Jn 2.23-25 Jesús conoce nuestro interior

Jesús no cree todo lo que decimos. Ni nos salva nuestra “fe genuina”; ni nos condena nuestra “fe disfrazada”.

    28 DE MAYO DE 2023 · 08:00

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    Wings of compassion / Pixabay

    “Mientras Jesús estaba en Jerusalén, durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. En cambio, Jesús no les creía porque los conocía a todos; no necesitaba que nadie le informara nada acerca de los demás, pues él conocía el interior del ser humano”.

    Me detendré en estos dos versículos, que tienen que ver mucho con la comunicación del ser humano y la de Jesús.

    En el texto de Juan cap. 3 veremos la comunicación del líder religioso Nicodemo. Posiblemente aquí Juan enfatiza, no tanto quién es salvo, ya que esto lo analizará en los siguientes capítulos, pero sí Jesús conoce e identifica quién lo sigue de forma genuina, y quién tiene algún otro tipo de interés.

    Aquí quiero introducir una reflexión personal, algo que yo pienso, de que no es lo que nos salva nuestra “fe genuina”; y tampoco lo que nos condena nuestra “fe disfrazada”.

    Todos en algún momento expresamos una fe genuina, y todos en algún momento negamos nuestra fe, o expresamos nuestra fe mezclada con percepciones, conocimientos, sentimientos equivocados.

    Jesús no nos condena por poner nuestra confianza en una doctrina equivocada, aunque pienso que él promete su Espíritu Santo para guiarnos a la verdad. Tampoco estamos condenados por algún sentimiento equivocado; sino todos estaríamos irremediablemente perdidos.

    Posiblemente podríamos llamar a los líderes religiosos del tiempo de Jesús como “teólogos ortodoxos”. Y notablemente encontramos muchas veces elogios a “teólogos heterodoxos” como aquella mujer siro fenicia (cananea).

    Yendo ya al texto de hoy, parecería que Jesús actúa de forma muy cuestionadora. A pesar de que muchos decían que creían en él, “Jesús no les creía”. Hasta parece mostrar a un Jesús “desconfiado” o “receloso” …

    Pero no es esto lo que pretende mostrar Juan. Pienso que el creer en Jesús no es sinónimo de creer en una doctrina, no es repetir ciertas palabras, no es ir a tal o cual iglesia, no es ser un miembro de iglesia ejemplar… Y podemos aquí agregar casi cualquier cosa que una iglesia espera de un buen miembro.

    Creo que la justificación por la fe y la santificación por la fe son hechos puntuales en la vida del creyente; y no un proceso. De esto ya he explicado antes.

    Pero el tema es que Jesús va más allá de lo que vemos con nuestros ojos. Jesús conoce nuestro interior. Posiblemente la mayoría de nosotros tiene cosas podridas en su interior, a veces pecados, a veces actitudes o pensamientos. Y creo que Jesús no nos condena por nuestros pensamientos y actitudes.

    Pedro, Santiago y Juan tenían pensamientos y actitudes horribles; incluso se ve a Pedro ser reprendido por Pablo por su hipocresía, muchos años después de que Cristo había ascendido a los cielos.

    Entonces, ¿qué es lo que Jesús mira en nuestro interior?

    El salmista en 139. 23 y 24 ora al Señor: “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno”.

    Entonces, creo yo que Juan está diciendo que Jesús estaba mirando el interior de las personas para saber si realmente estaban dispuestos y anhelaban que Dios los transformase en hijos suyos.

    La teología de Juan no es de justificación por las obras. Jesús no buscaba en las personas un interior perfecto, sin ningún tipo de pecado, o sin ningún mal pensamiento.

    En la parte teórica de mi carrera estudiamos la comunicación verbal y la no verbal. Todos decimos mucho con nuestros gestos, con la expresión de nuestro rostro, aún sin decir una sola palabra.

