Ap. 22.12-15: a las puertas del paraíso
Con Jesús: Alfa y Omega, Primero y Último, Principio y Fin.
11 DE DICIEMBRE DE 2022 · 08:00

Mis hábitos de lectura son un poco raros. Generalmente antes de leer algo, doy una mirada al índice del libro, veo algunos párrafos de la introducción, y me detengo en las conclusiones. Si esto logra llamar mi atención y mi curiosidad, de seguro que leeré todo el libro.
Creo que las conclusiones del capítulo 22 pueden despertar el interés de muchas personas. Tal vez deberíamos predicar más a menudo este capítulo a quienes están comenzando una búsqueda espiritual. Aquí encontramos una serie de leyes espirituales que pueden servir en nuestro caminar diario.
¿A qué se refiere Jesús con ‘vengo pronto’?
La Biblia misma nos indica que la hora de buscar a Jesús es ya, ahora, o nunca. (ver. Heb. 3.7, 13, 15; 4.7 etc. Él nos invita a encontrarnos con él ya.
No debemos estar obsesionados con una “señal” escatológica, sino estar atentos siempre, a oír la voz del Señor en todo momento, despiertos, predispuestos a modificar nuestra mentalidad, hábitos y manera de ser, con el poder de su Espíritu.
En algún momento aparecerá Jesús en gloria y majestad, pero él ya está entre nosotros si lo recibimos. Claro que debemos desear su Segunda Venida; aunque no de una manera egoísta y escapista.
¿A qué se refiere el texto con ‘recompensas’?
Aquí Stam menciona a un autor llamado Bottger, que dice: “No se trata de calcular ni de contra pensar las obras individuales, sino que lo decisivo es si hemos seguido a Cristo y hemos conservado sus palabras, si lo hemos confesado o lo hemos rechazado… Nuestras obras, en sí mismas, o sea, tomadas aisladamente, no tienen valor moral, ni aparecen como realizaciones que pesan individualmente ante el juicio, sin que son partes integrantes de la fe y de la confesión de Cristo… Pero tampoco la recompensa consiste en una valoración desde un punto de vista cuantitativo… Jesús rompe con las ideas calculadoras del judaísmo y sitúa el concepto de recompensa bajo el signo del reino de Dios que viene” (ver Stam, IV, 418).
Jesús: Alfa y Omega, Primero y Último, Principio y Fin
Esta expresión ya apareció varias veces en el Apocalipsis (1.8, 17; 2.8; 21.6, 13).
Es como en una obra orquestal, un crescendo, llegando al clímax en el capítulo 22.
No quedan dudas de que, para Juan, Jesús es eterno, y es Dios. Esto mismo es un indicativo de que Jesús es Señor de la historia, y que tiene autoridad para concluirla.
Como la creación tuvo su origen en la Palabra de Dios, así también en su gloria encarnada la llevará a su consumación final. Jesús es el Señor de la historia.
El contraste entre justificados e impíos
Aquí Juan simplemente realiza un resumen del plan de salvación en el contexto de la batalla entre el bien y el mal presentada en el Apocalipsis.
Los justificados y salvos para según el texto son bienaventurados (esta es la séptima bienaventuranza del libro).
- Lavaron sus ropas en la sangre del Cordero.
- Pueden comer del árbol de la vida.
- Y pueden entrar por las puertas de la nueva Jerusalén.
Aquí recomiendo a todo lector volver a centrarse en Jesucristo, y revisar todas las bienaventuranzas que hay en la Biblia. Lea con atención el Sermón de la Montaña. Encontrará que bienaventurado es quién pone toda su confianza en Jesús, y no en si mismo, ni en sus buenas obras.
Claro que sí, las obras de amor siempre son un resultado de haber sido salvo por Cristo. El Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad, y nos lleva a Jesús, que nos limpia, y nos capacita para vivir una vida de amor, practicando obras de amor.
Una vida salva por Jesús: poder comer del árbol de la vida
Ahora, en su última página, el Apocalipsis anuncia la suspensión definitiva de ese edicto de expulsión del Edén. Se baja al fin el rótulo que decía PROHIBIDA LA ENTRADA; Dios pensiona para siempre a los querubines con su llameante espada, y hora los ángeles porteros nos reciben con un saludo y su ¡BIENVENIDOS, PASEN! ¡ADELANTE! (ver pág. 423).
Podemos entrar por las puertas
Aquí también encontramos el contraste, entre el momento cuando Dios cerró con querubines y espada de fuego, la entrada al paraíso y aquí el pleno acceso al árbol de la vida de los justificados y santificados por la fe en Jesucristo.
Finalmente, ¿por qué otros aparecen afuera?
Sobre los que aparecen fuera de la ciudad en el v.15; evidentemente muchos aspectos del texto son totalmente simbólicos. Los perros; y los inmorales; los mentirosos, los hechiceros y los criminales…
No es que estarán allí vivos, afuera de la ciudad. Aquí sabemos que el autor posiblemente está enfatizando el tema de que no fueron salvos, que no tienen acceso a la vida eterna. Simplemente quedaron afuera.
Según un amigo mío, todos estos están esperando afuera a que venga Jesucristo y les predique, para que puedan entrar… Pero esa es una interpretación totalmente antojadiza.
Hoy es el día de la salvación; No podemos especular con aspectos tan serios relacionados a la salvación.
En mi perspectiva particular, todos los seres humanos tienen posibilidad de aceptar a Jesucristo como su Salvador, aún hasta un segundo ante de la muerte.
Pero lo maravilloso de la gracia de Dios es que él nos da la posibilidad, el privilegio de vivir muchos años bajo el reino de la gracia; no hace falta esperar unos minutos antes de morir…
Tampoco existirá ningún purgatorio ni alguna otra forma de acceder a la vida eterna después de morir.
Toda la Biblia, de comienzo a fin, nos presenta la oportunidad de tener un encuentro con Jesucristo en esta vida. La invitación es a unirnos al Cordero, quién venció, y junto a Él somos más que victoriosos.
Bendiciones y ¡hasta la próxima!
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Ap. 22.12-15: a las puertas del paraíso