Judas y la noche diabólica (Jn 13.21-30)
El Evangelio de Juan no habla mucho del proceso de Judas, pero hay nueve referencias a su traición.
08 DE SEPTIEMBRE DE 2024 · 08:00

Después de decir estas cosas, Jesús se angustió visiblemente y les explicó el motivo: «Uno de ustedes me va a traicionar».
Los discípulos se miraban unos a otros, preguntándose de quién demonios estaba hablando. Uno de los discípulos, a quien Jesús amaba entrañablemente, estaba recostado junto a él, con la cabeza apoyada en su hombro. Pedro le hizo señas para que le preguntara de quién estaría hablando Jesús. Así que, como era el que estaba más cerca, le preguntó: «Maestro, ¿de quién?».
Jesús le respondió: «Aquel a quien yo le dé este pedazo de pan que voy a mojar en el plato». Luego mojó el pedazo de pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Tan pronto como el pan estuvo en su mano, Satanás entró en él.
«Lo que tienes que hacer, hazlo», dijo Jesús. «Hazlo y acaba con ello cuanto antes».
Nadie en la mesa entendió por qué le dijo esto. Algunos pensaron que, como Judas era el tesorero, Jesús le estaba diciendo que comprara lo necesario para la fiesta o que diera algo a los pobres.
Judas se fue con el bocado de pan. Era de noche. (Juan 13:21-30, texto de la Biblia El Mensaje MSG)
Debo decir que estoy encontrando algunos detalles en este texto, que no los había notado anteriormente. Vemos en el cap. 13 dos veces en que Jesús mencionó indirectamente que uno de los discípulos lo traicionaría (vs. 10-11 y 18-19).
Seguramente Judas ya se había dado cuenta de quién hablaba Jesús. Aunque los demás ni idea tenían de quién se trataba. Pienso que Jesús no estaba realizando simplemente un acto de futurología. Él estaba tratando de dar una oportunidad a Judas de que pensara en lo que estaba por hacer.
Y aquí, me distancio de las posturas calvinistas, donde algunos teólogos aseguran que Dios simplemente ya había elegido a quién iba a ser el traidor, y que esta decisión era irrevocable. Todos hemos participado en discusiones sobre el tema de la elección divina. No sé qué hubiese pasado si Judas se arrepentía en ese momento. Lo más probable, es que al cumplirse la hora, los dirigentes religioso-políticos de Israel hubiesen tomado preso a Jesús de todas maneras esa noche.
Pero Judas no recapacitó. Posiblemente en su interior ya había ocurrido un proceso en el cual ya había avanzado mucho, y él no daría marcha para atrás. Así como cantamos muchas veces “He decidido seguir a Cristo... No vuelvo atrás, No vuelvo atrás”, Judas había llegado al punto de no dar ningún paso atrás, referente a lo que tenía planeado.
En el texto no se habla mucho del proceso de Judas. Slade (ver págs. 279 a 282) del comentario de Juan, nos indica que en el evangelio que estamos analizando aparecen nueve referencias a la traición de Judas.
Algo interesante es que en tres lugares Judas aparece vinculado con el diablo (6.70; 13.2 y 13.27).
Una muy buena pregunta es: ¿Cuándo y cómo entró Satanás en Judas? Y Slade dice:
Juan demuestra que tanto la traición como la fe son procesos graduales. El traicionar a Jesús estaba incubándose dentro de Judas durante mucho tiempo. Los anuncios de Jesús, tanto en el capítulo 6 como en el 13, eran llamamientos a Judas a arrepentirse de su plan diabólico. Pero en el fin, Judas resistió a Jesús y no al diablo. Si no podemos definir el momento en que Satanás comenzó a trabajar en Judas, parece que Judas finalizó su decisión de entregarse a Satanás en la cena. Por eso, cuando salió para cumplir con su misión traidora, era verdaderamente “de noche” ... (pág. 281)
Esta era realmente “una noche diabólica” ... pero Jesús entendía qué era lo que estaba pasando.
De todas maneras, a pesar de “las pistas” que Jesús estaba dando sobre el tema, los otros 11 discípulos no entendían nada. Y no podemos afirmar que los discípulos eran unos tontos... Si usted o yo hubiésemos estado allí, lo más probable es que no nos diéramos cuenta. Imagínese, el tesorero del grupo, al que Jesús había lavado también los pies, y que muy posiblemente estaba sentado alado del Señor, a la izquierda ... no, no, él no podía ser.
