Apocalipsis 22.10-11: justos y santos

Tres instrucciones: adora a Dios, no selles el libro, deja que el malo siga haciendo el mal.

    27 DE NOVIEMBRE DE 2022 · 08:00

    Aleksandar Pasaric, Pexels,hombre lluvia
    Aleksandar Pasaric, Pexels

    Este es uno de esos textos que uno debe parar bien, mirar lo que el texto dice, y lo que no dice. También tenemos que tener cuidado con nuestras ideas preconcebidas, ya que luego de pasar por toda la biblia y llegar a los últimos versículos, no podemos de nuevo tener una percepción errónea sobre cómo Dios salva a los seres humanos, como usted y yo, pecaminosos, que no tienen ninguna justicia propia, y tampoco ni una pisca de santidad lograda por esfuerzos de ningún tipo.

    Ya vamos entrando al clímax de la conclusión del Apocalipsis, pero aquí sigue hablando el ángel.

     

    Tres instrucciones

    1. Adora a Dios. 
    2. No selles el libro.
    3. Deja que el malo siga haciendo el mal.

    Como ya lo habíamos visto en capítulos anteriores este libro es un libro abierto, gracias a Jesús que abrió los sellos, y con su muerte y resurrección, literalmente dio inicio al amanecer de la eternidad (Stam, 4: 413).

    Todos podemos adorar a Dios y obedecer su palabra; y siguiendo atentamente una lectura cristocéntrica, podemos hoy no tergiversar las palabras de este texto. Ya lo había dicho Pablo, cuidémonos de hacer fábulas profanas y de viejas, y de viejos noveleros, que usan este libro para escribir novelas y realizar películas fantasiosas.

     

    Los sabios lo entenderán todo

    El texto dice así: “Deja que el malo siga haciendo el mal y que el vil siga envileciéndose; deja que el justo siga practicando la justicia y que el santo siga santificándose”.

    Se parece mucho a Daniel 12.10 que dice: “Muchos serán purificados y perfeccionados, y quedarán limpios, pero los malvados seguirán en su maldad. Ninguno de ellos entenderá nada, pero los sabios lo entenderán todo”.

    Bueno, aquí quiero que recuerden algo que señalé hace algún tiempo atrás.

     

    ¿Cómo somos justificados y santificados?

    La justificación es por la fe, la santificación es por la fe, y la glorificación también ocurrirá únicamente por la fe en Jesús, en la victoria que Él obtuvo, y no en nuestras miserables obras de justicia o de santidad.

    Algunos explican este texto señalando que los justos pueden realmente vivir una vida de justicia como resultado de la justificación, y también que los santos pueden vivir una vida de santidad como resultado o fruto de la santificación.

    No estoy seguro de cuán justas y santas realmente pueden ser nuestras acciones; Evidentemente los malos viles seguirán haciendo maldad y seguirán creyendo que son buenos (porque eso es seguir envileciéndose). El vil lo que hace es rechazar el sacrificio de Cristo en la cruz, disminuyendo el valor de lo que Cristo hizo, y poniendo valor a lo que él mismo como humano puede hacer.

    Yo, sin hablar mal de nadie, creo que la mayoría de las iglesias evangélicas están llenos de personas viles, que piensan que, como creyentes, son unas maravillosas personas, que solamente hacen cosas buenas, y que se merecen el cielo por sus buenas y maravillosas obras. Para mí esto es una triste realidad y una muestra más de que el espíritu farisaico nunca se fue con la llegada de la Reforma Protestante.

    Aquí yo le aliento, querido hermano, a estudiar en profundidad el tema de “Solo por Fe”, que fue lo que dio impulso a Martín Lutero a romper con el catolicismo. Pero algún tiempo después la mayoría de las iglesias evangélicas volvieron a enseñar que nuestras obras pueden hacer alguna cosa para nuestra salvación.

    Juan en este texto habla de maldad y de vileza, en el sentido de las creencias de Babilonia, esa religión que predica la opulencia y teología de la prosperidad, pero que en el fondo no son sino solamente corruptos, manipulando a la gente en las maratónicas, y en los cultos de sanidad. Gente malvada que vende en nombre del evangelio todo tipo de cosas vanas; gente que promete la bendición ilimitada a cambio de unas monedas de oro. Sí, ellos seguirán haciendo el mal de forma perversa, buscando su fama y su bienestar económico.

    Y combinando con lo que dijo Daniel: “Ninguno de ellos entenderá nada”

    A mi me asusta como tanta gente van detrás de los autodenominados “apóstoles”. Ni estos apóstoles entienden nada, ni tampoco sus seguidores.

    Como contraste, volver a los principios de Solo Jesús, y solamente por Fe, podemos recibir la gracia, el regalo de ser aceptados y declarados justos y santos. Algunos pueden confundirse con que seguir santificándose, se refiere a algo que podemos hacer, como, por ejemplo, leer más la biblia, orar más, ayunar más, o cosas por el estilo.

    Y no es que esté mal leer más la biblia, orar más, o ayunar más. Recordemos que los fariseos ayunaban dos veces a la semana, oraban en las plazas para ser vistos por los hombres, y Jesús les dijo en Juan 5.39 que ellos se pasaban estudiando las escrituras, pensaban que con eso “eran más santos”, pero no entendían nada. No entendían que las escrituras presentan a Jesús como el único que nos puede justificar y santificar.

    Finalmente, creo que la idea de la Biblia es que todo el que quiera presentarse con sus méritos ante Dios, está cometiendo una inmundicia. Nuestras obras son como trapo de inmundicia. No estoy diciendo que el cristiano salvo no pueda hacer obras de amor. El Nuevo Testamento está lleno de llamados a practicar obras de amor. Pero si tu tienes miles de obras de amor, y de pronto le dices a Dios, esta obra la realicé yo solito, y merezco un premio, todo lo anterior no te sirve para nada.

    Nuestra autoestima parece que es tan baja, que siempre queremos de repente, a veces sin darnos cuentas mostrarle a Dios y a los demás, que “tantas buenas obras” hicimos, en comparación con las “poquitas obras malas” que hacemos a escondida.

    Creo definitivamente, que ser santos, es un don de Dios, en Cristo Jesús; y seguir santificándonos, es simplemente, seguir permitiendo que ese regalo, de ser separados por obra y gracia del Señor, siga siendo una realidad en nuestra vida cotidiana.

    Hasta aquí. Bendiciones y ¡hasta la próxima!

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Apocalipsis 22.10-11: justos y santos

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