Elegir a León XIV, gran jugada de ajedrez del Cónclave
Prevost, que aún no ha cumplido los 70 años, es un papa "joven" con la posibilidad de un largo pontificado. El cónclave no eligió un puente, eligió la dirección.
Evangelical Focus · 16 DE MAYO DE 2025 · 08:00

No se puede comparar al movimiento de enroque del ajedrez, ni a un simple paso de peón, sino a un movimiento de salto de caballo. En términos ajedrecísticos, así es como podríamos describir la Operación León XIV: inesperada, estratégica y revolucionaria.
Aquellos que esperaban un movimiento de enroque, de estrategia defensiva y conservadora que se defiendea bajo presión, han sido tomados por sorpresa por la decisión del cónclave. Prevost no es la encarnación del catolicismo tradicionalista y restaurador que esperaban ciertos sectores de la Iglesia de Roma. Nombrado cardenal por el Papa Francisco y encargado de seleccionar a los obispos de todo el mundo, .
Aquellos que anticipaban un enfoque de pequelo paso, diplomático y de esperar y ver también se sorprendieron. Entre los posibles candidatos, el cardenal Parolin personificaba esa opción: un diplomático experimentado y ex secretario de Estado del Vaticano, visto como el favorito para aliviar las tensiones, estabilizar las facciones y ganar tiempo para futuras decisiones. Su elección habría señalado una pausa, un esfuerzo por enfriar los ánimos y calmar el caos provocado por la era Francisco.
Pero la elección de León XIV señala algo completamente diferente. Prevost, que aún tiene menos de 70 años, es un papa "joven" con la posibilidad de un largo pontificado. Esta no fue una decisión provisional. El cónclave no eligió un puente, eligió una dirección.
En términos ajedrecísticos, la elección de León XIV fue una jugada de caballo: sorpresiva, indirecta, viniendo de la retaguardia y perturbando el tablero de manera que obliga a todos a replantearse su posición. El juego ha cambiado.
También es interesante señalar que es estadounidense. Hasta ahora, parecía haber una regla no escrita: la Iglesia de Roma no elegiría a un papa de una superpotencia económica mundial. Pero con este cónclave, esa regla no escrita se ha roto.
La elección de León XIV muestra una mentalidad liberada de las categorías geopolíticas del siglo XX. La mayoría de los cardenales que votaron por él procedían del Sur Global, Asia y África, lo que demuestra que el Colegio Cardenalicio ya no ve el mundo a través de una lente estrictamente occidental.
Su identidad estadounidense sirve al menos a dos propósitos estratégicos:
- En primer lugar, puede tratar de socavar el liderazgo cultural del cristianismo conservador al estilo de Trump, particularmente en la batalla contra las ideologías "woke", reafirmando a la Iglesia Católica como guardiana de la civilización y el orden moral.
- En segundo lugar, podría servir como un imán para los evangélicos estadounidenses desilusionados, aquellos que se están cansando de las opciones religiosas consumistas, que ven en el catolicismo una alternativa más estable e histórica. En el fluido y competitivo mercado religioso de los Estados Unidos, un papa estadounidense podría atraer un interés y una credibilidad significativos.
Otro dato importante: es un agustiniano. Después de Francisco, un jesuita marcado por el eclecticismo intelectual y la creatividad teológica, León XIV proviene de una orden más arraigada y milenaria. Este trasfondo sugiere un Papa que es teológicamente más estable, más predecible y, en cierto sentido, más "tradicional". Aunque no es un erudito en el sentido académico (aunque ha enseñado en Perú), Prevost piensa dentro de una tradición teológica bien definida.
Su enfoque carece de la originalidad de Francisco, pero ofrece tranquilidad a aquellos en la Iglesia que buscan claridad. Su identidad agustiniana puede ser percibida como una rama de olivo para los católicos conservadores, especialmente para aquellos desilusionados por la era de Francisco.
Y otro aspecto a resaltar: es un administrador. Experto en derecho canónico con un doctorado del Angelicum, Prevost se ha desempeñado como prior general de la Orden Agustiniana, obispo en Perú y, más recientemente, como prefecto del dicasterio del Vaticano que selecciona a los obispos a nivel mundial. En resumen, no es principalmente un teólogo, sino un hombre de gobierno. Después de un pontificado marcado por la confusión institucional, el cónclave parece haber elegido a alguien capaz, al menos sobre el papel, de manejar la compleja maquinaria de la Iglesia Católica Romana.
Eso no es todo. Prevost es también una figura cosmopolita. Habla con fluidez cinco idiomas (inglés, español, italiano, francés y portugués), y tiene una amplia experiencia pastoral y misionera en toda América Latina y dentro de la burocracia vaticana. Es norteamericano y latinoamericano. Tiende puentes entre mundos culturales, lingüísticos y eclesiales. En muchos sentidos, es un verdadero líder mundial.
Y no olvidemos el nombre que ha elegido: León XIV. Con trece papas antes que él que llevaban el nombre de León, es difícil precisar exactamente cuál lo inspiró. Aun así, destaca León XIII (1810-1903): el papa que unió la ortodoxia tomista con el compromiso social. Tal vez León XIV aspire a la misma combinación, una catolicidad socialmente comprometida con un marco doctrinal más firme.
Por todas estas razones, la elección de León XIV fue una jugada de un caballo de ajedrez, inesperada, disruptiva y estratégica.
Después de una sensación de jaque mate institucional bajo Francisco, la Iglesia de Roma intenta ahora reposicionarse en su relación con el mundo, con las religiones y con la humanidad.
Por último, este nuevo Papa atraerá, sin duda, el interés del mundo evangélico.
Los evangélicos del Sur Global pueden ver en él a un misionero cercano a los pobres. Los evangélicos norteamericanos pueden reconocer una voz agustiniana que entiende el lenguaje de la tradición. En resumen, todos pueden sentirse tentados a ver al Papa que quieren ver.
Pero lo que no debe faltar es el discernimiento evangélico. León XIV es el Sumo Pontífice de la Iglesia Romana, que representa un sistema religioso que sigue siendo distinto del evangelio de Jesucristo y, en última instancia, opuesto a él.
Ya sean más o menos tradicionales, más o menos conservadores, más o menos abiertos, estos siguen siendo cambios internos dentro del catolicismo romano. Con la elección de León XIV, Roma ha demostrado astucia y visión a largo plazo.
Una vez más, se posiciona para poner al mundo entero bajo la influencia de su estructura eclesiástica.
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