    Y Jesús nos conoce, como decimos en guaraní, hasta el caracú, hasta lo que hay dentro de la médula ósea. El nos observa, y observa nuestro interior, y no hay manera de engañarlo.

    Es interesante pensar en cómo muchos de los que recibieron a Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén, un par de días después estaban pidiendo su muerte ante Pilato.

    Muchas veces somos engañados por algunos pastores, como ya les conté alguna vez. Aquí en Paraguay, teníamos uno, que está prófugo de la justicia hasta hoy por lavado de dinero y tráfico de cocaína, con una tremenda iglesia, donde miles de personas se reunían cada semana, donde él leía la Biblia, predicaba, y hasta la gente se caía tumbada por algún tipo de fuerza, todos hablaban en lenguas, miles se bautizaban. Cada semana se tenían testimonios de sanaciones extraordinarias en esa iglesia.

    No me atrevo a juzgar lo que había en el interior de los tíos ricos del Paraguay, pero estoy seguro que el Señor sabía y sabe lo que hay en sus corazones. Y también en el mío y en el tuyo.

    Posiblemente hay cosas en mi interior que ni siquiera yo me doy cuenta conscientemente. Y no digo que todos debiéramos volvernos psicólogos.

    Se que hay iglesias que hacen unos retiros que les llaman “pre encuentro”, “encuentro” y “pos encuentro”; donde la gente debe ir sin celular, y allí deben abrirse completamente a los líderes de la iglesia, y contar todo su pasado, con detalles, y esos detalles posteriormente son utilizados muchas veces para manipular a las personas. Es como que van allí las personas y se “desnudan” emocionalmente.

    Jesús no necesita de nada de esto, porqué él nos conoce, hasta el más mínimo detalle. Y esto que digo no es para meterle miedo. Eso era lo que yo más condenaba de mi antigua religión, el tema de meter miedo a la gente, con el tema del “juicio de Dios”.

    Todo lo contrario, en Juan 3 dice que Jesús no está para condenar a nadie. Paradójicamente, yo pienso que es más fácil salvarse que perderse. En el evangelio de Juan, la buena noticia es que Dios nos salva, a través de su amor expresado en la Cruz del Calvario y en la resurrección de Jesús.

    Algo que estoy notando en los últimos tiempos es que Dios se revela de manera más clara en aquellos que lo buscan de todo corazón. Hemos escuchado de grupos de personas que se acercaron a Dios en medio de la selva Amazónica, que nunca habían leído la Biblia y ni siquiera habían escuchado nunca de Jesús. Pero cuando llegaban algunos misioneros, todos estaban listos para ser bautizados. También está pasando esto en países musulmanes.

    Mi idea aquí, con lo que estoy diciendo, no es que usted trate de descubrir qué es lo que hay en el corazón de las personas. Nosotros podemos equivocar grandemente al prejuzgar o juzgar a alguna persona. El Señor sabe más que nosotros.

    Tal vez, hasta deberíamos estar orando que el pastor rico se entregue y confiese sus pecados, y que el Señor pueda transformarlo para utilizarlo en su obra dentro de 10 o 20 años.

    Y mucho más, deberíamos pedir al Señor que nos revele lo que hay en el fondo de nuestro propio corazón. Pienso, que el Señor no puede cambiarnos si nosotros nos oponemos a que él nos transforme.

    A veces esa transformación de la vida es como el viento, que no se ve, ni de dónde viene, ni a dónde va.

    Este comentario lo he escrito sin consultar a otros autores, es mi punto de vista sobre este texto. Pienso que también hay muchas cosas de nuestro interior que se revelan en nuestra comunicación.

    Pienso que debemos analizar nuestra propia comunicación. ¿Qué es lo que estamos expresando? ¿Qué es lo que queremos ocultar? ¿Deberíamos tener algunas cosas ocultas en nuestras vidas? ¿Podemos ser transparentes y auténticos ante Dios?

    Hasta aquí. Bendiciones y ¡Hasta la próxima! 

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Jn 2.23-25 Jesús conoce nuestro interior

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