Esa paz que el mundo no da, ni puede dar
Es importante analizar el verdadero significado de la palabra ‘paz’ que Jesús ofrece en Juan 14.27.
03 DE NOVIEMBRE DE 2024 · 08:00

En sus inicios la iglesia cristiana siempre fue pacifista, y era muy perseguida por el imperio romano. La historia cambió radicalmente, y en pocos años la tierra se llenó de “ejércitos cristianos”.
Muchos defienden hoy el uso de las armas de guerra con textos del Antiguo Testamento y repiten las órdenes dadas de combate a Israel a los ejércitos actuales, indicando que Dios no cambia y que él siempre será “el Señor de los ejércitos” ...
Pero en Juan 14, no vemos ninguna indicación por parte de Jesús, a sus discípulos de “atrincherarse” y preparase para pelear “la batalla final”.
Aún hoy en día, vemos a sacerdotes y pastores, “bendiciendo” las armas de guerra, y apoyando desde los púlpitos las acciones bélicas en Medio Oriente.
Sin embargo, creo que es importante que sigamos analizando el verdadero significado de la palabra “paz” que Jesús nos ofrece en Juan 14.27.
Cuatro preguntas
Cuando hablamos de la paz del Señor Jesucristo individualmente, podemos hacernos 4 preguntas:
- ¿Cómo has experimentado la paz interior de Cristo?
- ¿Esa experiencia te ha llevado a una acción de pacificación o de reconciliación con los demás?
- ¿En qué se diferencia la paz de Cristo de la que da el mundo?
- ¿Has tenido experiencias en las que tu corazón no estaba ni preocupado ni temeroso?
Luego de siete años de haber sido perseguido, bajo amenaza de muerte, durante 7 años, Menno Simons escribió:
Porque su reino es un reino de amor, de unidad, de paz y de reforma; y no de odio, rebelión, sangre, inquietud y destrucción. Además, en paz somos llamados por Dios; la paz debe gobernar en nuestros corazones hacia aquel por quien somos llamados... No debemos tomar la espada literal, ni jamás dar nuestro consentimiento a ello... excepto tomar la espada de dos filos, poderosa y aguda del Espíritu, que sale de la boca del Señor, es decir, la palabra de Dios... Así que no luchamos con armas carnales, sino con armas espirituales, la paciencia y la palabra del Señor, contra toda carne, mundo y diablo, confiando en Cristo. Ni nunca se encontrarán otras armas con nosotros. Por lo tanto, no tengan miedo de nosotros (he aquí, en Cristo Jesús no miento); porque no deseamos su destrucción, sino su regeneración; no su condenación, sino su salvación eterna; no su carne y sangre, sino su espíritu y alma; por causa de lo cual he sufrido y todavía sufro calumnias y burlas, ansiedad, suspensión, persecución y gran peligro de ser encarcelado. (Prefacio del vol. 2, Menno Simons).
Alguno preguntará por qué utilizo a Menno Simons, con una cita literal tan larga.
Menno es un referente importante en nuestra denominación, no tanto como teólogo, sino como unificador y pacificador. No lo considero profeta, pero sí una persona con muchas convicciones que marcaron la historia de nuestro movimiento.
En el siglo XVI se habían levantado muchos grupos de anabautistas violentos, que cometieron todo tipo de atrocidades, enseñando todo tipo de barbaridades escatológicas, pero embanderando sus atrocidades con el título “anabautista”. Si bien, eran rebautizadores, su enfoque no estaba en el Señor Jesús, sino en sus propias ideas de grandeza, buscando el poder, el trono, las riquezas, y no la paz.
Una parte de los anabautistas violentos, tomaron por la fuerza la ciudad de Münster, con un supuesto “gobierno teocrático” con una tropa de seguidores armados.
Esta historia de Münster, y otras parecidas, hacen que muchos queden confundidos al escuchar que los anabautistas eran pacifistas, y que hoy forman el ala radical, donde uno de los valores fundamentales de este grupo de cristianos es el pacifismo radical.
Y sí, en la historia de la cristiandad, bien rápido surgieron líderes que estuvieron a favor de la espada, “para poner orden”.
El mismo Pedro tomó la espada y cortó la oreja de Malco.
Un antiguo himno, tenía las siguientes palabras: “(Jesús) Pudo llamar, para librarse, ángeles santos, más de 10.000”... pero no lo hizo.
Hoy en día existen unas pocas denominaciones cristianas que predican el pacifismo... No sé si ustedes lo han pensado, pero he visto muchos cultos y sectas que imponen algún tipo de creencia, con la amenaza del castigo de Dios, con la amenaza de terribles enfermedades o pobreza y muerte, hasta con los horrores del mismo infierno.
Y aquí recuerdo cuando niño, íbamos los viernes de noche a las reuniones de unos “adventistas radicales”, que pasaban leyendo páginas y páginas de “profecías” de Elena, pero en algún momento mi madre objetó algún punto de su enseñanza. Inmediatamente, estas personas empezaron a amenazar a mi madre, con el castigo de Dios, y que ella moriría irremediablemente en pocos días... Claro, dejamos de ir a esas reuniones, y mi madre vive aún hoy, hace casi 50 años de eso.
