Karl Barth, Tesis de Barmen y escenario político-cristiano cubano

Una posición apolítica, no es necesariamente la postura que deben asumir los cristianos.

29 DE DICIEMBRE DE 2020 · 09:00

ArtTower, Pixabay,La Habana, Cuba
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Autor: Jaisel Piñero Rives

Karl Barth, fue un teólogo suizo contemporáneo al nacional-socialismo alemán. Cuando Hitler arriba al poder, Barth se desempeñaba como profesor en la universidad de Bonn.

Ante las hostilidades, manipulaciones, presiones y arbitrariedades del régimen Nazi un sector de las iglesias alemanas cedió al mismo, cambiaron la cruz por la esvástica y se postraron ante este sistema político.

En mayo de 1934 Karl Barth convocó un sínodo donde se formularon las Tesis/declaración de Barmen. En ellas se oponen directamente al Tercer Reich y a la actitud asumida por el sector de la Iglesia alemana que se alió al partido nacional-socialista.

Básicamente las tesis se edificaban sobre dos pilares doctrinales supra-culturales 1) la Iglesia reconoce una sola obediencia a la Palabra de Dios; 2) la Iglesia tiene un solo Señor y es Jesucristo.

¿Qué dicen estos dos pilares a la Iglesia cubana actual?

En diálogo con algunos cristianos cubanos por motivo de la consulta del anteproyecto de Constitución que se desarrolló en la Isla durante el 2018-2019, era notable una actitud de desapego e irresponsabilidad por parte de una fracción representativa de la Iglesia.

También era apreciable cierta ignorancia en el manejo de algunos versos de la Sagrada Escritura, tocantes a la relación Iglesia-Estado. Los dos versos más citados fueron Romanos 13: 1 “sométase toda persona a las autoridades superiores”, y Mateo 22: 21 “al César dad lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

Se usaba el primer texto para justificar la sumisión ciega, pero el verso 4 describe a los gobernantes como servidores de Dios, para el bien “ministros del bien”. Por ello debemos regular esa obediencia bajo esta máxima: obedecemos a los gobernantes en la medida en que ellos se sometan a Dios/sean ministros del bien.

En el segundo caso, ante la pregunta mal intencionada de los fariseos, Jesús les enseña que es correcto que como cristianos paguemos impuestos justos por las prestaciones/favores del Estado, pero al César no podemos darle, bajo ningún concepto, lo que pertenece exclusivamente a Dios.

El señorío de la Iglesia es de Jesucristo y solamente Él merece nuestra devoción.

La Iglesia cubana necesita entender que toda esfera de nuestra existencia pertenece a Jesucristo y que está bajo su señorío, eso incluye a la política. Por lo tanto, una posición apolítica, no es necesariamente la postura que deben asumir los cristianos.

La Iglesia cubana debe examinar hasta donde ha otorgado al César lo que es prerrogativa de Dios.

La Iglesia ubicada en la mayor de las Antillas debería ejercer una voz profética de denuncia ante las injusticias, desigualdades, totalitarismos, atropellos de cualquier sistema de poder humano, ya que tenemos un único árbitro (la Palabra de Dios) por el cual debemos medirlo todo, incluso las acciones del Estado. 

Recordemos la confesión de Pedro y los apóstoles ante el Concilio Supremo cuando les presionaron para que no enseñaran más a Jesucristo ni su mensaje:

Pedro y los apóstoles respondieron: Nosotros tenemos que obedecer a Dios antes que a cualquier autoridad humana.

¿Tiene la resistencia al mal consecuencias para los justos?

Karl Barth fue expulsado de Alemania por su tenacidad contra el imperio del mal y sufrió el abandono de muchos cristianos de aquellos días. Pero, en el momento de más esplendor del imperio liderado por Adolf Hitler, Barth se atrevió a decir en lenguaje profético:

“Por causa de la verdad de la Palabra y de que Dios es el Único, el Tercer Reich de Adolf Hitler se arruinará”.

Dios bendiga a su Iglesia en esta Isla Amada.

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