Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, sabrán ustedes que Yo Soy (Jn. 8. 21-30)
Muchas de nuestras tradiciones pueden ser aparentemente muy buenas; pero se tornan terriblemente malas si desvían la mirada de la gente de Jesús.
03 DE DICIEMBRE DE 2023 · 10:00

Hoy tengo una buena noticia. Están por lanzar la traducción de la Biblia El Mensaje de Eugene H. Peterson al español por Casa Creación. Comparto la página web en español:
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Comparto el texto de hoy en la versión de El Mensaje de Eugene Peterson:
Luego Jesús continúo explicando:
- Me voy y me van a buscar, pero si siguen en su tradición, no andan con Dios y están en un callejón sin salida. Si siguen así no hay manera de que puedan venir conmigo”.
Los judíos dijeron:
- Entonces, ¿se va a suicidar? ¿Es eso lo que quiere decir con 'No pueden venir conmigo'?
Jesús respondió:
- Ustedes están atados a lo mundano; Yo estoy en contacto con lo que está más allá de lo que ustedes ven. Ustedes piensan solo en cosas que se pueden ver y tocar. Pero lo que les estoy tratando de explicar tiene que ver con otra dimensión. Únicamente lo entenderán mirando desde la perspectiva de Dios, pero de esto ustedes no entienden nada… Si no creen que soy quien digo que soy, están en el callejón sin salida de los pecados. Les falta a Dios en sus vidas”.
Preguntaron:
- ¿Quién eres tú?
Jesús dijo:
- Ya les he respondido a esta pregunta muchas veces. Tengo tantas cosas que decir y juzgar de ustedes, pero si no aceptan la confiabilidad de Aquel que ordenó mis palabras y actos, nada de eso importa. A él es a quien interrogan, no a mí, sino a Aquél que me envió.
Todavía no lo entendían, no se daban cuenta de que se refería al Padre.
Entonces Jesús lo intentó de nuevo.
- Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, sabrán ustedes que Yo Soy, que no soy un invento, sino que hablo sólo lo que el Padre me enseñó. El que me envió, permanece conmigo. Él no me abandona. Él ve cuánta alegría siento al complacerlo.
Cuando lo expresó en estos términos, mucha gente decidió creer. ---
Esta idea, de que las personas entenderán las Palabras de Jesús, cuándo él fuere levantado, aparece en varias partes del evangelio.
Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre. Jn. 3. 14
Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Jn. 12.32
El texto de que analizamos hoy es una de las cuestiones más importantes para todo el que dice ser evangélico.
Muchas veces la gente relaciona el término “evangélico”, o “creyente”, con algo negativo. Tan fuerte es el concepto que en el Paraguay católico, el adjetivo calificativo que se usa es “evangelio tujá”, qué literalmente significa “ese viejo evangélico”, pero el sentido es mucho mas despectivo que simple “viejo”, implica una persona que no sabe nada, que no entiende nada, a la que no hay que hacerle caso.
Y yo considero que muchas veces el que expresa esto tiene toda la razón. Se considera evangélico muchas veces a una persona seria, con cara amargada, que va muchas veces a la semana a la iglesia, que no fuma ni toma alcohol, que no utiliza algún tipo de ropas provocativas, y así, podríamos hacer una larga lista. Yo creo que, si los líderes judíos aparecerían hoy en mi vecindario, la mayoría de mis vecinos los confundirían con “unos viejos evangélicos que se mudaron al barrio”.
A lo que voy, más allá de que cualquier evangélico podría tener algún tipo de cultura, diferente a la de la gente común, y costumbres diferentes, lo que verdaderamente nos hace evangélicos es el tema de levantar a Jesús.
Cuando Jesús es levantado, todos los palabreríos terminan. Muchas veces, como estos dirigentes judíos, nos ponemos a decir tonterías, a hablar de valde (como decimos en Paraguay), a expresar cosas que no edifican a nadie. Y allí, yo me incluyo, ya que muchas veces pienso y hablo cosas puramente de la dimensión humana.
Pienso que según el texto de hoy todo verdadero evangélico, relaciona todo lo que ocurre en la dimensión humana, con las buenas noticias ilimitadas, con el evangelio de Jesús. El evangélico no se queda únicamente con las cosas de abajo, de este mundo. Creo definitivamente, que vivir en el legalismo, es vivir en cosas de este mundo.
Como lo dice Colosenses 2. 21-23
Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo, ¿por qué, como si todavía pertenecieran al mundo, se someten a preceptos tales como «no tomes en tus manos, no pruebes, no toques»? Estos preceptos, basados en reglas y enseñanzas humanas, se refieren a cosas que van a desaparecer con el uso. Tienen sin duda apariencia de sabiduría, con su afectada devoción, falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero de nada sirven frente a los apetitos de la carne.
Pero vivir en Jesús, es vivir en otra dimensión. Ya lo he dicho otras veces; nuestra comunicación cristiana jamás será efectiva mientras relacionemos el evangelio con prácticas de la “tradición evangélica”. El evangelio no tiene nada que ver con nuestra tradición y costumbres. Muchas de nuestras tradiciones pueden ser aparentemente muy buenas; pero se tornan terriblemente malas si desvían la mirada de la gente de Jesús. Únicamente la gente comprenderá y creerá en el evangelio, en el verdadero evangelio, y no que haya otro evangelio, cuando levantemos a Jesús.
Cuando no levantamos a Jesús, y a lo que él logró a nuestro favor con su encarnación y su sacrificio en la cruz, no existe evangelio. Bajando a Jesús de la vista de todos, lo único que hacemos es complicar las cosas, llenando a la gente de “buenas costumbres”, y las arrojamos al montón de gente que anda por el mundo sin Dios y sin esperanza, pero con un “maravilloso estilo de vida”.
Y no me entiendan mal. Un cristiano evangélico puede tener ciertas costumbres, pero nunca pondrá adelante suyo un enorme cartel diciendo que “todos ser irán al infierno si no guardan las costumbres de mi iglesia” … sino que un verdadero evangélico siempre, siempre se encargará de levantar a la vista de todos a nuestro Señor Jesucristo.
Hasta aquí. Bendiciones y ¡hasta la próxima!
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, sabrán ustedes que Yo Soy (Jn. 8. 21-30)