¿Un ‘gobierno enemigo’ en Argentina?
Ocho consejos ante el cambio político que llega. Vivamos de tal manera que valga la pena.
24 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 09:00
Antes que nada, digo que el título es un poco exagerado. Sin embargo, percibo que el gobierno que viene en Argentina no comparte gran parte de los principios ProVida que muchos cristianos argentinos sostenemos.
Muy probablemente, la relación será tensa. Pero creo ver en ese futuro luchado, algunas buenas luces que tenemos y podríamos aprovechar.
1. Bajo ningún punto de vista debemos caer en la trampa de maldecir al gobierno. Es más, Dios nos prohíbe hacerlo. Si creemos que las palabras tienen poder creativo, soltemos palabras de bendición que construyan esperanza.
2. Indudablemente, habrá un énfasis en ayudar a los pobres. Y no debo aclarar que en eso, los evangélicos somos campeones. ¿Lo usarán políticamente?, ¿Se robaran parte de los recursos? Posiblemente. Pero no es nuestra responsabilidad. Si nos toca hacer algo, hagámoslo como para el Señor.
3. Apoyemos a la enorme cantidad de cristianos que han entrado como legisladores en todo el país. Cómo nunca, tenemos una gran lista de valientes que tendrán una enorme tarea que debe ser respaldada, sean del partido que sean.
4. Participemos en todo espacio disponible. Hablemos por radio, escribamos, publiquemos. Vayamos a Foros, Congresos. Hemos aparecido en la escena y no podemos desaprovechar ninguna oportunidad.
5. No hay nadie que sepa todo. Sugiero capacitarnos y especializarnos en los grandes temas nacionales. No podemos improvisar y mucho menos inventar. No podemos hablar de lo que no sabemos.
6. Hagamos política. Es tiempo de enviar a los cientos que Dios ha llamado a este campo misionero. Busquen el mejor partido que mejor los represente. Hagan una política diferente, sólida, sin corrupción y con valores.
7. Algo difícil. No dejemos de respetarnos. Imposible que todos pensemos iguales. Deben abundar la paciencia y la humildad suficiente para pedir perdón y perdonar. Soportemos en amor lo que nos parece imposible de aceptar. No generemos enemigos y convivamos con nuestros adversarios.
8. Por último, paguemos el precio. Esto es tiempo y dinero. Noches sin dormir y horas para orar buscando ideas de Dios para hacer la diferencia. Sumemos nuestros nombres a la gran nube de testigos que nos anteceden. Dejemos nuestra huella en las próximas generaciones.
Vivamos de tal manera que valga la pena.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pensando la política - ¿Un ‘gobierno enemigo’ en Argentina?