Las expectativas se basan en aquellas creencias o deseos personales que tenemos sobre lo que sucederá o no en determinado momento.

Vemos que el pueblo de Israel reunido en Jerusalén, durante la fiesta de los Tabernáculos, estaba expectante sobre si Jesús aparecería o no, y se preguntaban dónde se habría metido. Algunos tenían expectativas positivas referente a Jesús y otros negativas. Pero tanto unos u otros, hablaban en voz bien baja.

Si ocurriera esto hoy, diríamos que no lo publicaban en sus redes sociales. Nadie enviaría un mensaje de WhatsApp referente a Jesús, por miedo a los líderes político – religiosos de aquellos tiempos.

Suele ocurrir que tener una gran expectativa referente a algo que no se cumple nos lleva a la frustración. Por otra parte, tener una gran expectativa referente a algo no aceptado por la mayoría puede llevarnos a callar durante algún tiempo, pero en algún momento sale a la luz por la emoción o la expresión fuera de control, casi por así decirlo, involuntariamente.

Jesús trata de que las cosas en Jerusalén no se salgan de control. Conocía su misión, conocía los tiempos del Padre, y también conocía las expectativas de la gente, como también lo que buscaban lograr los dirigentes de la nación judía.

Jesús aparece en el v. 14, a la mitad de la fiesta, en el templo y comienza a enseñar.

Y la gente se sorprendía de cómo este carpintero de Galilea enseñaba sin haber estudiado en ninguna escuela o seminario de Teología.

En su enseñanza, Jesús aclara que lo que predica no es invento suyo, ni de su imaginación, ni fruto de sus propias expectativas. Jesús no enseña la teología de ningún maestro de su época. Tampoco él hablaba para satisfacer las expectativas ni de la gente, ni la de los dirigentes.

Jesús enseña lo que el Padre le envió enseñar (vs. 16 y 17).

Pensemos unos segundos

Aquí hay algunas cuestiones que debemos entender en nuestro tiempo. Por un lado, pienso que, aunque las expectativas son partes de la naturaleza humana, y todos ponemos nuestra esperanza en diferentes cosas de la vida, no debiéramos poner el 100% de nuestras expectativas en personas o proyectos que alimenten nuestro ego; nuestro yo; nuestro egoísmo; ni tampoco en tratar de cumplir todo lo que otras personas esperan de nosotros.

Solo rememorando, allá en 1989, toda nuestra familia estaba gozosa, ansiosos del nuevo proceso democrático que llegaba a nuestro país, luego del golpe de estado al dictador de turno. Aunque valoro la democracia y no la cambiaría por nada, no resultó en la realización de todas las expectativas que teníamos en aquel entonces.

Ese mismo año inicié la carrera de Teología, en uno de los principales seminarios teológicos de la denominación adventista a la que pertenecía en ese entonces. Tampoco el paso del tiempo resultó positivamente referente a muchas de las expectativas que yo tenía en esa época; y tampoco yo cumplí con las expectativas que muchos tenían referente a mi persona.

Lo bueno de todo esto, es lograr aprender a manejar nuestras emociones, y saber que no siempre las cosas ocurrirán de la manera como yo lo espero; y tampoco como los demás esperan que ocurran.

De nuevo la cuestión del sábado

Veamos los vs. 19- 24: ¿No les ha dado Moisés la Ley a ustedes? Sin embargo, ninguno de ustedes la cumple. ¿Por qué tratan entonces de matarme? —Estás endemoniado —contestó la multitud—. ¿Quién quiere matarte? Jesús les dijo: —Hice una señal milagrosa y todos ustedes han quedado asombrados. Por eso Moisés les dio la circuncisión, que en realidad no proviene de Moisés, sino de los patriarcas y aun en sábado la practican. Ahora bien, si para cumplir la Ley de Moisés circuncidan a un varón incluso en sábado, ¿por qué se enfurecen conmigo si en sábado lo sano por completo? No juzguen por las apariencias; juzguen con justicia.

