Nehemías, ejemplo de buen gobierno

El libro de Nehemías debe ser lectura obligada para lideres religiosos, políticos, empresariales y comunitarios que quieran aprender los principios prácticos de una administración sana y al servicio de la mejor causa.

Protestante Digital · 24 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 15:00

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En la Biblia hay personajes muy populares. Casi todo el mundo conoce algo de Moisés, de Abraham, de Pablo o de Pedro. Realmente, el protagonismo de estos hombres valida su fama. Todos, en su contexto, fueron hombres excepcionales. Sin embargo, hay otros personajes de la Biblia que merecen una mayor promoción, y por siglos han permanecido, sino en el olvido, con una visibilidad que no está en proporción al aporte que Dios le permitió hacer. 

Unos de estos hombres es Nehemías. Se trata de un personaje muy especial. Jugó un papel importante en el exilio y gran parte de la restauración de Israel tiene que ver con su aguda visión, esfuerzo y capacidad de emprender grandes tareas. No se sabe mucho de cómo logró ascender en el Imperio Persa. Lo cierto es que cuando Nehemías aparece en el relato bíblico ya estaba ocupando un alto cargo en la corte. 

Nehemías era copero del rey Artajerjes. El titulo de este puesto hoy no suena tan bien. Sin embargo, su desempeño implicaba un alto grado de confiabilidad. Este puesto estaba reservado a hombres que se presuponían leales a toda prueba. Nehemías es un excelente modelo bíblico de un líder piadoso en el gobierno. Tenía sabiduría, principios, valor, integridad, fe firme, compasión por los oprimidos y gran talento para el liderazgo y la organización.

Estando en Susa, capital de Imperio Persa, esto es a unos mil kilómetros de Jerusalén, recibe la información de que los muros de la ciudad de Dios estaban derribados y sus puertas quemadas a fuego. Esto era para un judío como él motivo de gran oprobio y vergüenza. La noticia le desgarra el alma y le sobreviene un fuerte sentimiento de pesar y dolor que él canaliza en oración y ayuno delante Dios.

Después de orar y esperar unos meses, Nehemías, con mucho tacto y buen sentido de la oportunidad, logra comunicarle la situación al rey Artajerjes, quien accede a su petición, otorgándole el permiso y las prerrogativas de lugar para que se dirija a Jerusalén en calidad de gobernador para emprender la tarea de reconstrucción de los muros.

Es importante ver como Nehemías se comporta en cada ocasión, como reacciona ante las diversas circunstancias que se van generando en la medida que avanza en su empresa. De ahí han partido algunos autores para presentar a Nehemías como un modelo de liderazgo y organización empresarial.

El primer obstáculo que encuentra este funcionario es un pueblo sin ninguna motivación, sumido en la ignominia y el oprobio. Se trataba de un grupo de gente sin sentido de misión y sin ninguna perspectiva del futuro. Luego de evaluar las posibilidades, Nehemías tenía la visión del trabajo. Así ubicó a cada cual de acuerdo a su especialidad y le lanzó el desafío al pueblo para iniciar la tarea: “Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid y edifiquemos el muro de Jerusalén y no estemos más en oprobio. Entonces le declaré como la mano de Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron levantemos y edifiquemos. Y así esforzaron sus manos para bien”. Nehemías (2:17-18)

La mofa y el escarnio de extranjeros, enemigos de la obra, no se hicieron esperar. Frases irónicas y mordaces cayeron sobre los improvisados constructores, pero Nehemías, reaccionó respondiendo: “El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén”.

A pesar de que la construcción de los muros avanzaba, la oposición asumió una actitud conspirativa y violenta, haciendo rodar rumores intimatorios y amenazantes, a los que Nehemías respondió orando al Señor y al mismo tiempo colocando una guardia que permanecía de día y de noche. “No temáis delante de ellos, acordaos del Señor, grande y temible”, fueron las palabras de Nehemías. (Neh.4:14).

La oposición no se detuvo a todo lo largo de la construcción de los muros. Las conspiraciones e intrigas sucesivas se presentaron en diferentes formas. Para todos los casos Nehemías tuvo una reacción adecuada. Los muros fueron levantados en solo cincuenta dos días. Con ellos se levantó el ánimo y la moral de un pueblo que se sentía oprimido y sin motivación.

Al final de la obra, Nehemías, junto al reformador Esdras, hizo una gran convocatoria y celebraron una gran fiesta en la que leyeron y festejaron parte de la ley que estaba extraviada y fue localizada. La restauración física de los muros tuvo una enorme repercusión en lo que fue la restauración moral y espiritual de todo el pueblo.

Nehemías, quien se desempeñó por varios años como gobernador de Jerusalén, bajo el nombramiento de Artajerjes, rindió cuentas en sus memorias en las que muestra con toda transparencia la pulcritud y sobriedad con que manejó los recursos públicos y el uso piadoso que hizo del poder que le fue conferido. Aunque el manejo de la autoridad lo aprendió en una de las cortes más dispendiosa y suntuosa de su época, sus principios le permitieron un uso frugal y comedido del poder que tuvo a su disposición

El libro de Nehemías debe ser lectura de actualidad para los lideres religiosos, políticos, empresariales y comunitarios que quieran aprender los principios prácticos de una administración sana y al servicio de la mejor causa.

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