Luego de pasar unos años fui descubriendo que, en las sectas, te regalan primero un libro llamado “el camino a Cristo”, un camino lleno de jazmines y de flores de azahar, y te terminan enchufando “el conflicto de los siglos”.
Y así he visto también a otras sectas que tratan de imponer su verdad por la violencia psicológica. En algún momento, los jóvenes con mucha emoción trajeron un video a la iglesia de un grupo de personas que habían “ido al infierno”, y fueron traídos de vuelta para “advertir” a la iglesia... O más bien yo diría para “asustar” a los débiles en la fe.
También he visto esas terribles obras de teatro llamadas “las puertas del cielo y las llamas del infierno”. He visto a pastores disfrazados de demonios, y a uno metido en un ataúd, mientras niños lloraban de miedo al ir pasando las diferentes “habitaciones” del horror.
Muchos se han “convertido” con estas actuaciones. También Tetzel hacia algo parecido para que la gente pusiera sus billetes y monedas para la construcción de la Capilla Sixtina, contra lo que Lutero se rebeló rotundamente.
Me molesta mucho cuando la gente manipula las emociones de las personas para obtener algún tipo de respuesta. Me gusta cuando el Espíritu fluye libremente, cómo él prefiere hacerlo, pero no cuando la música toma un ritmo vertiginoso, el predicador grita descontroladamente, y peor aún, cuando deliberadamente se planean cuestiones para forzar la voluntad de las personas.
El shalom de Jesús, iba mucho más allá.
Jesús nunca forzó a nadie, ni tampoco gritó, ni amenazó, ni tampoco se puso a aterrorizar a la gente con guerras, pestes, plagas ni tampoco con maldiciones. Él no lo hizo, sino que Jesús dijo:
“La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo... No se angustien ni acobarden”.
La visión de Jesús que Jesús quería dar a sus discípulos no era una paz escapista, no era un llamado para “huir de los problemas”; No era un llamado a abandonar las ciudades e ir “al campo verde”, tampoco era un llamado a ingresar a un monasterio.
La paz de Jesús iba mucho más allá que dar un saludo, extender la mano y decir, “la paz de Jesús, hermano”.
La paz de Dios, es un don que él mismo nos da en Jesús, sosteniéndonos en los momentos difíciles, en medio del dolor, en medio de los conflictos y aún en medio de la muerte.
Jesús les estaba ofreciendo a sus discípulos y también a nosotros la oportunidad de entrar en su propia vida y experimentar la misma confianza en el Padre, que él estaba experimentando. Podemos vivir la confianza en el amor y la soberanía de Dios quien nos anima a enfrentar los conflictos y buscar la redención de los seres humanos.
Un último caso práctico que quiero presentar es el de Juan Driver, posiblemente quién ha escrito más referente al pacifismo en la historia moderna. Él cuenta en su librito “El Evangelio: Mensaje de Paz”, los motivos por los cuales él y Bonny sintieron el llamado de servir en Puerto Rico en lugar de encauzarse en el servicio militar de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial: Como pacificadores estamos llamados a solidarizarnos con los pobres y oprimidos; a obrar para la sanidad de los enfermos y los afligidos; a dar de comer a los hambrientos: a cuidar de los rechazados y solitarios; a proclamar un mensaje de libertad y paz a los esclavizados, rogándoles en nombre de Cristo que sean reconciliados con Dios (Driver, 1984, pp. 29-30).
Desde el año 2.000 me sumergí en la teología anabautista, relatada por mi profesor Gerhard Ratzlaff, y fui encontrando que la gran diferencia entre la teología anabautista, y la mayoría de las otras teologías existentes. Leí también varios de los libros de Juan Driver sobre la paz. La diferencia en esencia, es esa paz de la cual Jesús nos habla en Juan 14.27. Posiblemente, en la mayoría de las iglesias de su ciudad, este domingo se predicará de algo que meta miedo a la gente; y creo que esos predicadores, y también yo, debemos tener antes de predicar, un encuentro con el Jesús de la Paz.
A veces me doy cuenta que todos corremos el peligro de querer imponer nuestra propia perspectiva respecto al evangelio. Cuando levanto la voz, y digo, “yo soy el que tengo la razón, y nadie me va a discutir”, ya he dejado de ser evangélico. Y cuando subimos a un escalón más alto, para mostrar “cuanto conozco de teología”, y trato de humillar a mis “adversarios”, ya he dejado de lado completamente a Jesús, y al evangelio.
Cada tanto aparece un personaje en mi WhatsApp, y me quiere quitar de mis casillas burlándose de mí teología, y mi reacción suele ser responder airado, y a veces desear que un rayo de fuego caiga sobre su cabeza... A veces he levantado la voz, y hasta le he dicho alguna mala palabra, y el Señor me perdone... Últimamente he tenido el deseo de bloquear su número... Pero pienso que Jesús me dice, tranquilo... Toma mi paz, no te alteres, toma mi paz, no te alteres, toma mi paz y no te alteres.
“La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo... No se angustien ni acobarden”.
El Seño nos siga dando su don, el don de Jesús, y de su Espíritu, esa paz, tanto interior, como también reflejada en todo lo que decimos, sentimos y hacemos. En todo lo que somos.
Bendiciones y ¡hasta la próxima”
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Esa paz que el mundo no da, ni puede dar