La búsqueda desesperada

La angustia por haber perdido lo más importante. 

    08 DE OCTUBRE DE 2023 · 08:00

    Marten Newhall, Unsplash,buscar, buscando
    Marten Newhall, Unsplash

    Un relato que nos sumerge en la angustia del autor por haber perdido lo más importante. Texto que nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de buscar ardientemente y la alegría de encontrar lo perdido (Lucas 15:8-10).

    ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente (Lucas 15:8-10).
     

    La búsqueda desesperada

    Estaba a punto de salir de casa y me di cuenta de que me faltaba algo... Pero sabía dónde debía hallarlo: en mi aposento.

    Cerré la puerta, dejé en una esquina el maletín y me arrodillé junto a la cama para buscar al que se había convertido en mi gran amigo, mi compañero de viaje, mi mejor ayuda, prácticamente lo único imprescindible para mi trabajo.

    Lamenté mis prisas, mi descuido, mi mala memoria y, aunque casi con toda seguridad llegaría tarde a la primera cita del día, me dije a mí mismo: “No pienso salir de mi cuarto sin su presencia. No me imagino este lunes sin él”.

    Intenté calmar la ansiedad, me concentré y afiné el oído; solo que justo en ese instante se coló por la ventana el habitual ruido: el tráfico de las ocho, con el claxon de los vehículos de empleados que no quieren retrasar su llegada a la fábrica o la oficina. El bullicio de la ciudad en movimiento estorbaba mi búsqueda. Era inútil llamarlo insistentemente si me había acostumbrado a silenciarlo en las últimas semanas.

    -Dios mío -oré-, échame una mano... Perdona mi torpeza. ¡Necesito un milagro esta mañana!

    Fue entonces cuando una idea iluminó mi turbado pensamiento: ¡El cuarto de baño!

    No era la primera vez que lo buscaba allí...

    Con la seguridad de que pronto estaría completo, me levanté, recogí el maletín del suelo, entré al aseo y por fin se produjo el reencuentro.

    Mi teléfono yacía triste sobre la encimera del lavabo, con la batería a medias por no cargarlo durante la noche, sin embargo, listo para acompañarme una jornada más en el reto de una nueva semana llena de compromisos.

    Cuando salí de la casa, con una sonrisa radiante y sintiéndome pleno, pensé: “¿Qué sería de mí, con esta mala cabeza que he heredado de mi madre, sin el smartphone?”.

    Corrí por el pasillo del edificio y ni siquiera usé el ascensor; bajé por las escaleras. Para ser sincero, con lo tarde que era tampoco me acordé de dar gracias a Dios por haber encontrado mi teléfono. ¿Cómo iba a hacerlo si galopaba hacia el garaje mientras mandaba un audio al cliente para que me esperase unos minutos?

    -¡Paco, me ha pillado un atasco brutal! -mentí.

    ¡No pensarás que le iba a confesar que el motivo de la tardanza era simplemente mi búsqueda desesperada!

    FIN

     

    Moraleja:

    • ¿Qué sucedería en nuestro diario vivir si pretendiésemos la llenura del Espíritu Santo con la misma diligencia con la que cuidamos el smartphone?
    • Cada día proponte no salir de casa sin la Presencia del Espíritu rebosando en tu interior.
    • Búscalo con desesperación y recuerda: Jesús mandó a sus discípulos que no dejaran el aposento alto sin la plenitud del Espíritu (Hechos 1:4-5), de lo contrario, sin aquella santa investidura, irían incompletos y desnudos a la tarea encomendada (Lucas 24:49).
    • Puedes dejar el teléfono, la agenda, las llaves, el reloj... Mas nunca olvides al Paracleto.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Soliloquios - La búsqueda desesperada

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