Apocalipsis 21.1-8: una visión de la ‘nueva creación’

El Apocalipsis no termina con el fin del mundo sino con el comienzo de un mundo mejor.

18 DE SEPTIEMBRE DE 2022 · 08:00

Geralt, Pixabay,hombre universo, hombre galaxias
Geralt, Pixabay

Iremos sin apresurarnos en los dos últimos capítulos de la Revelación de Juan de Patmos.

Nos detenemos en la descripción de los cielos nuevos, la tierra nueva, y de la Nueva Jerusalén.

Antes de meternos al texto propiamente dicho, quiero señalar que estos textos rebosan de la doctrina de la salvación, relacionada a aquellos que alcanzan la gloria, la glorificación, por la fe.

En estos tiempos he predicado mucho sobre la justificación por la fe, y también referente a la santificación por la fe. Aquí llegamos a la glorificación por la fe. Este es un tema que me apasiona. Cómo me gustaría que más personas pudieran entenderlo.

 

Veamos:

Tomemos dos textos del Nuevo Testamento que hablan de la Jerusalén celestial, como símbolo de la libertad y de la justicia de Dios por la fe.

Pablo dice haciendo un contraste entre el legalismo y la libertad en Gálatas 3:

“…Agar representa el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la actual ciudad de Jerusalén, porque junto con sus hijos vive en esclavitud. Pero la Jerusalén celestial es libre, y esa es nuestra madre…  Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre”. 

El autor de la carta a los Hebreos en el capítulo 12, también realiza este mismo contraste usando al monte Sinaí (la ley) frente al Monte de Sión (la Jerusalén Celestial). Indica… “Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección; a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel”.

Este es el tema central del evangelio. Solo por fe en Jesucristo podemos ser justos, santos y salvos. Estando con Jesucristo siempre estaremos alejados del monte Sinaí, del legalismo, del pacto de la ley basado en ritos y tradiciones.

Y de esto se trata el Apocalipsis. Hoy trataremos algunas ideas de Juan Stam sobre el texto (ver tomo 4; págs. 293 a 331)

“Cualquier persona que cree que el Apocalipsis es un libro pesimista, no lo ha leído hasta el final. Apocalipsis, de principio a fin, es un libro de esperanza… No de terror y catástrofe”. (p. 293)

Tampoco Apocalipsis es un libro escapista; y por el contrario de lo que muchos piensan, estos textos no nos hablan del cielo, sino de algo diferente (cielos nuevos y tierra nueva). Todo el énfasis está en que el cielo viene a la tierra, y no de que la tierra va al cielo.

El tono del texto es muy claro: Dios cumplirá sus promesas.

Un concepto interesante que Stam señala, es que todo esto que ocurrirá es una “utopía de fe”. (ver págs. 294 – 299). Esto simplemente quiere decir que es algo que esperamos, pero que en realidad nadie lo ha experimentado con los 5 sentidos.

Vemos que Israel en el exilio anhelaba volver a Jerusalén. Los profetas incluso mezclaron sus esperanzas temporales con sus propias utopías al escribir, por ej.  Jeremías 30; Ezequiel 16 e Isaías 65. En el nuevo testamento hay algunos textos, incluyendo Ap. 21 y 22 que son textos utópicos, pues son base de nuestra esperanza; pero como dice un texto de Pablo:

“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para aquellos que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”. (2 Corintios 2. 9, 10)

Le animo a leer Apocalipsis 21.1- 8 y use un poco de imaginación, piense en esta utopía, este sueño que Juan nos quiere transmitir, para darnos esperanza.

Imagine bajar la Nueva Jerusalén, una tierra sin mar… Maravilloso; a los que les gusta el mar, seguramente el Señor preparará pequeños lagos salados (qué imaginación). En realidad, el mar resultaba algo bastante peligroso en tiempos de Juan, y estaba lleno de bichos peligrosos.

“Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir».

