Luz en la oscuridad y paz en la tormenta
Marcos, cap. 4. vv. 21 al 25 y 35 al 41.
09 DE MAYO DE 2021 · 08:00

En esta oportunidad dejaré de lado el método inductivo de hacer preguntas al texto, y buscaremos juntos la forma de iluminar nuestro mundo y traer paz en medio de tanto dolor, sufrimiento, tras el tsunami de muertes por el COVID.
Estamos en Marcos, cap. 4. Nos centramos en los vv. 21 al 25 y 35 al 41.
Realmente estoy tremendamente asombrado por lo que estamos pasando. En Paraguay son unas 100 muertes por día, y muchos eran familiares o amigos nuestros. En Brasil e India es algo calamitoso. Otros países también están pasando muy mal.
Del tema de la lámpara sobre una repisa, bueno, es obvio que no pondremos una lámpara bajo el somier. Esta semana me pasó que se quemó el foco de nuestro dormitorio, y compré un foco led que decía “luz de día”. Realmente no me lo esperaba, pero cuando lo coloqué, realmente era como si el sol hubiese ingresado al cuarto.
Tal vez podríamos utilizar distintas metáforas hoy en día. Personalmente me gustan los lugares bien iluminados y no me gusta mucho el invierno cuando las horas de oscuridad se extienden.
Lo más terrible es cuando hay una tremenda tormenta con vientos, truenos, rayos, y se va la luz. En algunos lugares hay familias que quedan con sus hogares semi destruidos y todo en medio de la oscuridad.
Mi esposa es una de esas personas que tiene terror a los rayos y truenos, así que, si se va la luz, sé que además de oscuridad tendré unas horas de gritos despavoridos.
Bueno, me imagino, que todo esto que estamos pasando es como una gran tormenta, y los discípulos gritando desesperados.
Recuerdo que cuando éramos niños cantábamos: “Esta mi pequeña luz, la dejaré brillar… brillará, brillará, brillará”. Sin embargo, con millones de lucecitas cristianas, no damos como para alumbrar al mundo. Únicamente podrá traer entendimiento, la verdadera luz del mundo, que es el Señor Jesucristo. (Juan 8. 12-30)
Siguiendo la idea de la tormenta, vemos realmente angustiados a los discípulos, mientras la frágil barca va bamboleándose por las olas, y agua va entrando por todas partes. Los discípulos gritan mientras Jesús está durmiendo. Una vez despierto el Señor, le preguntan: ¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?
Tal vez esto podemos traer a nuestros días. Una de las hermanas de la iglesia, sus padres tuvieron un incendio en su casa en febrero pasado. Luego ella tuvo Covid y salió de milagros. En este interín, en menos de dos meses fallecieron su hermano y su padre de Covid, y ayer falleció su madre de un ataque cardíaco.
No estoy inventando. Son miles y miles de familias en el mundo que pueden contar historias como estas. Para esto, nuestra pequeñita luz, no sirve de nada. Bueno, podemos a veces ayudar con algún apoyo económico, o decir que estaremos orando por ellos… ¿Pero es esto suficiente?
Creería que es tiempo que demos lugar a Jesús, la luz del mundo, y paz en la tormenta, que tome control de todo esto, ya que nosotros definitivamente no podemos hacer frente a todo ello.
En algún momento de mi vida estuve rodeado por las sombras de la muerte, literalmente, y ni siquiera pude gritar por ayuda, pero el Señor trajo de nuevo luz a mi vida.
No tengo la menor idea de cómo lo hará el Señor ante todo esto que está pasando, pero estoy seguro de que en algún momento reprenderá al viento y las olas. Dirá: ¡Silencio! ¡Cálmense!
Y aquí viene lo único que puede sostenernos en este momento: “Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” Hebreos 11.1.
Pongamos nuestra fe en el Señor. Quizá en este momento es el tiempo de entender que no son nuestros recursos económicos, ni nuestra organización, ni nuestros líderes los que van a salvarnos en medio de la tormenta.
Pongamos nuestra confianza en el Señor Jesús.
Bendiciones y ¡hasta la próxima semana!
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Luz en la oscuridad y paz en la tormenta