Jn 1.19-34 Saber quién (no) soy

Juan sabía muy bien que no era Elías, ni Moisés, ni el Mesías. 

    30 DE ABRIL DE 2023 · 08:00

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    Pexels, Pixabay

    Saludos. Hoy iniciaremos con una tarea. La actividad es ver el video: Juan 1:19-34 • Identidad Humana del pastor Randall Worley, de la Prairie Creek Baptist Church (PCBCPlano en español) y responder las siguientes preguntas:

    • ¿Qué significa para ti la palabra identidad? Define en un breve párrafo.
    • ¿Cuál era el problema de la actitud de los judíos detectives?
    • ¿Cómo definirías las palabras testigo y testimonio?
    • ¿Qué significado tenía desatar la correa del zapato o sandalia de otra persona en tiempos de Juan? Describe esto utilizando un ejemplo de la actualidad.
    • Responde con breves palabras:
    • ¿Quién no soy?
    • ¿Debo arrepentirme por algo que dije acerca de mí mismo?
    • ¿Cómo puedo desarrollar la humildad en mi comunicación?

    También si está a su alcance lee el comentario de Stan Slade*, pp. 48-55

    Slade nos indica la importancia de estar atentos a cómo la revelación de la gloria de Jesús va en aumento en el evangelio de Juan, como la luz de la aurora, hasta que el día es perfecto. ¿Queremos saber más sobre quién es en realidad Jesús?

     

    Los detectives

    En tiempos de Jesús en Jerusalén, las funciones de policía eran responsabilidad de los levitas; ellos específicamente controlaban que se cumplieran ciertas reglas, de manera muy estricta. Tenían meticulosamente estipulado cada cosa referida al funcionamiento del templo, y todo lo relacionado con los actos litúrgicos. Ellos debían investigar cuidadosamente cualquier cosa que pareciera sospechosa.

    Un sacerdote que hacía las veces de comisario se ocupaba de la seguridad pública y se lo conocía como “sagan”, siendo una de las personas más poderosas de Jerusalén.

    No estoy seguro si estos levitas llevaban algún uniforme identificatorio como los tienen los policías hoy, pero es posible que su presencia resultada intimidatoria; o tal vez algunos eran agentes encubiertos… Si esta historia ocurriera hoy posiblemente llevarían una grabadora o una filmadora escondida para luego entregarla al “sagan”.

    No se nos dice, pero en Jerusalén muchos posiblemente no conocían a Juan el Bautista. La mayor parte del tiempo pasaba en el desierto (Mr 1.4), otras veces estaba en Enon, cerca de Salim (Jn 3.23).

    Seguramente el Bautista tenía un ministerio itinerante sobre la costa noroccidental del Jordán. Aunque Juan era hijo del sacerdote Zacarías, evidentemente las autoridades religiosas de su tiempo no lo identificaban.

    Slade, en la p. 51 indica: Las sospechas surgieron porque Juan bautizaba. Los judíos en aquel entonces practicaban el bautismo, ¡pero no entre sí! Bautizaban a los prosélitos: gentiles que llegaban a creer en Yahvé y querían entrar al pueblo de Dios. Bautizaban a tales personas como símbolo de su salida de las inmundicias gentiles para entrar en la pureza judía. Entonces, bautizar a gentiles no habría provocado ningún problema. Pero, ¿qué significaba el hecho de que Juan bautizara a judíos?

    Recordemos cuando los magos llegaron junto a Herodes, rápidamente se conformó una “junta de teólogos y administradores” para analizar lo que estos personajes estaban “haciendo”.

    En toda organización religiosa que va creciendo, al mismo tiempo van surgiendo y aumentando los niveles burocráticos, que se encargan de monitorear cualquier cosa rara que esté sucediendo.

    Recuerdo, hace más de 30 años, un compañero de estudios de teología compuso una canción muy bonita, que todos los jóvenes empezaron a cantar. Los burócratas enseguida llamaron al amigo compositor, y le recriminaron porque su canción no había pasado por la “comisión de música” del seminario.

    Finalmente, prohibieron a los jóvenes cantar la música, y prohibieron al joven componer ninguna otra canción. Parece un chiste hoy en día, pero en la década del 90 así funcionaban las cosas en el seminario donde yo estudiaba.

    Y hoy, en algunas iglesias siguen firmes los detectives burócratas.

    Y suelen preguntar ¿Por qué ustedes permiten que las mujeres prediquen? o cosas por el estilo… Usted seguro ya sabe.

    Posiblemente ya los líderes religiosos estaban preparando un documento “oficial” en contra de la teología del Bautista; pero querían tener algunos datos más, así que con ese fin fueron a investigar.

     

    Preguntas de Identidad

    La pregunta que le hacen a Juan tiene un fuerte componente escatológico.

    Es interesante la brevedad con que el Bautista responde en el texto griego (1.19-21):

    En el griego aparece así las respuestas

    1. ¿Quién eres?: Yo no soy el Cristo (el Mesías)
    2. ¿Eres Elías?: No soy
    3. ¿Eres el profeta?: No

    Se nota que Juan no da muchas explicaciones. Responde breve pero enfáticamente.

    En el v. 22 ya se ve que los señores empiezan a ponerse nerviosos, hasta mencionan a los que los enviaron, posiblemente intentando intimidar a Juan.