Aquí, Slade señala en la pág. 169 del Comentario Bíblico Iberoamericano, de Juan:

En el fondo el problema no era intelectual sino volitivo. No era cuestión de realizar investigaciones sino de obedecer al Padre… Lo que hace falta en la iglesia y en el mundo no es un poco más de conocimiento acerca de Dios sino el verdadero deseo de obedecerle. Si hay verdadero compromiso de servir a Dios, los problemas del conocimiento se resolverán en el camino.

No quiero ponerme en contra del tema del estudio y los títulos académicos. Claro que es muy bueno estudiar, y si es posible obtener varios títulos, eso es fabuloso. Pero tampoco es bueno poner toda la expectativa de nuestra vida en ser mejor alumno, medalla de oro, y esas tonterías que solo sirven para muchas veces distorsionar quiénes somos en realidad, y cuál es el propósito de Dios para nuestras vidas.

Y aquí está el centro del problema que surge en la narración de hoy. En su mayoría, los escribas y fariseos estaban muy orgullosos de haber salido mejores alumnos en la materia Pentateuco. Se la sabían de memoria, desde la primera página hasta la última, y todas las derivaciones teológicas y epistemológicas de las leyes de Moisés.

Jesús contrasta la sanación del paralítico por 38 años del capítulo 5, con las prácticas de la obediencia del sábado y la excepción a la regla en casos de circuncisión.

Para los que nunca estuvieron en una iglesia u organización guardadora de la ley del sábado esto les sonará raro. Pero así era en Israel y también hoy en muchas iglesias sabatistas. Pero podría ocurrir también en iglesias que descansan el domingo.

En la iglesia donde yo crecí, se nos inculcaba que teníamos que hacer todas las compras el viernes de mañana, el viernes de tarde se organizaba y limpiaba la casa, se lustraban los zapatos, se planchaba la ropa. Y al ponerse el sol, todos debían estar escuchando música sabatista, leyendo la biblia o cantando.

En ese tiempo se apagaba el televisor y estaba prohibido prenderlo. Nadie debía desde el viernes a la puesta del sol al sábado a la puesta de sol realizar compras, ni vender nada. El sábado, mayormente se pasaba toda la mañana en la iglesia, luego una siesta, y luego a actividades misioneras y la reunión para despedir el sábado.

Algunas excepciones existían. Uno, por ejemplo, podía pagar el pasaje en ómnibus para ir a la iglesia. En los hospitales sabatistas las enfermeras trabajaban, y algún médico estaba de guardia. Todos utilizábamos la luz eléctrica, ventiladores y equipos de sonido, como también el agua corriente. Hoy incluso en los comedores sabatistas uno puede comer los sábados pagando con tarjeta de crédito, pero no con dinero. Y he visto a muchos sabatistas muy activos en las redes sociales los sábados. Y tal vez podríamos continuar con una larga lista de excepciones.

Jesús aquí recrimina a los líderes por fijarse en sus normas que ni siquiera se basaban en la ley de Moisés, sino en su mayoría en tradiciones post exílicas; y las expectativas de los dirigentes era no obedecer a Dios, ni siquiera obedecer la ley, sino en mantener encadenada a la población, bajo su dominio, impidiéndoles hablar libremente, sino a escondidas sobre sus expectativas, obligándoles a seguir fielmente a las normas instauradas por el régimen religioso y sus burócratas.

Toda la rabia de los líderes contra Jesús, era porque él no se sometía a “su autoridad”.

A lo que voy aquí, es que Jesús, su pasión era obedecer al Padre, en espíritu y verdad, sin necesidad de crear un sistema rígido que intente dominar el pensamiento y las acciones de las personas.

Aquí voy terminando; y mi pregunta hoy es, ¿Qué expectativas tenemos referente a Jesús? Y como iglesia y líderes cristianos ¿Cómo administramos la mies que el Señor nos encomendó? ¿Lo hacemos con el espíritu de los líderes judíos? ¿O lo hacemos con el espíritu de Jesús? Y ¿Cómo aplicamos todo esto a nuestra comunicación?

Bendiciones y ¡hasta la próxima!