Recuperar el temor y temblor ante Dios

Con confianza ante abba-padre Dios; y a la vez con un inmenso respeto ante el Eterno, misterioso, santo y todopoderoso. Cuando sabes temblar ante Dios no temblarás ante nada.

11 DE DICIEMBRE DE 2022 · 08:00

Ben White, Unsplash,orar orando, oración
Ben White, Unsplash

Hay una palabra en el Antiguo y Nuevo Testamento de la que yo nunca he oído enseñar, y que hoy voy a abordar en mi soliloquio, es el temblor ante Dios. La Biblia, en el Antiguo y Nuevo Testamento, habla en más de cincuenta ocasiones de temblar ante Dios y su palabra.

No es un tema menor. Un ejemplo: Filipenses 2:12: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”. Hemos de recuperar el temblor.

 

¿Por qué temblamos?

Por frío, por miedo, de nervios... ¿Alguna vez has temblado de miedo? Por supuesto. Es un mecanismo que Dios ha dejado en nosotros. Por ejemplo, se tiembla de frío. ¿Por qué? Porque tu cuerpo se está calentando automáticamente. Es una forma de calentarse. Si llega un momento en el que tienes mucho frío, mucho frío, y dejas de temblar, quizás te estás muriendo de hipotermia. Mejor que tiembles.

¿Por qué cuando tenemos miedo temblamos? Porque tu cuerpo se prepara para actuar. Si, por ejemplo, entrase un león en nuestro local de reunión, un domingo, hasta los hermanos que vienen a la iglesia con bastón correrían como gacelas. ¿De dónde sacas la fuerza? Es que se genera una adrenalina, tiemblas y actúas en tu máximo potencial. De manera que, el temblar ante un peligro es tu cuerpo preparándose para actuar, para escapar.

¿Qué me dices de la mujer que va a dar a luz por primera vez? Tiembla, ya que un bebé de tres o cuatro kilos, que ha crecido en su interior, debe salir de ella. O en el caso de obtener el permiso de conducir, cuando el examinador se sienta a tu lado y te dice “arranque”. Y tú tienes que agarrar el volante, porque si lo sueltas tus manos están temblando y tu corazón late al galope. Para la mayoría es algo imponente. Dios es mucho más imponente, y admirable. Él es Padre, pero Él es Dios Todopoderoso. Él es un león, como dice C. S. Lewis, no es un león domesticado. No es un gatito. Es el León de la Tribu de Judá, quien devoró a la muerte de un bocado en la cruz del Calvario.

 

Ante un Dios inmenso, santo y todopoderoso

Entonces, si Dios es muy grande hay que recuperar el temblor ante Él. Si conocemos a Dios, vamos a estar temblando por dentro, interiormente, aunque estemos saltando de alegría. Con confianza y, sin embargo, que haya un temblor ante Dios. Porque tú sabes quién es Dios, que Él es el Alfa y la Omega, el Creador, el que nos da la vida y a quien se lo debemos todo.

Dios es Abba; Papá. Le podemos decir Abba, que es la palabra de cariño de un hijo judío a su padre: ¡mi Abba! Yo estoy ya casado, pero voy a casa de mis padres y abro la nevera y les digo “papá”, “mamá”, tengo esa confianza. Pero eso no está reñido con la honra. Les tengo respeto. Cuánto más con Dios. Tenemos confianza con Papá, con Dios. Y, al mismo tiempo, le tenemos respeto, porque es mucho más grande que yo, Él es eterno, Él merece temor y temblor.

 

Un temblor interior

Podemos estar danzando delante de Dios, orando con confianza, cantando con alegría, pero eso no quiere decir que estamos con guasa, o con ligereza. Un cirujano, cuando está operando un corazón, tiembla, y a la vez no tiembla. Porque si tiembla mata al paciente. Pero por dentro está temblando, porque tiene la vida de un ser humano en sus manos. Así como el temblor antes Dios, es un temblor interior.

Un juez, cuando tiene que dictar sentencia y decidir si un hombre va a la cárcel, o no va a la cárcel, no puede temblar, debe mantener el tipo. Pero por dentro está aterrado porque sabe que el destino de alguien o de una familia está en sus manos, y que sienta jurisprudencia. Tiembla, o debería hacerlo.

