Alemania se une en torno a la Noche de los Cristales Rotos
Recordar para no olvidar ni repetir. 80º aniversario de la ‘Kristallnacht’, el inicio del camino al genocidio de seis millones de judíos a manos del nazismo.
Wikipedia, El Mundo, Enciclopedia Británica · BERLÍN · 09 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 10:00

La Noche de los Cristales Rotos (en alemán: Kristallnacht o Novemberpogrome) fue una serie de linchamientos y ataques combinados ocurridos en la Alemania nazi (comprendiendo Austria también) durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 y llevado a cabo contra ciudadanos judíos por las tropas de asalto de las SA junto con la población civil, mientras las autoridades alemanas observaban sin intervenir.
Alemania conmemora este viernes con solemnidad el 80 aniversario del pogromo que abrió el camino al genocidio de seis millones de judíos. Es decir, los dos tercios de la población judía europea.
La Noche de los Cristales Rotos, considerado el inicio de la persecución sistemática de los judíos durante el nazismo está siendo recordado estos días con exposiciones, conciertos y actos diversos en Berlín y en toda Alemania.
"No puede volver a pasar", sentenció la canciller Angela Merkel en el acto homenaje organizado por la comunidad judía de Berlín en la sinagoga de la Rykestrasse, destruida en 1938 y reinaugurada en 2009 tras ser completamente restaurada ante más de 2.000 invitados, entre ellos todos los representantes de los poderes del Estado y del cuerpo de diplomático.
'KRISTALLNACHT'
El 30 de enero de 1933 Adolf Hitler llegó al poder y el 9 de noviembre de 1938 se produjo la Noche de los Cristales Rotos. El pogromo se sintió en todo el país y, posteriormente, en toda Europa.
Justo antes de la medianoche del 9 de noviembre, el jefe de la Gestapo, Heinrich Müller, envió un telegrama a todas las unidades policiales informándoles que “en el orden más breve, las acciones contra los judíos y especialmente sus sinagogas se llevarán a cabo en toda Alemania. Estos no deben ser interferidos”.
Más bien, la policía debía arrestar a las víctimas. Las unidades de bomberos permanecieron junto a las sinagogas en llamas con instrucciones explícitas para dejar que los edificios se quemaran. Debían intervenir solo si un incendio amenazaba alguna propiedad "aria" adyacente.
En dos días y noches, más de 1.200 sinagogas fueron quemadas o dañadas. Los manifestantes saquearon alrededor de 7.500 empresas judías, mataron al menos a 91 judíos y destrozaron hospitales, hogares y escuelas, profanando cementerios judíos.
Unos 30.000 varones judíos de 16 a 60 años fueron arrestados. Para acomodar a tantos nuevos prisioneros, se expandieron los campos de concentración en Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen.
El ministro nazi de Propaganda, Joseph Gobbels, justificó la "cólera espontánea del pueblo" ante ese asesinato y cifró el número de bajas en 91. Los historiadores hablan de 1.300.
‘POGROMOS’ Y 'SOLUCIÓN FINAL'
Pogromo es una palabra de origen ruso que significa "causar estragos, demoler violentamente". Históricamente, el término se refiere a los ataques contra los judíos en el Imperio Ruso.
El primero registrado como tal, según la enciclopedia del Holocausto, tuvo lugar en Odesa, en 1821. Le siguieron muchos más, en Ucrania, en Bielorrusia y en la región de Galitzcia, en Polonia.
Aunque en la década de 1920, la mayoría de los judíos alemanes estaba plenamente integrados en la sociedad como ciudadanos alemanes, sirvieron en el ejército y la marina alemana y contribuyeron en todos los campos de la ciencia, cultura e industria alemana, los casos de violencia contra los judíos existían incluso antes de la toma del poder de los nazis.
El genocidio judío culminó en la llamada “solución final”, nombre del plan del Tercer Reich para llevar a cabo la eliminación sistemática de la población judía europea durante la Segunda Guerra Mundial.
Solo después de la guerra se empezó a conocer a la «solución final» como el Holocausto o Shoah, es decir, al proceso que involucró la deportación sistemática y exterminio de toda persona clasificada como judía por los nazis independientemente de la religión que profesara. La expresión “solución final”» fue empleada por Adolf Eichmann, funcionario nazi a cargo de la primera instancia del asesinato en masa.
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