Pacto de Lausana y evangelización actual
Hasta entonces, las declaraciones evangélicas no habían enfatizado la dimensión social y política de la misión cristiana.
20 DE AGOSTO DE 2025 · 11:00
En julio pasado se cumplieron 51 años de la firma de lo que muchos consideran el documento más importante del protestantismo sobre la evangelización en el siglo XX: el Pacto de Lausana. Se trata de un texto breve —apenas 2,700 palabras—, pero de gran trascendencia, que aborda con claridad la naturaleza de la evangelización y su relación con la vida y misión de la iglesia.
El Congreso Internacional de Evangelización Mundial, celebrado en 1974 en Lausana, Suiza, bajo el lema “Que todos oigan su voz”, reunió delegados de 150 países.
El evento dio origen a este pacto, concebido no como una mera declaración, sino como un compromiso con lo expresado en él. No participaron representantes de la entonces Unión Soviética ni de la China comunista.
Por la diversidad de nacionalidades, etnias, edades, profesiones y denominaciones presentes, la revista TIME describió aquel congreso como “la reunión más formidable jamás celebrada por los evangélicos”. El comité de redacción estuvo presidido por John Stott, y entre los principales oradores se encontraban reconocidos pensadores evangélicos como Samuel Escobar, René Padilla, Francis Schaeffer y Carl Henry.
Uno de los rasgos más notables fue el protagonismo que por primera vez asumieron líderes del llamado Tercer Mundo, influyendo en la redacción final del documento. Entre las exposiciones más destacadas estuvo la de René Padilla, titulada “La evangelización y el mundo”, la cual Billy Graham calificó como uno de los aportes más brillantes para entender la tarea evangelizadora de hoy.
La primera parte del pacto proclama: “Afirmamos nuestra fe en el único y eterno Dios, Creador y Señor del mundo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que gobierna todas las cosas según el propósito de su voluntad”. A partir de esta confesión, el documento afirma la autoridad y el poder de la Biblia, la universalidad de Cristo y la esencia de la evangelización, desarrollando temas inseparables de ella como el testimonio, el discipulado, la unidad, la acción y la responsabilidad social de la iglesia.
Hasta entonces, las declaraciones evangélicas no habían enfatizado la dimensión social y política de la misión cristiana. El Pacto de Lausana reconoció que, sin reducir la salvación a liberación social, política o económica, los cristianos deben compartir la preocupación de Dios por la justicia, la reconciliación y la liberación de toda forma de opresión, afirmando que la evangelización y la acción social-política son partes inseparables del deber cristiano.
El contexto histórico en que se redactó era complejo. La Guerra Fría estaba en pleno apogeo, las ideologías se disputaban la hegemonía mundial y, en América Latina, una juventud militante se adhería a movimientos revolucionarios de inspiración marxista.
Evangelizar en las universidades era visto como un acto contrarrevolucionario. En medio de este clima, surgió la teología de la liberación, que buscaba puntos de convergencia con el marxismo. Aunque el pacto no la confronta de manera directa, sí establece un marco bíblico y contextual que evita caer en extremismos ideológicos.
Uno de sus aportes más relevantes fue superar la dicotomía entre evangelización y responsabilidad social que está establecido así: “Si bien la reconciliación con el hombre no es reconciliación con Dios, ni la acción social es evangelización, ni la liberación política es salvación, afirmamos que tanto la evangelización como el involucramiento socio-político forman parte de nuestro deber cristiano… El mensaje de salvación implica también un mensaje de juicio sobre toda forma de alienación, opresión y discriminación”.
En su esencia, el Pacto de Lausana comparte la solidez doctrinal de los credos históricos, pero con un lenguaje moderno, un sentido contextual agudo y una visión integral de la misión. Se elaboró con rigurosidad hermenéutica, pero también con audacia y fe, logrando una propuesta profundamente pertinente para la predicación del evangelio en el mundo contemporáneo.
Como señaló René Padilla, este documento es: “Un detallado bosquejo para la teología evangélica de la misión, que menciona numerosos asuntos que definen la agenda para la reflexión teológica de los años siguientes, y sienta las bases para una evangelización integral, en la que la proclamación del evangelio está indisolublemente unida a la responsabilidad social y política, al discipulado y a la unidad de la iglesia”.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Para vivir la fe - Pacto de Lausana y evangelización actual