El que estaba sentado en el trono dijo: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!» Y añadió: «Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza»” (3. 3-5).

 

“Visiones de la nueva creación”

Stam señala que aquí se juntan las primeras páginas de la Biblia con las últimas, para llegar al clímax de la teología de la creación.

El Apocalipsis no termina con el fin del mundo sino con el comienzo de un mundo mejor” (p. 298).

Al final del Apocalipsis, Dios hace nuevas todas las cosas. Este será el inicio de nuestra participación en el tiempo de Dios, en la eternidad.

Eugene Peterson señala: “La Biblia, nos sumerge en la materialidad desde su principio hasta su fin… Nuestra existencia se enmarca dentro de la materialidad. Nada en los evangelios se presenta aparte de lo físico… Las grandes realidades invisibles, Dios y el alma, son incomprensibles aparte de las grandes realidades visibles, cielo y tierra” (en Stam 4, p. 299).

En estos textos de Ap. vemos que nada sube, sino que todo baja… La tierra y el cielo se unen para siempre (p. 313). Dios y su trono se unen con los redimidos. Hay un gran simbolismo en la boda teniendo la certidumbre que nunca estaremos separados. Su presencia física, su morada, estará con nosotros (no solo su Shekinah).

No habrá lágrimas, muerte, ni dolor; no más lamento; no más maldición; no más noche. Todo lo malo pasó.

Una pregunta que me hacía de adolescente es si en la eternidad no recordaremos nada de ahora, o no recordaremos solamente las cosas malas… Pero para mí es una tontería, eso de que vamos a estar revisando libros de memorias, en la eternidad. Justamente lo que el texto dice, es que Dios tirará al lago de fuego y azufre los libros de las memorias.

Me pregunto ¿cómo será nuestro relacionamiento entre los seres humanos? Piensen una eternidad sin guerras, sin motochorros, sin barrabravas, sin usureros; maravilla de maravillas; sin doctores, sin sepultureros… Seguramente habrá agricultores, tal vez ingenieros informáticos; no lo sabemos; pero creo que será divertido.

“El que estaba sentado en el trono dijo: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!» Y añadió: «Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza».

También me dijo: «Ya todo está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tenga sed le daré a beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que salga vencedor heredará todo esto, y yo seré su Dios y él será mi hijo” (21. 5-7).

Vemos un lenguaje muy pastoral aquí; Jesús, como el pastor del Salmo 23; el como un Padre que protege a su hijo.

 

Juan termina esta sección con un espectacular contraste:

Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y azufre. Esta es la segunda muerte”. (21.8).

Yo encuentro bastante claro; los incrédulos son los que no pusieron su confianza en Jesús; en Jesús somos completamente perdonados; en Jesús somos declarados santos; en Jesús somos glorificados. Sin Jesús somos nada.

Posiblemente el texto es una contraposición entre los seguidores de Jesús, y los seguidores del emperador y las huestes de mal.

También debemos recordar aquí que, en tiempos de Juan, ser fiel a Jesús no era tanto seguir “una correcta doctrina”, o una corriente teológica. Lo que se requería era seguir a Jesucristo, e incluso a estar dispuesto a morir por él.

La abominación desoladora, estaba relacionada con el culto al emperador. También la inmoralidad, la hechicería y la idolatría estaba relacionada a ese culto.

Los mentirosos y los cobardes están totalmente opuestos al Fiel y Verdadero.

Aquí hay dos grupos, los que siguen al Cordero; y los que siguen al dragón y las bestias.

No creo que Juan de Patmos haya escrito esto últimos versículos para llenarnos de miedo. ¡No!, ¡No! ¡Todo lo contrario!. Somos más que vencedores, por medio de Aquél que nos amó y nos ama y nos amará por la eternidad.

Hasta aquí. Bendiciones y ¡hasta la próxima! 

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Apocalipsis 21.1-8: una visión de la ‘nueva creación’