    Y hacen una pregunta interesante: “¿Cómo te ves a ti mismo?” Otras versiones dicen: ¿Qué dices sobre ti mismo?  - Cuéntanos algo, ¡cualquier cosa!, sobre ti – o simplemente ¿Quién eres tú?

    Vemos que Juan responde con una frase tomada del libro de Isaías: “Yo soy la voz del que grita en el desierto. Enderecen el camino del Señor” (1. 23; ver Is. 40.3)

    El texto señala que en el grupo de indagadores había levitas (policías), algunos sacerdotes, y también algunos fariseos. Esta era una “concertación tradicionalista”.

    No querían saber nada de ningún tipo de cambio ni de innovación. En la actualidad hay un gran peligro que los líderes de iglesias se refugien en cuevas llenas de tesoros viejos. No digo que todo lo viejo sea malo, pero pienso que es bastante frustrante ver que muchos líderes cristianos siempre prefieren vino viejo de odres viejos.

    Es interesante que Juan sabía muy bien, que él no era Elías, no era Moisés, y no era el profeta ni el Mesías.

    Worley indica que curioso que Jesús en Mt 11.13-14 indica claramente que Juan sí era el "Elías" prometido. Sencillamente, porque Dios no se lo había revelado a él, y por humildad, Juan nunca reclamó para sí ese título asociado a la venida del Mesías. No quiso presumir de más. Pero, como vemos bíblicamente, cuando nosotros nos humillamos, Dios nos exalta. No solo Jesús dijo que Juan era el "Elías" prometido, sino que declaró que de entre los que han nacido de mujer, no se ha levantado ninguno mayor que Juan (Mt 11.11; Lc 7. 28).

    Slade indica: Juan frustró a los enviados. No cabía en sus categorías. Sin embargo, les dio varios elementos de testimonio positivo. Se veía como la voz anunciada por Isaías, una voz que llama al pueblo a preparar el camino del Señor. Y no solo se identificó como precursor, sino anunció la presencia actual – incógnita, todavía – de aquel para el cual preparaba el camino. Entonces, si los que enviaron los detectives estaban preocupados por Juan, dentro de poco tendrían mucha más razón para preocuparse. (p.52)

    También aquí encontramos a Juan, abierto a aceptar una nueva revelación que tuvo de Jesús. Cuando yo era un joven predicador, frecuentemente me emocionaba al indicar aquel momento en que Juan, como feto, saltó dentro de el vientre de Elizabeth al ver a María, y al sentir la presencia de Jesús (Lc. 1); y yo pensaba que cuando Juan se encontraría con Jesús, lo lógico sería que vaya ¡corriendo a abrazar a su primo!...

    Pero no, no…  El texto dice en el v. 31: “Yo ni siquiera lo conocía”, a Jesús y en el v. 33 vuelve a decir lo mismo.

    Entonces vemos en Juan el Bautista una revelación progresiva, pero evidentemente su corazón estaba listo para ir recibiendo esta sorpresiva revelación de que Jesús era el Cordero de Dios, existía antes que todos; que él bautizaría con el Espíritu Santo y que era el Hijo de Dios (vs. 29-34).

    Aquí vemos como el evangelista Juan va compartiendo sus relatos cargados de significados teológicos. Vemos paulatinamente en el cap. 1 como se señala a Jesús como el Dios eterno, el Creador, y ahora lo vemos como El Cordero que quita el pecado del mundo, alguien mayor a Moisés, mayor a Elías, y mayor a Juan el Bautista.

    Slade dice: El evangelista quiere presentarnos a un Jesús que cumple y reemplaza todo lo mejor del judaísmo. En este sentido, es el verdadero cordero pascual que hace posible la salvación del éxodo. Pero esta vez no se trata de un éxodo físico, sino espiritual: Este cordero no hace posible una liberación de Egipto, sino una liberación del pecado…

    Sin duda, veía a Jesús como el que iba a inaugurar la edad venidera, la edad de bendición escatológica: “es el que bautiza con el Espíritu Santo” …

    Pero los profetas anunciaron que en los postreros días de salvación Dios pondría su Espíritu sobre el Mesías…y, de hecho, lo derramaría sobre toda la gente… La humanidad entraría en la nueva vida del Reino de Dios al recibir el Espíritu de Dios. Entonces, el Bautista dio testimonio de que la edad venidera, la edad de salvación definitiva, estaba comenzando en Jesús. (pp. 53-54)

    Esta noche dormiré tranquilo, y trataré de no preocuparme por quién ganará mañana. Mi identidad no está ni con el que ganará ni con el que perderá en estas elecciones.  

    El Bautista no necesitaba recibir el aplauso de “sagán”, ni de ninguna otra persona de autoridad política ni religiosa.

    Y ni usted ni yo deberíamos poner nuestra seguridad en ninguna organización que busque “la pureza de la tradición”. No es necesario pasar nuestro Curriculo lleno de títulos con el fin de fortalecer nuestra reputación. Lo único que nos permitirá alumbrar en la oscuridad y que permitirá abrir caminos seguros es levantar a Jesucristo, y que nosotros mengüemos, al igual que lo hizo Juan. Que mengüe nuestro yo; que yo mengüe; que tu mengües, que nosotros mengüemos…

    Hasta aquí por hoy. Bendiciones y ¡hasta la próxima!

     

    *Slade, Stan (2006) Comentario Bíblico Iberoamericano. Evangelio de Juan. Ediciones Kairós.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Jn 1.19-34 Saber quién (no) soy

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