Muchas veces, no nos damos cuenta. Hace un tiempo atrás, Alan Scott, un pastor al que todos tenían mucho respeto, literalmente se robó la iglesia La Viña de Anaheim, en Estados Unidos, todo el edificio de 62 millones de dólares, con casi toda la gente adentro. En un proceso muy astuto, fue convenciendo a los hermanos, que la voluntad de Dios era que esta iglesia debía salirse la Asociación La Viña de USA, y hacerse totalmente independiente. Cabe decir que la iglesia de Anaheim había sido fundada y pastoreada por John Wimber, fundador de la denominación, del grupo de iglesias de La Viña. Si bien, no podemos asegurar que Scott sea “un Judas”, lo que hizo, lo realizó casi sin que nadie se diera cuenta. Y así, miles de pastores, y también de hermanos, van pasando por un proceso decadente, sin que la mayoría se dé cuenta.
Los discípulos no tenían la menor idea de quién se trataba... No tenían ninguna sospecha... Ninguno logró asimilar el dato (v. 28).
Nosotros podemos pensar hoy: ¿Cómo no se dieron cuenta? - Lo que pasa es que nosotros ya hemos leído el final de la historia. Aun los niños saben de quién se habla cuando se menciona el nombre Judas. Incluso muchos pastores nunca predican del libro de la Biblia llamado Judas, pensando que puede causar confusión a los hermanos si se analiza esta carta canónica.
Pero, aclaremos que Judas era un nombre muy común en tiempos bíblicos. Y Judas, el discípulo de Jesús, era una persona de mucho prestigio hasta ese momento. Pienso que hasta los seguidores de Jesús le tenían mucha confianza.
En Lucas 8 dice: Jesús estuvo recorriendo los pueblos y las aldeas, proclamando las buenas noticias del reino de Dios. Lo acompañaban los doce y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena y de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cuza, el administrador de Herodes; Susana y muchas más que los ayudaban con sus propios recursos.
Pienso que estas mujeres, seguramente iban y daban todos sus donativos a Judas. Por eso, también, agrego, es recomendable que los donativos que se entregan a la iglesia no deberían ser manipulados por una sola persona. Lo ideal es que el dinero de diezmos y ofrendas sea contabilizado por 3 o más personas, con una firma de acta, y luego directamente debiera ser depositado en la cuenta del banco, a nombre de la iglesia. No hay que dejar la plata dando vueltas por allí, en una bolsa, como para que alguien meta la mano. Y pienso que hay que ser extremadamente cuidosos, con el tema del dinero en las iglesias.
Pero Jesús no fue un pastor como cualquier otro pastor. Jesús sabía muy bien todo lo que estaba pasando, ya mucho antes. Jesús tuvo siempre una buena actitud hacia Judas. No lo atacó, no lo amenazó, no lo quemó frente a la gente. Le lavó los pies, muy posiblemente, permitió que se sentara a su lado. No sé si se acuerdan de aquella discusión, donde todos se enojaron enormemente, porque una madre pidió a Jesús que sus dos hijos se sienten, uno a la derecha y el otro a la izquierda de Jesús. (Mateo 20. 20-28)
Judas salió, se retiró, decidido completamente, dispuesto a cumplir con lo que tenía en su mente y corazón. Posiblemente, estaba enojado, muy enojado, por las pistas que Jesús había dado. Los otros no entendían, pero él comprendió todo.
En este sentido, también vemos a un Jesús que sabía perfectamente que esto que acontecería a partir de esa noche, iba a ser muy doloroso, para él y para los 11, pero tampoco dudaba del propósito eterno de Dios, de que todo esto, tenía que ver con el plan de salvación para la humanidad. Jesús entrega su vida voluntariamente, no pone obstáculos a lo que Judas estaba por hacer, sabiendo que, tras todo esto, había algo mejor, y mucho mejor. A pesar de la maldad diabólica de Judas, todo lo que ocurriría, tenía un propósito divino de amor. Judas sale de noche, pero Jesús sabía que el sol saldría con todas sus fuerzas, el domingo de mañana.
Hasta aquí, bendiciones y ¡hasta la próxima!
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Judas y la noche diabólica (Jn 13.21-30)