El presidente de un gobierno, cuando tiene que publicar un decreto ley, y declarar un estado de alarma, se presenta ante la Cámara aparentemente tranquilo, pero por dentro está temblando, porque decidirá algo que afecta a su pueblo. Quizás ese es el problema de nuestros gobernantes, que ya no tiemblan. Ahora bien, si fuesen sensatos temblarían...

Aunque tengo confianza, porque Cristo es mi mediador, porque Él es mi Padre, mi Abba, mi Papá, pero, al mismo tiempo, Él es Dios, y por dentro yo estoy temblando. ¿Delante de quién estoy? ¡Del Alto y Sublime! (Isaías 6:1 y 57:15). Él merece mi santidad, Él merece mi reverencia, Él merece mi mejor adoración.

 

El temblor espiritual

Dios quiso que Israel temblase ante Él y su palabra, como parte del respeto que debían tenerle. Pudo habérseles revelado en un silbo apacible; de hecho, el resto del viaje se mostró en nubes protectoras y en provisión constante, pero en Sinaí marcó sus corazones con temor y temblor. Lo puedes ver en Éxodo 19:9, 16-25 y Éxodo 20:1-3,18-24.

Éxodo 19:16: “Y aconteció que al tercer día, cuando llegó la mañana, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un fuerte sonido de trompeta; y tembló todo el pueblo que estaba en el campamento”.

Éxodo 20:18 y 20: “... y cuando el pueblo vio aquello, temblaron, y se mantuvieron a distancia... No temáis, porque Dios ha venido para poneros a prueba, y para que su temor permanezca en vosotros, y para que no pequéis”.

 

Los del Nuevo Pacto debemos temblar igualmente

“... pues nada me propuse saber entre vosotros, excepto a Jesucristo, y este crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y con temor y mucho temblor. Y ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder”, 1 Corintios 2:2-4.

“Porque si en algo me he jactado con él acerca de vosotros, no fui avergonzado, sino que, así como os hemos dicho todo con verdad, así también nuestra jactancia ante Tito resultó ser la verdad. Y su amor hacia vosotros abunda aún más al acordarse de la obediencia de todos vosotros, y de cómo lo recibisteis con temor y temblor”, 2 Corintios 7:14-15.

 

Hay que recuperar el temblor

Ya no estamos en el Monte Sinaí, sino en el Monte Sion, pero Dios sigue siendo Dios santo, tres veces Santo, Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre, Santo; Santo, el Espíritu; y Santo el Hijo. Tres veces Santo. Y Él es fuego consumidor.

Hebreos 12:25-26. “Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desechamos al que nos amonesta desde los cielos, la voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido diciendo: Aún una vez y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo”. Veintiocho: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios, agradándole con temor y reverencia. Porque nuestro Dios es fuego consumidor”.

Tu modo de estar ante Él dice mucho de tu adoración. Moisés estaba temblando, aunque lo conocía. Y ahora, en el Nuevo Pacto, se nos invita a seguir temblando, aunque tengamos la confianza del hijo frente al Padre. Con este temblor no trataremos las cosas de Dios de cualquier forma. Cuando los jóvenes sacaron muertos, de la presencia de los apóstoles, a Ananías y Safira, en Hechos 5, por haber mentido al Espíritu, aprendieron a temblar ante Dios. Porque el temor de Dios se aprende: “Venid, hijos, escuchadme; os enseñaré el temor del Señor”. dice el Salmos 34,11. Y sobre la iglesia del principio y todos los que los rodeaban cayó un temor: “Y vino un gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que supieron estas cosas”, Hechos 5:11.

 

¿A quién va a mirar el Señor?

Dios valora a los que tiemblan ante Él: Isaías 66:1-2: “ Pero a éste miraré al que es humilde y contrito de espíritu y que tiembla ante mi palabra”.

¿A quién va a mirar el Señor? Al que es humilde y contrito espíritu, y que tiembla ante su Palabra. Por ejemplo, para mí predicar me causa temor y temblor. También, cuando escucho a Dios, que el Señor me está hablando, me sobrecoge el corazón. Es la palabra de mi Dios, de mi Señor, y me envuelve un temblor.

 

¿Cómo quiere Dios que le adoremos?

