Jimmy Swaggart: se nos fue un gran hombre de Dios
Su estilo apasionado y su mensaje centrado en la cruz y el arrepentimiento conquistaron a miles. La gracia de Dios frente a la caída humana.
03 DE JULIO DE 2025 · 08:00

Una de las trayectorias más estruendosas, accidentadas y aleccionadoras del evangelismo contemporáneo ha llegado a su fin. Jimmy Swaggart, figura emblemática del televangelismo, ha fallecido a los 90 años. Su vida fue una mezcla de pasión evangelística, carisma desbordante y episódicas situaciones morales que marcaron su ministerio y su testimonio.
Swaggart alcanzó la cima de la popularidad durante los años 80, transmitiendo su mensaje a más de 140 países. Su estilo apasionado y su mensaje centrado en la cruz y el arrepentimiento conquistaron a miles, convirtiéndolo en una de las voces más influyentes del evangelismo mediático.
Por momentos, su figura parecía intocable, rodeada de oropeles, aplausos, alfombras rojas y lujosas recepciones. Tenía un talento sin límites y un carisma que lo convertía en un mito viviente. Parecía ajeno a las miserias humanas y a salvo del fango de la corrupción y la concupiscencia. Transmitía en sus exposiciones solemnidad, dedicación y un compromiso radical con Dios. Su presencia en televisión era tan poderosa que para muchos creyentes, salir de la casa hacia la iglesia mientras él predicaba implicaba una lucha en la que muchas veces se optaba por lo primero.
Sin embargo, todo cambió en 1988. La noticia sacudió al mundo evangélico: ¡Jimmy Swaggart había caído! Un escándalo sexual con una prostituta lo obligó a una confesión pública y a su suspensión del ministerio por parte de las Asambleas de Dios. El impacto fue tan profundo como inesperado. No se trató de una caída aislada, sino de un largo proceso de doble moral, engaños y simulaciones que culminó en la vergüenza pública. En 1991, un segundo escándalo confirmó que la debilidad era persistente.
Durante casi cinco años, la vida de Swaggart fue un desastre. El predicador admirado, el símbolo de la santidad mediática, parecía derrumbarse sin remedio. Su situación evocaba la tragedia narrada en El ángel azul, la novela de Heinrich Mann llevada al cine en 1930 y protagonizada por Marlene Dietrich, en la que un respetado profesor de pueblo queda arrastrado a la ruina por su obsesión con una cantante de cabaret. Así, Swaggart parecía prisionero de un guion de oprobio y humillación.
Pero lo más importante es que se levantó. Su confesión pública y su arrepentimiento genuino marcaron un punto de inflexión. Aunque su ministerio nunca volvió a alcanzar el esplendor de sus primeros años, Swaggart continuó predicando con humildad, centrando su mensaje en la cruz de Cristo, el perdón y la restauración.
Su relación con Dios fue, según sus propias palabras, sanada y renovada. El 1 de julio de 2025, su ministerio anunció oficialmente su partida con estas palabras: "El hermano Swaggart ha terminado su carrera terrenal y ha entrado en la presencia de su Salvador, Jesucristo."
La gracia de Dios frente a la caída humana
Por vil y degradante que sea la condición en la que una persona pueda caer, si confiesa sus pecados y se arrepiente sinceramente, la mano de Dios siempre estará extendida para perdonarla y restaurarla por medio de su gracia infinita y salvadora. No sucede así con los hombres. Muchos tienden a descalificar al caído y a condenarlo de forma irrevocable y desdeñosa. Hay quienes no logran borrar de las zonas moralistas y religiosas de su memoria ciertas conductas humanas a las que, en mayor o menor medida, todos somos vulnerables.
Sin embargo, también están los verdaderamente espirituales, que celebran con gozo la sanidad del herido y se regocijan al ver la obra de Dios en su vida. Lo acompañan sin prejuicios ni ataduras, compartiendo ese amor que sobrepasa todo entendimiento y que está siempre disponible para todo pecador arrepentido. Es este dilema humano, carnal y condenatorio —que se enfoca con dureza en las fallas ajenas, pero es incapaz de discernir la gracia redentora del Dios de la misericordia y el perdón— lo que empuja a algunos a formular la inoportuna e impertinente pregunta: ¿Se habrá salvado Jimmy Swaggart?
Quienes han seguido de cerca la vida de este hombre conocen bien los duros y amargos sufrimientos que padeció después de los escándalos que marcaron su historia y empañaron su testimonio. Se sabe que fue un hombre profundamente arrepentido; un penitente dolido que vivió, en sus últimos años, de forma resignada pero en profunda comunión con Dios, confinado en un espacio reducido de lo que en otros tiempos fue un ministerio de dimensiones globales.
Jimmy Swaggart deja tras de sí un legado innegable, caracterizado por su ferviente pasión por la obra de Dios y su incansable anhelo de proclamar el mensaje de salvación. A pesar de sus caídas, su impacto sigue siendo significativo, especialmente para miles de cristianos pentecostales conservadores que vieron en su vida no solo una advertencia solemne, sino también un testimonio vivo de la gracia que perdona, restaura y reconcilia.
No olvidemos que un corazón contrito y humillado Dios no lo desprecia. Démoslo por cierto, con convicción serena y gozosa: Jimmy Swaggart, sin lugar a dudas, descansa en los brazos de su Señor y Salvador Jesucristo.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Para vivir la fe - Jimmy Swaggart: se nos fue un gran hombre de Dios