Éxodo: hablando de poder y liberación

Mi texto preferido de Éxodo se encuentra en una conversación entre Dios y Moisés:

15 DE MARZO DE 2020 · 08:00

Keith Hardy, Unsplash,desierto, dunas
Keith Hardy, Unsplash

El libro del Éxodo, relata literalmente esto, la salida luego de 400 años de esclavitud del pueblo de Israel en Egipto. El protagonista principal es Dios, mientras Moisés es el instrumento de Dios para guiar al pueblo.

Por un lado vemos a un Moisés vulnerable, que es salvado de las aguas y adoptado por la hija de Faraón. Ya de grande se lo nota muy impetuoso al matar a un esclavo egipcio. Notablemente Dios lo envía al desierto, donde debe pasar 40 años mayormente en silencio y reflexión. Allí Dios le habla desde una zarza ardiente y lo llama a volver a Egipto a liberar a su pueblo.

Éxodo es un libro lleno de actos de comunicación de Dios. Las 10 plagas, el mar que se abre, una liberación maravillosa. El pueblo canta y baila de gozo. Pero poco después ya caen en la murmuración, las quejas, las peleas y conflictos, el engaño, la violencia, la desobediencia.

Dios tuvo que actuar varias veces duramente con el pueblo, aunque nunca dejó de amarlos. Quizá como forma en que el pueblo tenga una convivencia más sana y con la conciencia de la presencia de Dios, él instaura el sistema del Tabernáculo, el sacerdocio y los sacrificios y ofrendas diarias. Dios quería estar permanentemente en el centro mismo de su pueblo. Todo este sistema apuntaba en absolutamente todo a Cristo.

El tema de la ley y los 10 mandamientos fue según Pablo una guía, un ayudante, para llevarles a Cristo. Aunque podemos sacar grandes enseñanzas de los 10 mandamientos para el día de hoy, lo que sabemos categóricamente es que nadie sino solo Jesucristo, pudo cumplir el espíritu de la ley. Es evidente que los israelitas nunca pudieron guardarla.

Mi texto preferido de Éxodo se encuentra en una conversación entre Dios y Moisés:

-          Moisés le dijo al Señor: Tu insistes que debo guiar a este pueblo, pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. También me has dicho que soy tu amigo y que cuento con tu favor. Pues si realmente es así, dime que quieres que haga. Así sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu pueblo.

-          Yo mismo iré contigo y te daré descanso – respondió el Señor.

-          O vas con todos nosotros – replicó Moisés -, o mejor no nos hagas salir de aquí. Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? ¿En qué seríamos diferentes a los demás pueblos de la tierra?

-          Está bien, haré lo que me pides – le dijo el Señor a Moisés -, pues cuentas con mi favor y te considero mi amigo. (Ex 33.12-17)

 Luego de esta hermosa conversación entre el Dios Todopoderoso y su amigo Moisés existe una Teofanía donde Dios muestra su gloria a Moisés. Tan cercano fue el encuentro de Dios con Moisés que los israelitas no podían ver a Moisés a la cara a causa del reflejo de la gloria de Dios. (Ex 34) Pablo compara el velo de Moisés con la dureza del corazón de los israelitas para aceptar a Jesús como el Mesías (2 Co 3.13-15).

Aunque muchos proponen actualmente volver a implementar las leyes del Éxodo, ya lo tenemos a Jesucristo, Dios con nosotros, quién quitó la maldición de la cruz y nos presentó sus mandatos de amor.

Quizá podría hacerse una comparación entre el Monte Sinaí con el Monte de las Bienaventuranzas, o el Monte Sinaí con el Monte Calvario.

Aunque personalmente tengo mis dudas en centrarnos en los mandamientos del Éxodo, creo que debemos centrarnos en Dios como comunicador y en la mansedumbre de Moisés al comunicarse. Todo lo demás son símbolos y señales de quién ya vino y ha hecho su morada con nosotros, dejando su trono de gloria se vino a encarnar como uno de nosotros, para liberarnos de la condenación de la ley.

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