Glorificar a Dios trapeando

El quehacer cotidiano puede ser una experiencia con la que glorificamos a Dios y sentimos su presencia.

12 DE SEPTIEMBRE DE 2025 · 08:00

Masjid MABA, Unsplash,trapear, limpiar polvo
Masjid MABA, Unsplash

Rafael Acevedo, presidente de Gallup Dominicana, describe como ha aprendido a glorificar a Dios lavando los platos de la casa cada vez que tiene la oportunidad de hacerlo. Es una forma de él comprender mejor la relación entre la fragilidad humana y la gracia de Dios.

Siguiendo las palabras de San Pablo: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad” (2 Corintios 12:19) Acevedo aprendió que, incluso,   una simple tarea del quehacer cotidiano puede convertirse en una experiencia con la cual glorificamos a Dios y sentimos su presencia.

De niño siempre le disgustó fregar, pero con los años decidió ofrecerlo a Dios como un pequeño sacrificio. Así, lo que antes era una carga se transformó en una parte que logró integrar a su vida cristiana.

Rafael en cada plato lavado, siente a Dios más cercano, fortaleciendo su espíritu y recordándole que el poder de lo alto se revela en lo humilde. Por eso afirma que no dejará de lavar platos: porque en ese gesto sencillo descubre una verdad profunda de la fe, que Dios se perfecciona en nuestra obediencia y en los pequeños sacrificios de cada día.

Una experiencia que recuerda a la de la mística española Teresa de Ávila, que reflejó en una de sus frases más conocidas: “Dios anda también entre los pucheros (*)”. Con esta expresión sencilla, expresaba que servir y experimentar a Dios no se reduce al templo o al silencio de la oración, sino que también está presente en lo más ordinario de la vida diaria. Cocinar, limpiar, trabajar, educar, servir a la familia y cumplir con nuestras responsabilidades también puede convertirse en una experiencia de servicio y encuentro con Dios.

En mi caso particular, sin un servicio doméstico contratado, ya le he dicho a  mi esposa esta semana, que las próximas trapeadas de piso me la dejara a mí, que simplemente se sentara a observarme y hacerme las observaciones de lugar que a partir de ahora iba a asumir el trapeado de la casa.

Rafael Acevedo ha logrado enriquecer su espiritualidad lavando platos, yo quiero enriquecer la mía trapeando.

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(*) Los “pucheros” eran los calderos de la cocina donde se debían preparar los alimentos.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Para vivir la fe - Glorificar a Dios trapeando