Usted puede reinar con Cristo

El Reino milenial de Cristo será el cumplimiento glorioso de las promesas proféticas

27 DE JULIO DE 2025 · 08:00

Jametlene Reskp, Unsplash,biblia corona
Jametlene Reskp, Unsplash

En nuestro artículo anterior tratamos acerca del reinado del que pocos hablan, del que se le mostró al apóstol Juan en el cielo acerca del fin de los tiempos, donde pudo ver que el reinado milenial de Cristo será literal, y de ello escribió en el libro de Apocalipsis.

Hoy trataremos acerca del establecimiento de ese reino, sus características, de la participación de los santos y de cómo termina el milenio mesiánico de Jesús.

 

El establecimiento del Reino

Una vez que la Iglesia de Cristo sea arrebatada al cielo, se presente ante el tribunal de Cristo para recibir sus galardones y unirse místicamente con su esposo en las Bodas del Cordero, el Señor regresará por segunda vez a la tierra para juzgar a las naciones, condenar al anticristo y al falso profeta al lago de fuego, atar a Satanás por mil años, y luego iniciar su reinado de mil años.

El Reino milenial comienza con la segunda venida de Cristo y la derrota de sus enemigos. Veamos algunos detalles al respecto:

• Cristo regresará, pondrá sus pies en el Monte de los Olivos y será Rey sobre toda la tierra.

«Después de eso, el Señor saldrá y peleará contra aquellas naciones, como se pelea en el día de la batalla. Cuando llegue ese día, el Señor plantará sus pies sobre el monte de los Olivos, que está al oriente, frente a Jerusalén; y el monte de los Olivos se partirá en dos, hacia el oriente y hacia el occidente, con lo que se formará un valle muy grande, y una mitad del monte caerá hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur... Entonces vendrá el Señor mi Dios, con todos los santos... Cuando llegue ese día, el Señor reinará sobre toda la tierra, y él será el único Señor, y su nombre será el único nombre» (Zacarías 14:3–9).

• El Hijo del Hombre se sentará en su trono glorioso y juzgará a las naciones.

«Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, se sentará en su trono de gloria, y todas las naciones serán reunidas ante él. Entonces él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda, y entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo”» (Mateo 25:31–34).

• Segunda venida de Cristo como Juez y Rey guerrero.

«Entonces vi que el cielo se había abierto, y que allí aparecía un caballo blanco. El nombre del que lo montaba es Fiel y Verdadero, el que juzga y pelea con justicia. Sus ojos parecían dos llamas de fuego, y en su cabeza había muchas diademas, y tenía inscrito un nombre que sólo él conocía. La ropa que vestía estaba teñida de sangre, y su nombre es: “La Palabra de Dios”. Iba seguido de los ejércitos celestiales, que montaban caballos blancos y vestían lino finísimo, blanco y limpio. De su boca salía una espada afilada, para herir con ella a las naciones. Él las gobernará con cetro de hierro; y pisará el lagar del ardiente vino de la ira del Dios Todopoderoso. En su manto y en su muslo lleva inscrito este nombre: “Rey de reyes y Señor de señores”» (Apocalipsis 19:11–16).

 

Características del Reino milenial

El reino será un tiempo de paz, justicia, y restauración tanto espiritual como física. Vendrá el cumplimiento de lo que los profetas del Antiguo Pacto hablaron de parte de Dios, acerca de lo que caracterizará esos mil años de reinado de Cristo; entre ellos, el profeta Isaías y Miqueas.

• Justicia, paz, restauración de la creación; el lobo habitará con el cordero.

«Una vara saldrá del tronco de Isaí; un vástago retoñará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor; el espíritu de sabiduría y de inteligencia; el espíritu de consejo y de poder, el espíritu de conocimiento y de temor del Señor. Su deleite será temer al Señor. No juzgará según las apariencias, ni dictará sentencia según los rumores. Defenderá los derechos de los pobres, y dictará sentencias justas en favor de la gente humilde del país. Su boca será la vara que hiera la tierra; sus labios serán el ventarrón que mate al impío. La justicia y la fidelidad serán el cinto que ceñirá su cintura.

El lobo convivirá con el cordero; el leopardo se acostará junto al cabrito; el becerro, el león y el animal engordado andarán juntos, y un chiquillo los pastoreará... Nadie hará mal ni daño alguno en ninguna parte de mi santo monte, porque la tierra estará saturada del conocimiento del Señor, así como las aguas cubren el mar. Cuando llegue ese día, sucederá que los pueblos irán en busca de la raíz de Isaí, la cual se plantará como estandarte de las naciones; y su habitación será gloriosa» (Isaías 11:1–10).

• Longevidad, bendición, y comunión directa con Dios.

«¡Fíjense bien! ¡Ya estoy creando nuevos cielos y nueva tierra! De los primeros, nadie volverá a acordarse, ni los traerá más a la memoria. Al contrario, ustedes se alegrarán y regocijarán siempre en lo que voy a crear. Estoy por crear una Jerusalén alegre y un pueblo gozoso. Yo me alegraré con Jerusalén; me gozaré con mi pueblo, y nunca más volverán a oírse en ella voces de llanto ni de clamor. No habrá en ella niños que mueran a los pocos días, ni ancianos que no cumplan sus años de vida... Edificarán casas, y las habitarán; plantarán viñas, y comerán las uvas. No volverán a edificar casas para que otro las habite, ni plantarán nada para que otros se coman los frutos... No trabajarán en vano, ni darán a luz hijos que estén bajo maldición, porque ellos y sus descendientes son un linaje bendecido por el Señor. Antes de que me pidan ayuda, yo les responderé; no habrán terminado de hablar cuando ya los habré escuchado... En todo mi santo monte no habrá aflicción ni nadie hará daño a nadie. Yo, el Señor, lo he dicho» (Isaías 65:17–25).

