Sociedad, pastoral y salud mental
Psicólogos cristianos y pastores deben dialogar, compartir conocimientos, experiencias, expectativas y herramientas.
29 DE JULIO DE 2025 · 08:00
El oportuno y bien documentado artículo de Joselin Rivera, a propósito de la reciente tragedia ocurrida en el condominio Naco Dorado IV -donde un joven con diagnóstico psiquiátrico agredió con arma blanca a varias personas, provocando la muerte de una mujer y dejando varios heridos, entre ellos su propio padre-, vuelve a poner sobre la mesa la urgente necesidad de prestar mayor atención a la salud mental en la República Dominicana.
Rivera, egresada de la maestría en Teología de la Universidad Nacional Evangélica (UNEV) y comprometida con el Evangelio y las causas sociales, señala con claridad las graves deficiencias del sistema: un seguimiento clínico y comunitario casi inexistente, la falta de redes de apoyo, un presupuesto estatal inferior al 1 % del Ministerio de Salud, escasez de personal especializado y un fuerte estigma cultural que retrasa diagnósticos y tratamientos.
En su análisis, denuncia que más del 75 % de las personas con trastornos mentales no reciben atención adecuada, situación agravada por la violencia, la pobreza y el consumo de sustancias.
Concluye su artículo con un llamado a convertir la salud mental en una prioridad de Estado, proponiendo una inversión descentralizada, su integración a la atención primaria y campañas de apoyo psicológico inmediato tras situaciones de crisis. Insiste, con razón, en que la salud mental es una responsabilidad colectiva, que demanda condiciones sociales dignas, inclusión y acompañamiento sostenido.
Un Congreso de Psicología Pastoral
Quienes llevamos años de vida de fe hemos escuchado, no pocas veces, que la iglesia es una comunidad terapéutica, una instancia divino-humana llamada a sanar. En nuestros púlpitos y congregaciones abundan palabras como esperanza, consuelo, paz, amor, bendición, gozo, paciencia, mansedumbre… un léxico que evoca lo mejor de la vida.
Sin embargo, en la práctica diaria y en nuestras relaciones eclesiales, hay evidencias preocupantes: relaciones tóxicas, ambientes cargados, y una creciente incidencia de depresión, desapego, baja autoestima y otras dolencias que afectan lo más profundo del ser humano. Es como si, a pesar de nuestra retórica sanadora, algo vital estuviera fallando.
He escuchado muchas veces a nuestro hermano José Dunker expresar que la iglesia está llamada a ser comunidad que sana vidas y restaura relaciones quebrantadas; un espacio de salud espiritual, de renovación interior.
Desde hace tiempo, sueño con un gran Congreso de Psicología Pastoral desde la UNEV: un encuentro significativo entre la fe y la ciencia, centrado en la conducta humana y la salud emocional y espiritual. Un espacio donde psicólogos cristianos y pastores dialoguen, compartan conocimientos, experiencias, expectativas y herramientas. Creo firmemente que bajo la dirección de nuestro rector, el doctor Rafael Reyes Almonte, ese sueño puede hacerse realidad. Ya es tiempo de comenzar a hablarlo con seriedad.
Este congreso debe ser mucho más que un evento: debe ser una plataforma para dotar a nuestros pastores y líderes de herramientas adecuadas, de manera que, junto a profesionales capacitados, puedan realizar una labor eficaz de sanidad mental y espiritual en el alma misma del pueblo dominicano, a través de la UNEV y de la Iglesia, en el poder del Espíritu Santo y para la gloria de Dios.
Debe ser también un aporte académico duradero, que marque un antes y un después en la formación pastoral y en la misión integral de la iglesia. Es un desafío para nuestra Escuela de Psicología, para nuestras congregaciones, y para toda la comunidad uneviana.
Tenemos una riqueza acumulada, una gran experiencia pastoral y una calidad profesional que, si se articula bien, puede bendecir nuestra academia, fortalecer la iglesia y transformar nuestra nación.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Para vivir la fe - Sociedad, pastoral y salud mental