas, la maleabilidad del Espíritu Santo para atender cada situación, cada necesidad y llegar a cada realidad. Quizás debiéramos meditar acerca de cuán sumisos y manejables somos por el Espíritu Santo, cuán abiertos somos a no someternos a métodos y estrategias que seguramente le sirvieron a alguien más, pero no necesariamente a nosotros

 La sociedad demanda que en cada área la iglesia esté presente con un mensaje claro, sencillo, entendible y esto se hace usando el mismo lenguaje. Es todo un desafío.

 

Bibliografía:

Gene Getz, (1982). Refinemos la perspectiva de la iglesia. USA. Editorial Caribe

Michael Green, (1997). La evangelización en la iglesia primitiva. Buenos Aires, Nueva Creación.

John Stott, “El cristianismo contemporáneo – Un llamado urgente a escuchar con los dos oídos”, Grand Rapids, USA 1995, pp. 231

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