La señal de Jonás

El paralelismo entre el suceso acaecido a Jonás y la muerte del Señor Jesús es claro.

    Protestante Digital · 25 DE NOVIEMBRE DE 2023 · 08:00

    Gabriel Dizzi, Unsplash,ballena océano
    Gabriel Dizzi, Unsplash

    Mateo transcribe la respuesta dada por Jesús a unos escribas y fariseos que deseaban ver alguna señal espectacular del Maestro.

    Sin embargo, éste se negó a ello mediante las siguientes palabras: “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt. 12:39-40).

    El paralelismo entre el suceso acaecido a Jonás y la muerte del Señor Jesús es claro. Ya en el propio salmo del segundo capítulo de Jonás se compara el vientre de aquel gran pez con la muerte o el seno del Seol (Jon. 2:1-2). De manera que a Cristo le ocurrió lo mismo que a Jonás.

    Si éste fue vomitado en tierra después de tres días, Jesús resucitó también al tercer día.

    Tres días era un tiempo simbólico en el judaísmo. Dios no deja al justo más de tres días en apuros (Gn. 42:17). Por tanto, Jesús no podía estar tampoco más de tres días en el sepulcro.

    Desde luego, no fueron tres días literales de 24 horas como los nuestros sino días judíos. Dicho detalle dio mucho que pensar a los antiguos apologistas que no atinaban a interpretar correctamente este lapso de tiempo.

    Hoy se sabe que para el hebreo, el día comenzaba con el ocaso. De manera que el amanecer del viernes, el sábado y la noche del sábado al domingo sumaban tres días (no tres noches).

    Algunos autores creen que el gran pez pudo ser en realidad un enorme mamífero marino como los actuales cachalotes, cuya abertura bucal de unos tres metros de largo por dos de altura sería suficiente para albergar a un hombre durante algún tiempo, si es que el cetáceo no se sumergía profundamente.[1] 

    Otros simplemente dicen que todo el libro de Jonás no es más que una parábola y que no hay que tomársela al pie de letra ni buscar posibles candidatos entre los gigantes del mar.[2] 

    No obstante, el hecho de que el propio Jesús se refiriera a dicho acontecimiento y lo comparara ni más ni menos que con su propia muerte y resurrección es suficientemente significativo. ¿Habría recurrido el Hijo de Dios a una leyenda falsa para ponerla como ejemplo de su sacrificio salvífico?

    Según la historia, Dios salvó a Jonás y después de tres días, aquel animal marino le vomitó todavía vivo en una playa. La Biblia enseña que el creador del universo hace milagros y, desde luego, éste del profeta no fue ni mucho menos el mayor de ellos.

    La encarnación y resurrección de Cristo, por ejemplo, le superan con creces.

    La señal de Jonás será como un espejo que reflejará la culpabilidad de Israel por la muerte de Jesús. Es cierto que muchos creyeron en él pero “los judíos”, en general, se mantuvieron escépticos ante su resurrección y dicho escepticismo perdura hasta el día de hoy.

    Sin embargo, los ninivitas -gentiles y paganos- creyeron en la predicación de Jonás y se arrepintieron. Por eso la historia termina con tonos proféticos, diciendo que los ninivitas se levantarán en el juicio contra esta generación, y la condenarán: porque ellos se arrepintieron después de la predicación de Jonás, pero los dirigentes de Israel le volvieron la espalda a Jesucristo.

    ¡Seguimos necesitando grandes peces que nos hagan reflexionar en la oscuridad de sus vientres!

     

    Notas

    [1] Dröscher, V. B., 1988, Y la ballena devolvió a Jonás a la playa, Planeta, Barcelona, p. 122.

    [2] Parrot, A., 1962, Nínive y el Antiguo Testamento, Garriga, Barcelona, p. 69.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Zoé - La señal de Jonás

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