Ap. 21.22-27 La Nueva Jerusalén, ciudad cristocéntrica

Podemos ver a Jesús como Arquitecto y Constructor de esta maravillosa ciudad (Hebreos 11.10).

02 DE OCTUBRE DE 2022 · 08:00

 Johny Goerend, Unsplash,aurora boreal
Johny Goerend, Unsplash

Nueva Germania (en alemán, Neues Deutschland), fue fundada en Paraguay como colonia alemana el 23 de agosto de 1887 por el Dr. Bernhard Förster, quien estaba casado con Elisabeth Förster-Nietzsche, hermana del filósofo alemán Friedrich W. Nietzsche.

Conjuntamente con 14 familias llegaron hasta el corazón de la selva paraguaya con el propósito de fundar una ciudad donde pudieran poner en práctica las ideas de Bernhard Förster sobre la superioridad de la raza aria.

El sueño declarado de Förster era crear un foco de desarrollo germánico, lejos de la influencia de los judíos, entendida como nefasta por el mismo. En 1889 Förster se suicidó y su esposa se vio forzada a retornar a Alemania en el año 1890; terminando así “el sueño” de estas familias germánicas.

Contrastando esta historia con la Nueva Jerusalén de Apocalipsis 21, no está centrada en una ideología, ni en personas que se creen superiores a otras. No es un sueño creado por un filósofo; ni tampoco un plan político o nacionalista. Lo que sabemos, es una revelación de Dios, y no es un sueño para “escapar” de los problemas y de las crisis de esta vida.

Recomiendo leer el comentario de Juan Stam, tomo 4; de las págs. 353 a 375.

 

El propósito de esta Revelación

“Es siempre importante recordar que las enseñanzas proféticas nunca son una finalidad en sí mismas, sólo para instruirnos sobre el futuro: están escritas para inspirar esperanza ahora y obediencia a la voluntad de Dios y fidelidad a su Reino. Por eso, las grandes esperanzas futuras de la fe (venida de Cristo, resurrección del cuerpo, juicio final y nueva creación) deben configurar y moldear las formas de nuestra misión hoy en nuestro mundo. Por lo mismo, la nueva Jerusalén puede, y debe, verse como un modelo, en todo lo posible, para la iglesia de ahora. Hoy también estamos llamados a ser “una ciudad de puertas abiertas”, donde reinan la justicia, la libertad y la igualdad” (págs. 373–374).

Juan describe de una manera majestuosa la centralidad de Jesucristo (el Cordero) con cada elemento de la ciudad prometida. Jesús había prometido “Voy a prepararles un lugar; y vendré”. Podemos ver a Jesús como el Arquitecto y Constructor de esta maravillosa ciudad (Hebreos 11.10).

Al mismo tiempo, todo lo que la ciudad tiene, y lo que es, refleja el carácter mismo de su Constructor, su amor, su gracia, verdad, justicia, sabiduría, majestad, su eternidad, etc. Sus rasgos están impregnados en cada detalle de la ciudad. Y también serán realidades que se experimentarán cotidianamente en todo lo que ocurra allí, por siempre.

 

Algunas revelaciones de Cristo maravillosas:

Ya habíamos visto que los detalles estructurales son reflejos de nuestro Salvador: La muralla, las puertas, los cimientos, y las medidas perfectas. Al mismo tiempo reflejan la plenitud de los salvos.

Los elementos reflejan a Jesucristo, el tesoro que hemos encontrado y las riquezas inigualables del amor de Dios. También la ciudad refleja el orden maravilloso del plan de salvación. Si usted es un lector asiduo de la Biblia, puede encontrar muchas otras características similares entre Jesucristo y la ciudad.

 

En el texto vemos algunos detalles importantes más:

  • La Nueva Jerusalén no tiene templo. Dios y el Cordero son el templo. Hay varias cuestiones interesantes con la “teología del templo”. Jesús había dicho que él era mayor que el templo de Jerusalén; y luego Esteban aseguró que Dios no habita en templos hechos por manos humanas. No digo que esté mal construir templos, pero tengamos cuidado con el tipo de teología que hacemos acerca de “nuestros templos”. En la ciudad, con Dios y el Cordero presentes, no hace falta más templo.
  • También podemos deducir de las expresiones de Juan de Patmos, que en la nueva ciudad no hay distinción entre lo secular y lo religioso. Todas las actividades estarán centradas en Jesucristo; entonces se acabarán las dicotomías entre trabajo y descanso, música secular y música religiosa, ropa para la iglesia y ropa para fuera de la iglesia, etc. etc.
  • La Nueva Jerusalén no necesita sol ni luna. Aquí esto es muy interesante. El texto no dice que no habrá sol ni luna; sino que no se los necesita. La Biblia está llena de textos que contrastan la luz de Jesús y las tinieblas. Es interesante ver el contraste en Isaías, de las tinieblas y la luz (ver caps. 59 y 60). En Génesis mismo, todo inicia con la creación de la luz. La presencia de Dios era manifestada en el AT con una luz maravillosa. Vemos también la luz de Dios reflejada en el rostro de Moisés. Muchos Salmos nos hablan de la luz gloriosa de Dios. Y Jesús mismo se autodenominó “la luz del mundo”. (Jn. 8).
  • Finalmente, el texto nos da a entender que no existirán en esa ciudad solamente actividades “espirituales”. Pareciera el texto suponer que uno podrá ir a otras ciudades. Stam sugiere que en la vida eterna no se anularán nuestras nacionalidades y nuestra cultura. Incluso podría ocurrir que yo termine viviendo en Asunción del Paraguay, por así decirlo, y que vayamos todos a la nueva Jerusalén como lo hacia Israel en el pasado. No lo sabemos; pero el texto habla de entrar y salir libremente de la ciudad.
  • Stam concluye diciendo: ¡Bienvenidos todos a la Nueva Jerusalén, capital del reino de la libertad y de la justicia!  ¡Una ciudad de puertas abiertas, llena de la presencia y la gloria de Dios, de adoración y amor, de abundancia e igualdad para todos y todas! Una ciudad que no tiene policías, mucho menos militares, ni mendigos ni ladrones, ni ricos ni pobres; una ciudad donde todos son reyes y sacerdotes, redimidos por el Cordero. (p. 370).

 

Hasta aquí por hoy. Bendiciones, y ¡hasta la próxima! 

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Ap. 21.22-27 La Nueva Jerusalén, ciudad cristocéntrica