• Paz entre las naciones, adoración en Jerusalén, prosperidad.

«En los últimos días el monte de la casa del Señor será confirmado como cabeza de los montes y exaltado por encima de las colinas, y a él acudirán los pueblos. Muchas naciones vendrán, y dirán: “¡Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob! Él nos guiará por sus caminos, y nosotros iremos por sus sendas”. Porque la enseñanza saldrá de Sion; de Jerusalén saldrá la palabra del Señor. Y el Señor juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas y lejanas; y éstas convertirán sus espadas en azadones y sus lanzas en hoces. Ninguna nación volverá a levantar la espada contra otra nación, ni se entrenarán más para hacer la guerra. Cada uno se sentará bajo su vid y a la sombra de su higuera, y no habrá nadie que pueda amedrentarlos. Esto lo ha declarado la boca del Señor de los ejércitos» (Miqueas 4:1–4).

 

Participación de los Santos

Una de las promesas más gloriosas que el Señor le ha hecho a su pueblo renacido por el Espíritu Santo, gracias a la obra de Cristo en la cruz, es la de compartir su herencia y su reinado con los santos que pertenecen a Su Iglesia eterna. Los creyentes glorificados participarán activamente en el reino de Cristo.

• Los que fueron fieles reinarán con Cristo por mil años.

«Vi entonces unos tronos, y sobre ellos estaban sentados los que recibieron la autoridad para juzgar. También vi las almas de los que fueron decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios. Ellos son los que nunca adoraron a la bestia ni a su imagen, ni aceptaron jamás llevar su marca en la frente ni en las manos; y éstos volvieron a vivir y reinaron con Cristo durante mil años» (Apocalipsis 20:4).

• “Si sufrimos, también reinaremos con él”

«Si sufrimos, también reinaremos con él; si lo negamos, también él nos negará» (2ª Timoteo 2:12).

• Recompensa por fidelidad: autoridad sobre ciudades.

«Aquel hombre dijo: “¡Bien hecho! Eres un buen siervo. Puesto que en lo poco has sido fiel, vas a gobernar diez ciudades”» (Lucas 19:17).

 

Final del milenio y Juicio Final

El milenio culmina con el juicio final y la entrada al estado eterno de aquellos que sean salvos por medio de la sangre de Jesucristo (Apocalipsis 12:11).

• Satanás será soltado, engañará a las naciones, y será finalmente derrotado.

«Al cabo de los mil años, Satanás fue puesto en libertad de su prisión, y salió a engañar a las naciones que están en los cuatro extremos de la tierra, y a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla. ¡Su número era incontable, como la arena del mar! Y subieron por todo lo ancho de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero del cielo cayó fuego y los consumió. El diablo, que los había engañado, fue lanzado al lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta. Y allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 20:7–10).

• El Juicio del Gran Trono Blanco.

«Vi también un gran trono blanco, y al que estaba sentado en él. De su presencia huyeron la tierra y el cielo, y no se volvió a hallar su lugar. Vi entonces de pie, ante Dios, a los muertos, grandes y pequeños. Unos libros fueron abiertos, y después otro más, que es el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados conforme a sus obras y conforme a lo que estaba anotado en los libros. El mar entregó los muertos que yacían en él; también la muerte y el Hades entregaron los muertos que yacían con ellos, y cada uno fue juzgado conforme a sus obras. Luego la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Todos los que no tenían su nombre registrado en el libro de la vida fueron lanzados al lago de fuego» (Apocalipsis 20:11–15).

• Cristo entregará el Reino al Padre, y Dios será todo en todos.

«Entonces vendrá el fin, cuando él entregue el reino al Dios y Padre, y haya puesto fin a todo dominio, autoridad y poder. Porque es necesario que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies, y el último enemigo que será destruido es la muerte. Porque Dios sujetó todas las cosas debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas quedaron sujetas a él, es evidente que esto no incluye a aquel que puso todas las cosas debajo de sus pies. Pero una vez que todas las cosas queden sujetas a él, entonces el Hijo mismo quedará sujeto al que puso todas las cosas debajo de sus pies, para que Dios sea el todo en todos» (1ª Corintios 15:24–28).

 

El Reino milenial de Cristo será el cumplimiento glorioso de las promesas proféticas, una era de justicia divina en la tierra, y una transición hacia la eternidad con Dios. Es una esperanza viva para los creyentes y una invitación a vivir con fidelidad hoy.

Si usted desea reinar con Jesucristo en el milenio y luego vivir en la eternidad con Él, debe arrepentirse de sus pecados y recibir a Cristo como su único Señor y Salvador, y vivir en santidad y obediencia a la Palabra de Dios. Jesús ya lo hizo todo, usted sólo debe aceptar su sacrificio por medio de la fe y será salvo por gracia.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - Usted puede reinar con Cristo