“Adorad al Señor con reverencia y alegraos con temblor”, Salmos 2:11. ¿Cómo quiere Dios que le adoremos? Con alegría y con temblor. ¿Cómo es esto? Con reverencia y al mismo tiempo con confianza. Salmo 96:9: “Adorar al Señor en vestidos santos. Temblad ante su presencia, toda la tierra”. Salmo 4:4: “Temblad y no pequéis. Meditad en vuestro corazón sobre vuestro lecho y callad”. El temor y el temblor ante Dios te pone el freno para no pecar. Porque lo respetas y porque quieres agradarle.

Desde joven me embargó un santo temor y no puedo tratarle como a cualquier cosa. Dios es real y he visto su celo y severidad, tanto como su misericordia y ternura. Por mi experiencia, caminando con Jesús casi treinta años, y por la revelación de la Escritura, puedo afirmar que el Señor, como buen Maestro, me ha enseñado a temblar delante de Él y de sus cosas. Hemos de recuperar el temor en la Iglesia hoy, porque a estos Dios mirará con agrado y con ellos manifestará su presencia, con los humildes, con los contritos y con los que tiemblan ante su Palabra.

 

Sirvamos a Dios con temor y temblor

El temblor espiritual es un llamado para este tiempo. Dios lo está restaurando, para que Él pueda hacer su obra en la tierra.

Así que, amados míos, tal como siempre habéis obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor. Filipenses 2:12

 

¿Cómo recuperar el temblor?

¿Mantienes el temblor ante Dios y su Palabra? Si no es así debes preocuparte. No temblar ante el Señor es algo de necios (2 Pedro 2:10 y Jeremías 5:21-23). Aún los demonios tiemblan (Santiago 2:19-20).

 ¿Cómo podemos recuperar el temblor? Aquí te dejo tres claves:

  • Por un encuentro genuino con Dios. Pidámoslo y busquémoslo (Salmos 27:4, Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré). En un encuentro con Dios, Daniel o Moisés temblaron: Daniel 10:10-11 y Hechos 7:32.
  • Por una enseñanza, como esta. La Palabra hace sabio al sencillo (Salmo 19:7).
  • Por un error en el que ves las consecuencias de tu falta de temor de Dios. Nuestra propia experiencia y caminar con Dios es una gran escuela. David nos lo cuenta así: Y en mi prosperidad yo dije: Jamás seré conmovido. Oh Señor, con tu favor has hecho que mi monte permanezca fuerte; tú escondiste tu rostro, fui conturbado. Salmos 30:6-7.

 

Todos deberíamos temblar ante Dios

Me encanta ver a Darío, un rey pagano, después de que Daniel ha sido librado del foso de los leones, ordenando que todos los hombres teman y tiemblen ante el Dios de Israel:

De parte mía se proclama un decreto de que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen delante del Dios de Daniel, porque Él es el Dios viviente que permanece para siempre, y su reino no será destruido y su dominio durará para siempre. Él es el que libra y rescata, hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra, el que ha librado a Daniel del poder de los leones. Daniel 6:26-27.

Pero también lo recomienda el Señor en estos tres cantos:

  • 1 Crónicas 16:30. Temblad ante su presencia, toda la tierra; ciertamente el mundo está bien afirmado, será inconmovible.
  • Tema al Señor toda la tierra; tiemblen en su presencia todos los habitantes del mundo. Salmos 33:8.
  • El Señor reina, estremézcanse los pueblos; sentado está sobre los querubines, tiemble la tierra. Salmos 99:1.

 

Una promesa para terminar

Vemos en Isaías 51:13 que cuando olvidas la grandeza del Señor empiezas a temblar por las cosas de la Tierra: “¿Has olvidado al Señor, tu Hacedor, que extendió los cielos y puso los cimientos de la tierra, para que estés temblando sin cesar todo el día ante la furia del opresor, ¿mientras este se prepara para destruir? Pero ¿dónde está la furia del opresor?”.

El judío Mardoqueo no temblaba ante Amán, ni se postraba, porque estaba lleno de temor y temblor ante el Dios de quien era y a quien servía.

Por eso Dios lo pudo usar: Ester 5:9. Salió Amán aquel día alegre y con corazón contento; pero cuando Amán vio a Mardoqueo en la puerta del rey y que este no se levantaba ni temblaba delante de él, Amán se llenó de furor contra Mardoqueo.

 

Cuando sabes temblar ante Dios no temblarás ante nada.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Soliloquios - Recuperar el temor y temblor ante Dios